II. ACCIÓN

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Estaba elevando la persiana cuando oyó el motor de una moto, se volvió y vio llegar a la chica del día anterior, conduciendo una Suzuki GN 125 en color negro. Se sacó el casco del mismo color y el cabello castaño revoloteó alrededor de su cara.

De ser una chica atractiva, el gesto le habría quedado de lo más sensual, pero en ella perdía intensidad.

    Caminó hacia él llevando el casco en la mano y una mochila al hombro. Le llamó la atención la leyenda del frontal de su ajustada camiseta, una vez que la chica se deshizo de la sudadera con capucha. Arqueó las cejas ante la frase "Soy increíblemente sexy" estampada en dorado sobre el fondo negro de la camiseta, pero se quedó perplejo cuando vio todo lo demás.

   Sus muñecas, brazos y cuello estaban cubiertos por una suerte de moratones recientes que conjuntaban a la perfección con el corte suturado del rostro.

Por primera vez en la vida se quedó sin palabras.

—Buenos días —dijo ella quedándose a su lado mientras él terminaba de abrir la puerta y la dejaba pasar.

—¿Y todas esas marcas?

Ronnie no se sorprendió por la pregunta, algunos se quedaban mirando y haciendo conjeturas aproximadas, otros eran más lanzados, como Cam.

—Diferencia de opiniones.

—¿Eres una gata callejera?

—¿Una qué? —Era la primera vez que escuchaba semejante expresión fuera del contexto felino.

—Así es como llamamos por aquí a las chicas que pelean, las camorristas, las que dan el espectáculo callejero.

Ya sabía a quienes se refería, algunas chicas, al igual que cierto tipo de chicos, iban buscando bronca allá donde iban, y bastante que las miraras dos veces a ellas o a sus chicos, sacaban las uñas y se enzarzaban en una pelea que luego circulaba por todo internet.

—No lo soy. No me interesa pelear.

—¿Entonces qué buscas aquí?

—Defenderme.

Dejó la mochila y el casco sobre un banco que había junto a la pared más cercana y echó un vistazo al local vacío.

   El día anterior habían llegado a última hora, y se había encontrado con gente aún trabajando, le dio vergüenza entrar y de no ser por Lou, lo más probable es que se hubiera quedado en la puerta.

   Pero ahora... el sitio estaba silencioso y le pareció amigable.

—Prepárate que vamos a comenzar el calentamiento.

Cam entró en la oficina y ella se miró, ya iba preparada ¿qué esperaba que hiciera? Simplemente se recogió el cabello en una coleta alta y se ajustó mejor los cordones de las deportivas.

—Bonitas zapatillas.

—Sí —respondió mirándolas con detenimiento—. Me tocaron en un sorteo. En realidad, el conjunto completo. —Levantó los brazos y se lo mostró—. Yo, eh... jamás habría comprado una camiseta con semejante mensaje.

—Te queda bien —respondió Cameron queriendo ser cortés, aunque sí era cierto que le sobraban unos cuantos kilos. De todos modos, los leggins hasta debajo de la rodilla no le quedaban del todo mal.

—Ya —respondió ella a desgana.

—Ah, ¿no me crees?

—Conozco a los tipos como tú.

—¿Y cómo son los tipos como yo?

Se plantó delante de ella a un palmo de distancia, era una de las formas que tenía de intimidar a la gente pero con ella parecía no funcionar.

Golpea primeroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora