El viento es calmo y no trae eventualidades, pinta ser un día hermoso; y es que las dudas de ayer, perecen haberse desvanecido.
Verónica puso algunos puntos en claro. Y al parecer todo se reduce en cuestionarme si confío en Alejandro, la respuesta es clara; confío en él con todo mi corazón. Las acciones también son claras, alejarlo de esa tal Roxana, o exigirle que me de mi lugar en la escuela. No debe ser difícil, digo, él ha cambiado tanto por mí.
Salí por un helado, como todos los domingos; con la esperanza de que mi madre al llegar no lo supiera y me llevara por otro. Todo el camino pienso en la estrategia del lunes, y en lo que le diría a Alejandro en la escuela. ¿Debería ir en el receso, o a la salida? Si espero a la salida es probable que Alejandro siga enojado, y ni siquiera lo encuentre; pero si lo busco antes podría verme muy desesperada... ¿No sería él quien debería arreglar las cosas? Es decir, la culpa no fue sólo mía.
Y más importante ¿Qué debería decirle? ¿Llegar y exigirle explicaciones? ¿Tienen valor aquellas disculpas que se piden? Creo que la duda importante, al final no es como abordarlo... sino recordar que estamos juntos. Y ya.
He pasado el resto del día observando mi teléfono, escucho a Carla Morrison y no puedo dejar de pensar en lo maravilloso que es Alejandro. No puedo evitar imaginar en lo hermoso que será vivir con él. En como el estudiara para trabajar con su padre, y yo, puedo estudiar enfermería en el mismo campus, más lejos que en la escuela, sí, pero más libre.
Nos veremos entre clases, estudiaremos en aquella gran biblioteca universitaria. Tendré permiso de llegar más tarde todos los días. ¿Realmente importa sacrificar mi vocación de doctora para permanecer en el cielo, junto a él? ¿Tan malo sería estudiar medicina aquí y no en la UNAM? Si bien la UNAM siempre ha sido mi sueño, con Alejandro ya estoy viviendo el mayor de todos los sueños, y despierta.
No podría vivir sin ver esos ojos verdes, y lo supe desde la primera vez que se posaron sobre los míos. Siempre lo vi tan alto, tan inalcanzable. Que se fijara en mí, simplemente me erizo la piel. "Niña, hey niña" Me dijo al pasar "wooo, debo admitir que te frene por tu vestido, pero tu sonrisa es encantadora... ¿quieres bailar?" y bailamos, desde entonces, como él dice "No hemos dejado de hacerlo".
Pensar que lo veía como ven aquellos astrólogos a un cometa distante, como un campista que ve su primer aguila, como un niño descubriendo una mariposa; y se posó en mí. Llevándome a todas las cumbres, mostrándome todos los cielos.
"No hemos dejado de bailar" es su frase para contentarme, y es que la "vida es una pirueta" y giramos para no cesar nunca, dejando pasar cualquier disputa tonta, "nunca estamos en el mismo sitio" y todo cambia de lugar, de perspectiva, me explica las cosas para que las vea como él "podre estar frente a cualquiera en medio del baile, pero eres tu mi bailarina".
Creo que eso le diré "no hemos dejado de bailar" y el sabra que solo perdimos el paso esa noche, que no pasa nada, que puede tomarme del talle cuando quiera para seguir bailando.
Incluso sus arrebatos me emocionan, aunque me pongan molesta por un tiempo. En nuestra primer pelea, al hablarle de su pasado dejo de hablarme por más de una semana, y cuando me encontraba más en el abismo, surco la escuela para darme un libro "Yo antes de ti".
-Todos pueden cambiar niña, sigamos bailando- Dijo con la mirada ladeada, y el cabello alborotado por la motocicleta
-Jajaja, pero si en el libro no bailan, él está paralitico ¿Qué no lo leíste?
-Por eso, bailemos nosotros que si podemos.
Esos detalles me dicen que me ama, aun y con las veces que me ha hecho llorar, con todo y su arrogancia.
Es fácil perder la realidad del tiempo cuando se sueña, y pronto se me hiso tarde pensando en la universidad junto a Alejandro, en un boda y la luna de miel. Asi que no me di cuenta de que mi madre llegaba. Baje corriendo las escaleras y me apresure a abrazarla. Ella trajo un par de regalos, entre ellos dulces de jamoncillo, un horrible arreglo de mesa y un llavero a modo de moneda; muy detallado que en una cara lucía un sinsajo, y de la otra el símbolo de las reliquias de la muerte; que me mandó mi padre, el cual regreso al trabajo en la mina de Sinaloa.
Lleve todo a la cocina, pues además de los regalos trajó algo de despensa, supongo que para ya no tener que salir más tarde. Agotada por el viaje, se dejó desplomar en el sofá de la sala, y me pregunto por mi fin de semana.
Claro está que no dije nada sobre la salida al bar, en cambio solo le conté sobre la piza que compré con Vero, de la tarea, y le invente que un día antes pusieron un maratón de Crepusculo, por lo que la pase encerrada en la casa.
Escuchábamos "La niña de Guatemala" mientras me hablaba sobre la boda de oro a la que fue, de como es bonito ver el amor eterno y como dos personas se siguen queriendo tanto a pesar del tiempo. Me hablo del amor bonito de antes, de como los cortejos eran con flores y serenatas. Si bien Alejandro nunca me traído serenata si me ha regalado cientos de flores; claro, antes de que mi madre se molestara cada vez que lo menciono, y supongo que es por eso que no me ha llegado con música a mi ventana. Mi madre se pondría loca por algo como eso. No quiero ni imaginar cómo reaccionaría si sospechara que estuvo en la casa, sin mencionar que entro a mi cuarto.
-Ma ¿es verdad que antes se podía morir de amor?
-Si, y más de una persona lo hiso, pero esos amores son pocos. Son amores que pasan a la historia.
-Dime ¿papá y tú se quisieron así?
-Aún más, pero no tuvimos necesidad de morir por el otro, pues esos que morían de amor era porque los separaban, o no podían estar juntos.
-Cuéntame sombre su historia
-No hay mucho que contar, nos conocimos en la escuela, pero no nos hablábamos... eso hasta la feria en que coincidimos en un baile, allí se me declaro, salimos un par de semanas hasta que se fue a la mina. Nos mandamos cartas y el empezó a juntar para nuestra boda, pero a lugar de boda compro una casa pequeña; la que rentamos. "No solo de amor se vive" nos decía tu abuelo, por lo que el regreso a la mina y allá. No se en que momento, se inscribió a una carrera técnica, con ella le dieron su acenso. Yo ya estaba pedida y dada, creo que mi papá ya sabía que tu padre estudiaba, así que nos casamos.
-Creo que es romántico, a su modo, pero no se parece a los amores de novela- Como los que leo, o el que tengo con Alejandro- Creo que es verdad eso que dices sobre que son contados esos romances.
-No creas, están más cerca de lo que puedes pensar. ¿Recuerdas a la señora que nos rentaba la casa?
-¿A la que se le murió la hija?
-Sí, ves que su niña estuvo en cama unos meces; pues bien, ella salía con un chico que le tenían prohibido, porque todos creían que era un mal muchacho. Pero cuando tubo ese accidente, él rento la casa de un lado, para poder hablar con ella de ventana a ventana sin que sus padres pudieran impedirlo. Ellos lo sabían, pero fue hasta entonces que se dieron cuenta que la quería de verdad, a pesar de su carácter osco y de no tener muchas posibilidades económicas. El trabajaba dos turnos para poder pagar esa renta.
-Por qué nunca me contaste eso, ma.
-Fue hace como dos años, y, después de todo no hablábamos de eso. Perder una hija es algo con lo que las buenas personas no rumorean. -T dando dos golpes a la mesa, agregó- Toco madera. ¿quieres una nieve?
-¡Siiiii! -Este era un buen día, he terminado mis deberes, tengo claro que hacer con Alejandro; y la plática con mamá renovó mi fe, pues amores como el de nosotros dos marcan la vida. ¡Y además tendría dos helados!
Mientras me colocaba subía por zapatos y un suéter, pues el viento surgió de la nada; mi madre fue a la cocina. Cuando bajé ella estaba en la puerta de la cocina, tenía la chaqueta de mezclilla de Alejando en una mano y sus ojos mostraban su enojo. Debió haberla dejado cuando se fue. Esta terminantemente prohibido meter chicos a la casa, y menos si ella no esta; sobretodo por que desde hace un tiempo no lo tolera.
Seguro que me prohibirá volver a verlo. No sé cómo saldré de esta.
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El chico de la Harley roja
RomanceLas mentiras son mascaras creíbles. El amor increíble es aquel que no se encuentra ni en los libros. Supe engañarme por un chico de mirada de selvas negras, de oxidianas verdes, diría que fue una perdición, pero perderse es necesario para poderse e...