¶ Cayendo en el amor.

Capítulo 3.

No estas ciego...en unos minutos pasará —Le susurró aquel rubio a su amigo, quien salía en compañía de una enfermera — eso espero o esta noche en lugar de darle a la pelota le daré a tus...— DongHae está aquí...Siwon — Dijo el más bajo a su amigo, cual se limpió los ojos y al abrirlos se terminó encontrando con él — ¿DongHae? ¿Dong...— Sí... ese DongHae... el mismo que estás pensando? —Una sorpresa se llevó el más alto de los dos, pero más por ver la expresión de su mejor amigo— ¿Dónde está? ¿Lo viste? ...Obvio que lo viste... ¿Hablaron? —Mil preguntas pasaron por su cabeza, pero quizá no era el momento de hablarlo— ¿Recuerdas esta mañana? ¿El fotógrafo? Pues... pues era él... DongHae, mi Dongie. — ¿El fotógrafo? ¿DongHae? ¿ERA EL FOTÓGRAFO DE ESTA MAÑANA? — ¡SÍ TE DICEN! También es terapista —¿Terapista? Mhn... ¿No será Terapeuta? — bueno eso...fisiatra ...es fisiatra — ¡Wow! ... doble profesión...y además está guapo... de seguro tiene pareja. —Comentó entre curioso el más alto, mientras se tocaba la barbilla — Jajaja no vi ningún anillo en su mano — Musitó el más bajo, mientras cerraba su bolso y ayudaba levantar a su amigo a caminar hasta las afueras de aquel lugar, la furgoneta esperaba por ellos— Vamos, nos esperan...

El viaje de retorno parecía hacerse más lento de lo normal, y con ello, una vez más aquellos recuerdos volvieron atormentar el corazón de aquel rubio. ¿Cómo era posible todo esto? ¿Por qué aquel chico no le había hablado? Se conocían, habían tenido un pasado juntos y ahora... Ahora era como si se hubiesen convertido en dos simples extraños. Sin embargo, sin saber cómo o por qué, tenía la necesidad de verlo otra vez, ¿Se podría dar aquella oportunidad una vez más? ¿Sea aunque una última vez?

Oye...oye... ¡HyukJae! ¡Hey! —Exclamó aquel de cabellos oscuros buscando atrapar la atención del que era su mejor amigo y que en aquellos momentos, parecía completamente perdido quien sabe dónde— Mhn... lo siento, lo siento... ¿Decías algo? —Respondió minutos después, llevando su mirada a este para terminar soltando una risa, cual desapareció minutos después— Le di una entrada... lo invité a ver el partido... —Prosiguió en lo que tomaba un poco de aire y se encogía de hombros, a lo cual su fiel amigo se cruzó de brazos, mirándole terminando por negar. — ¿Estás seguro que es él? No será que te has confundido ¿no? — Lo estoy, lo estoy, es él. — ¿Y si estás tan seguro de que es él, por qué no dijiste nada? ¿Por qué no le dijiste nada? — Porque también recordé que fui yo el que lo dejó y no volvió... quizá sea por eso que él no hablo, ni yo. Quizá me odia — Mhn... Después de tantos años, ¿Crees que ella te odie? Lo encuentro algo...tonto — Bueno...no lo sé, quizá no me odia, quizá sí...pero es extraño ¿Sabes? ... El Donghae que yo conocí era...no lo sé... más inocente, más ingenuo, no sé...el Donghae de ahora es más...más...como decirlo... — Es adulto HyukJae, creció al igual que tú, no es un adolescente, ¿Será eso lo que no asumes? ¿Qué ya no son niños? ¿Qué cambió? — Ajajjaaja, puede ser pero... ¿Puede cambiar tanto una persona físicamente? ... sigue siendo extraño para mi jajajajaj — Bro...mira una foto tuya de hace diez años y dime si luces igual. — Jajajajajajaajaj ¡Calla! Al menos yo cambié, en cambio tú, sigues con la misma cara de payado de siempre. — JAJAJAJAJA, claro cómo no.

Y al fin habían llegado de regreso, y como de costumbre, se les unía uno que otro chico del equipo, comenzando a hablar temas triviales o cómo sería el juego de esta noche. Y ahí estaban, haciendo un buen calentamiento, una práctica antes de que el juego diera comienzo, todo estaba listo, la gente comenzaba a llegar al estadio, la música y espectáculo antes del partido. Sin embargo, en el otro lado de la vereda, Donghae salía de la clínica, hacía frío y estaba muy cansado; solo podía pensar en llegar a casa y descansar, pero, una vez que se encontraba allí, la tentación le hizo sacar la entrada que por la tarde, aquel rubio, le había dado. ¿Sería buena idea ir? ¿Por qué le habría dado la entrada? La curiosidad le mataba, pero entonces, un abrazo sorpresivo, le hizo dejar caer aquel trozo de papel al suelo, y soltar una pequeña risa del susto. ¿Quién más podría ser? Solo ella, su fiel amiga, la cual conoció llegando al país y ayudó.