Recorría la plaza comprando de tienda en tienda, la fiesta de Sandra estaba cercana y yo no podía faltar, no era porque no quisiera, era porque ella me había obligado, debía ser conocida en sociedad, ella decía que mi belleza debía ser admirada y que mi sarcasmo alabado, sin embargo la sociedad no piensa así, pero eso qué importa, mi amiga cumplía años y yo debía de estar ahí, finalmente compre un antifaz para finalizar mi traje, sería una fiesta de disfraces.
Finalmente la noche llegó y la fiesta comenzó, se celebraría la fiesta de Sandra, hija del gobernador y mejor amiga de su servidora.
Al entrar en la propiedad las máscaras y trajes estrafalarios inundaron mi vista, el salón principal estaba decorado de manera libre mientras que el comedor resaltaba por su dulzura, se contrastaba a la perfección. Sin duda Sandra tenía muy buen gusto.
–Andrea, ¿quisieras convivir por favor?– preguntó Sandra acercándose mientras Tomás la seguía sonriendo.
—¿Por qué debería?— le dí un trago a mi copa.
—Porque es una fiesta y porque quiero que consigas amigos.– me quitó la copa y me envió al salón principal, donde las conversaciones eran más animadas y las personas más alegres.
Me dirigí a una de las mesas con la esperanza de encontrar algo de alcohol o algo de comida, para suerte mía encontré de ambas, pero no podía quedarme de pie en las mesas, así que después de haber ingerido algún postre de tamaño diminuto que a saber que era , tomé una copa de vino y di la vuelta, alguien se cruzó en mi camino, chocó su hombro con el mío derramando algo de vino en mi vestido y que yo perdiera el equilibrio, para suerte mía el misterioso caballero me había sostenido impidiendo que cayera.
—¡Maldición!– exclamé.
—Me disculpo por mi torpeza, ha sido mi culpa en su totalidad.— habló quien me había empujado.
—Claro que fue su culpa.– hablé levantando la vista, la mitad de su rostro se encontraba oculta bajo una máscara de color negro, sus ojos eran color zafiro, sus labios lucían delicados y su oscuro cabello se veía impecable.
—¿Me permite ayudarle?– habló nuevamente, su voz era gruesa y aterciopelada, la voz más llamativa que escuche en mi vida.
—Si, por supuesto.– respondí aún en mi ensoñación.
Mientras él me ayudaba a limpiar el desastre que había causado el vino me sonrió.
—¿Eres real?– la pregunta se escapó de mis labios.
—Lo soy.– respondió después de haber soltado una sonora carcajada provocando que la mirada de todos se centrara en nosotros, parecía ser el típico adonis con el ego por las nubes y el autoestima más alta que la torre Eiffel.
Una vez el desastre estuvo limpio me ofreció una nueva copa la cual acepté gustosa para después dar media vuelta y dirigirme a otro lugar, sin embargo no contaba con que el joven de ojos zafiro me seguiría.
—Disculpe, ¿esa será toda la interacción que tendremos?– preguntó caminando a mí lado.
—Lamento decepcionarlo, pero no creo conveniente hablar con alguien que por poco y me hace caer.
—Me parece que exagera, sin embargo permítame comenzar con el pie derecho.– dijo mientras se situaba frente a mí mientras extendía su mano en mi dirección– Mi nombre Santiago y es un privilegio poder conocerla en esta velada, ¿tendría la amabilidad de decirme a quien me refiero?
—Andrea, mi nombre es Andrea.– respondí tomando su mano.
—Veo entonces que su nombre es tan espectacular como su rostro.– dijo haciéndome enrojecer mientras besó el dorso de mi mano.– ¿me permite esta pieza Andrea?
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En tiempos de guerra #PGP2018
Historical FictionTras haber perdido a su familia por diferentes razones, Andrea consigue salir adelante por su cuenta, con un pensamiento diferente al que las mujeres de su época tienen, motivo por el que la rechazan, sin embargo eso no la afecta. Sus diferentes mo...