–No tengo miedo, no tengo miedo, no tengo miedo- me decía mientras mis medias se mojaban al pisar los charcos, la lámpara de la esquina no solo no arrojaba sus luces directamente al callejón, también se apagaba de forma intermitente; lo más cercano a una luz continua era un tenue letrero luminoso que anunciaba un bar; uno de esos bares que de fuera, parece que si entras no volverás a salir; la luz era roja, y transformaba la humedad de los adoquines en colores purpura. Estaba tan ensimismada repitiéndome que "soy una necia, que él es un monstruo y no cambiara nunca, que tendría que salir corriendo, incluso sin mi bolso"; que no vi a aquel muchacho hasta que estaba demasiado cerca.
Su cabello se pegaba a su rostro debido a la reciente lluvia y pendían de sus labios un cigarro que se negaba a extinguirse. Una sonrisa sínica salió de su rostro y tras barrerme con la mirada me pregunto algo que no pude entender, sus ojos negros tan fijos en los míos no me dejaron pensar con claridad.
–Soy una estúpida, debería regresar al bar, pero es que estoy tan enojada, aléjate de mí, mi novio esta allá dentro y te dará una paliza si me tocas.
–No esperaría menos, pero que estés fuera sin él me hace pensar que adentro no hay nadie que quiera protegerte, como sea, no es mi problema.
Al decir esto ya estaba dando la vuelta, y tras tirar su cigarrillo abrió la puerta del bar; antes de entrar y sin voltear a verme dijo:
–Si realmente tu novio está adentro, entra, si no es así, vete, este no es lugar para una solitaria chica con un escote tan pronunciado.
El miedo aún seguía dentro de mí, pero las palabras de aquel chico parecían razonables. ¿Qué estaba haciendo aquí? De la vulnerabilidad que me hiso sentir saque fortaleza para entrar y encararme a Alejandro. Esta vez no caería antes sus ojos verdes o la forma en que acomoda mi cabello para tomar mi mejilla. Lo vi allí, tranquilo y riendo acompañado de sus amigos y, sobre su hombro, esa bruja rubia de cabellos arcoiris reposaba su brazo; al él no parecía molestarle en lo más mínimo, a pesar de ser ella la razón de mi enojo, ella y su estúpida actitud.
–Sabes que Alejandro, hoy es la primera vez que tengo permiso para llegar tarde sin traer a Verónica como chaperona, y aunque esto dista mucho de lo que pudimos haber hecho, pretendo divertirme. Así que lo hare–.
Por dios, al decir esto, todos voltearon a verme en la mesa, y aunque me sentía avergonzada, me daba pavor estar allá afuera, quien sabe que otros ojos me mirarían como los anteriores; de esa mirada indiferente y con lastima prefería mil veces todas estas con dejos burlones, es decir, Alejandro está aquí, si me quiere un poco me protegerá.
Me miró condescendiente, y sin levantarse siquiera a recibirme dijo: –Muy bien amor, ¿qué te divierte?
–Primero, me agradaría mucho que te alejaras de tu amiga, y después pondré algo en la rocola y lo último es un secreto– mi forma de decir que no tengo idea de que hacer.
Mi coraje se había agotado, así que usare la rocola para ganar tiempo y pensar algo, así como para calmarme... Es increíble que yo esté tan furiosa y él sea tan inmutable. Ya junto a la rocola, no sé qué poner y me decido por algo que creo estará un tanto adock con este bar... pero no estoy segura de que podría ser... no traigo mi bolso, maldición, soy una estúpida. Justo en ese momento pasa a mi lado el chico de hace un rato y se detiene junto a mi.
–Baya, no creí que me siguieras hasta el baño–. Dice y me doy cuenta que justo atrás de la rocola, están las puertas para los baños.
–Solo estoy pensando en que poner en este aparatejo, no vine por ti, he insisto, mi novio esta allá atrás
–No me importa, simplemente no estoy de humor para hablar con nadie; ten–. Y ofreciéndome una moneda se marchó rumbo a la barra, donde ya le esperaba una bebida–. Hazme un favor, pon "not to touch the earth" de The doors, las otras te las regalo.
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El chico de la Harley roja
RomanceLas mentiras son mascaras creíbles. El amor increíble es aquel que no se encuentra ni en los libros. Supe engañarme por un chico de mirada de selvas negras, de oxidianas verdes, diría que fue una perdición, pero perderse es necesario para poderse e...