Noche 9.

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Una noche dos almas se enredaron.

Una se sentía segura,
pues ya no estaba sola.
La otra deseaba huir,
no le gustaba la compañía.
Pero ya no había manera de separarlas.

La primera hablaba sin cesar,
le contaba las noches que pasó contando estrellas,
que gracias a ella ya no veía solo estrellas
sino constelaciones.

La segunda,
ya rendida,
accedió a escucharla.

Siguió hablando.
Le dijo que es lo que deseó en silencio
cada vez que el sol se escondía.
Que nunca había visto una alma más hermosa que la suya,
que era su ruina favorita.

Entre palabras repletas de sentimientos y estrellas fugaces,
despertó algo entre las dos almas.
¿Era amor?

No fue lo único que despertó.
El sol luchaba por salir de su escondite.
Les quedaba poco tiempo
y solo sentían miedo,
miedo de perderse la una a la otra.

Se abrazaron y se aferraron sin sentido.
Y mientras amaneció,
se fueron desvaneciendo juntas
transformándose en una hermosa estrella
o quizás un destello
que nunca jamás llegará a brillar.

De noche.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora