—No creo que sea buena idea.
Ronnie intentó darse la vuelta para alejarse pero Lou no se lo permitió, la sujetó por el brazo y ella aulló de dolor mientras le retiraba la mano con cuidado.
—Lo siento, nena. No me he acordado.
—No importa, ya casi no me duele —mintió frotándose el brazo con suavidad. Todavía tenía marcas en la piel y le dolía la carne, era muy reciente para que hubiera desaparecido.
Se ajustó con cuidado las gafas de sol y respiró hondo, no tenía alternativa, o era esto o compraba un arma. Estaba asustada y nerviosa, no paraba de mirar alrededor, se estaba volviendo un pelín paranoica.
—Bien. Ya hemos llegado.
—¿Aquí es?
Estaban en un polígono industrial a las afueras de la ciudad, se había dejado guiar dócilmente tan ocupada por comprobar que nadie la seguía como para no prestar atención a su destino.
—Tranquila, no está lejos de casa, y en la moto tardarás diez minutos.
—¿Y dices que conoces al dueño?
Aun no estaba muy convencida, ella era una persona tranquila, sedentaria, como buena fe de ello daba sus curvas. No estaba preparada para esto y buscaba cualquier excusa para disuadir a su amigo.
—No sé en qué momento me he dejado liar por ti pero estoy segura de que me voy a arrepentir.
Lou la tomó del codo, por otro lado la única parte libre de daño y la hizo avanzar hasta los escalones que llevaban a la puerta principal. Ya no había vuelta atrás, en el momento en que puso un pie dentro, se dio cuenta de que si se marchaba se comportaría como una cobarde y estaría dejando ganar a Bruce.
Derek los vio enseguida. Al tipo flaco del pelo largo y enmarañado ya lo conocía, su madre preparaba los mejores cannolis de la ciudad, también era una mujer muy atractiva y esa era otra razón de peso para llegarse por su restaurante de vez en cuando. Pero a la chica que iba con él no la había visto nunca, llevaba el cabello suelto, prácticamente le cubría el rostro y al cuello tenía enrollado un pañuelo negro.
No hacía frío para ese extremo y fue un detalle que lo intrigó, una vez llegaron a su altura creyó desentrañar el misterio. La chica lucía una herida suturada en el pómulo izquierdo, todavía estaba inflamado y tenía todo el aspecto de ser doloroso. Él entendía de eso, a lo largo de su dilatada carrera militar, y antes de eso, en la calle, había recibido heridas similares e incluso peores.
—Hola, señor Taylor.
Lou, como siempre, se desinfló en cuanto lo tuvo delante. Parecía un buen muchacho pero le hacía falta una buena dosis de seguridad en sí mismo. En varias ocasiones había estado tentado de sugerirle que viniese al centro a hacer algo de ejercicio... pero luego había desestimado la idea, ese chico no era asunto suyo.
—Lou —correspondió al saludo del chico—. ¿Qué te trae por aquí, muchacho?
El chico vaciló, dejó de mirarlo a los ojos porque sabía que lo ponía nervioso, aunque él estuviera acostumbrado a este tipo de trato.
—Aquí mi amiga quiere aprender un poco de defensa personal.
—¿Un poco? —Era una expresión extraña para referirse a la defensa personal, como si estuviera comprando maíz en grano.
—Bueno, ya sabes, lo básico para valerse por sí misma.
—¿Y tu amiga tiene nombre?
—Ronnie. —Dijeron al unísono la parejita.
Derek miró con atención a la chica, no parecía la típica gata callejera. Algo en su aspecto no cuadraba con la idea que se había hecho sobre ella, ¿qué era? La chica se quitó las gafas y enfrentó su mirada con valentía, luego le tendió la mano a modo de saludo.
Derek correspondió al gesto y comprobó los moratones que la larga manga de la camiseta no llegaba a cubrir del todo.
—Así que quieres aprender a pelear.
—O al menos ser capaz de ver venir los golpes y... esquivarlos.
Le gustó que ella hablara sobre el hecho de esquivar un golpe en lugar de sobre golpear primero, puede que después de todo pudiera hacerle un hueco en su agenda... o en la de Cam.
—¡Cam!
Cam dejó de golpear el saco de arena, se limpió el sudor del rostro con el bajo de su camiseta sin mangas y se encaminó hacia el lugar donde Derek estaba parado con el chico de los cannolis y una chica desconocida. No era muy alta, menos del metro setenta, eso seguro, y estaba algo rellenita, sin duda no era su tipo para nada.
—¿Derek? —preguntó cuando llegó a su lado, Derek los presentó.
—Ella es Ronnie, ha venido para... ejercitarse.
La miró de cerca, llevaba en la mano unas gafas de sol y él por fin se fijó en su cara, en la herida reciente de la mejilla.
—Trabajarás con ella, ¿sí?
—A la orden. —Se giró hacia ella y la miró a los ojos, ella ni se encogió ni retrocedió como hacía el chico de los cannolis—. Te espero mañana temprano, a las... siete. Y por favor, trae ropa adecuada para hacer deporte.
—¿Has visto cómo me ha mirado? —Gruñó Ronnie recordando la forma en que el tipo llamado Cam la había mirado—. "Pir fivir, triir ripi idicuidi piri hicir dipirti" —repitió con burla.
Sabía cuando las miradas daban a entender menosprecio. El tal Cam era un chulazo impresionante, esos ojos almendrados de color avellana y ese llamativo lunar en la comisura de los labios le daban a su rostro un toque atractivo y socarrón que debía hacer de él la delicia de cualquier mujer. Y por ello intuía que cuando la había mirado, la había catalogado, calibrado y descartado.
—Eso significa que te pongas chándal.
—No tengo chándal. Solo tengo esos ridículos leggins.
Se imaginó a sí misma con ese tipo de ropa, nunca se había sentido muy cómoda llevando ropa tan ceñida, pero Lou le había dicho en varias ocasiones que no le quedaba tan mal como ella se pensaba.
—A las siete —suspiró pensativa—. ¿De la mañana?
—Lo más probable.
—¿A las siete? No puede ser, a esa hora aún estoy en el primer sueño.
—Vuelve y pregunta.
—¿Volver? No, ya he tenido suficiente para hoy.
Llevaba algunos días sin pegar ojo en toda la noche, solo a partir de las cinco o las seis, y después de bregar durante horas, conseguía dar una cabezada.
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Golpea primero
RomanceCuando te das cuenta de que hay personas cabronas en el mundo, que solo quieren controlarte y hacerte la vida imposible. Al principio piensas que ya pasará, pero llega un momento en que tienes que plantarles cara o acabarán contigo. Hasta reducirte...