Todo se salió de control

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La noche después de la limpia admito que dormí tranquila. Sentía el ambiente menos pesado, solo logré consiliar el sueño unas horas. No me podía dormir, estaba muy asustada. Nadie quiere que un espíritu le vigile y menos le haga daño.

Al otro día me desperté me fui a duchar y cada vez que cerraba los ojos sentía como si me observaran, yo los abría inmediatamente, pensé que solo eran sensaciones mías y que estaba un poco nerviosa y asustada, luego siento un ruido en la cocina como si se hubieran caído vasos y platos de cristal.
Yo salí inmediatamente de la ducha me puse la toalla y sali a ver qué era lo que pasaba, por mi mente paso que podría haber sido un animal que se haya colado por la ventana y se metió en la cocina para encontrar comida, fui lento sin hacer mucho ruido hasta llegar a la cocina.

Cuando fui a mirar no lo podía creer, era el mismo niño, y decenas de platos estaban rotos en piso, cuando se dió cuenta que lo estaba viendo se volteó bruscamente a mirarme, sus ojos se clavaron en mí, en ese momento no sabía cómo reaccionar, solo me quedé así, parada esperando a que algo pasara.
Tenía las manos y la boca llenas de sangre y cuando enfoco mi mirada en el suelo había un gato, se había comido el pequeño gatito, le arrancó los ojos, y lo abrió por el estómago, había un texto en el suelo escrito con sangre casi no lo podía leer porque no sé entendía mucho. Pero decía:
"Tú arrebataste mi casa ahora yo te haré la vida imposible"

Yo en ese momento subí corriendo las escaleras muy asustada, entre a mi cuarto y me encerré con el seguro, rápidamente cogí algo para ponerme pues estaba en toallas aún. Saqué los primeros vaqueros y blusas que vi y me la puse.
Encima de mi cama había un rosario y comenze a rezar y créeme fue la peor decisión que tome en mi vida. Aparecieron de la nada varios moretones y razguños en mis brazos y pies. Yo comencé a llorar, me puse la mano en los ojos y llore, esperando mi lento y doloroso fin.
Pasaron 5 minutos y se calmó. Yo tomé el mando me repuse rápidamente y comencé a hablar.

- ¿Quién eres?
- ¿Qué demonios quieres de mí?
- ¿Por qué me haces esto?

A cambio solo recibía silencio y unos ojos se clavaban en mi espalda, sentía escalofríos recorrerme la espina dorsal y un aliento helado en mi nuca.

Esa cosa no se iba a detener. Algo quería de mí.

La Casa Que No Debiste ComprarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora