La escritora en la sombra

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—Nena, ¿has acabado el capítulo? —Escucho sus pasos acercándose. —Ven a la cama, es tarde y estás agotada, después me culpas a mí de tu cansancio, pero creo que no he sido yo. —Coloca sus manos en mis hombros y empieza a masajear con delicadeza mi cuello, haciéndome gemir. —Sigo pensando que deberías ir al médico...

—No pares, me encanta eso... —Gemido. —Estoy bien... —Sus dedos hacen presión en mis vértebras y vuelvo a gemir. —Si, que manos tienes amor... —Gemido.

—¿Recuerdas cuando te picaba por escribir novela romántica-erótica y tú ni siquiera lo sabías?

—Si... Recuerdo todo de como empezó nuestra relación, incluso los peores momentos. Porque mira que eras capullo...

Se agacha, sin dejar de masajear mis hombros y atrapa el lóbulo de mi oreja derecha entre sus dientes. Me muerdo el labio para evitar pedirle que olvide su promesa de no tocarme y me haga el amor aquí mismo, realmente estoy agotada y no es buena idea tentar a la bestia.

—¿Yo? Creo que deberías hacer memoria para recordar quien empezó la guerra querida, yo no me reí de ti el día que nos conocimos, ni te puse en evidencia delante de los nuevos, ni te insultaba por defender tus ideales, tú en cambio...

Años atrás...

Tamy se sienta a mi lado en la sala de profesores y lee lo que acabo de escribir, es una escena muy caliente que me ha costado mucho perfeccionar, pero que por fin he terminado. La lee en silencio y al acabar se abanica teatralmente, me mira y silba.

—Vaya tela, señorita Mary Lu, me acaba de poner la sangre a hervir con solo una escena. —Me abraza sonriente y continúa parloteando. —Se nota que le has puesto empeño, te ha quedado muy delicada y elegante, pero muy sugerente... Mmmm ahora hay que buscar con quien llevarla a cabo, no solo lo voy a soñar, la vida es muy corta y hay que disfrutar.

Las dos estallamos en carcajadas y olvidamos dónde estamos. Es la primera vez que hago esto en el colegio, pero mi editora me ha pedido que rehaga esa escena y, como necesita el manuscrito ya, lo he acabado ahora y volando se lo he enviado. Hay que respetar los plazos de entrega y tener contenta a la editorial.

*****

Días después...

Me acabo de sentar, con el café entre las manos, cuando entra Leo en la sala de profesores. Algo en su mirada me tensa, pero me hago la loca, es mejor no darle importancia a sus cosas o acabará por volverme loca.

—Tamy, ¿has visto esa nueva editorial que solo publica romántica? —La voz de Leo nos congela a ambas.

—Mmm no sé, ¿de qué editorial hablas? Hay muchas que tienen sellos románticos en exclusiva, sé un poco más explícito.

—Ya sabes, esa tan grande que ha publicado recientemente a una tal Amy no sé qué, que al parecer escribe puras guarradas, para mujeres con muchas carencias afectivas supongo...

—Pero... —Cabreada, intervengo y no dejo hablar a Tamy, que ya iba a defenderme.

—¿Se puede saber qué tienes en contra de la novela romántica Leonardo?

—¿Yo? Pues muy simple Lucía, no creo que eso deba considerarse literatura de calidad. Cuatro chorradas de chico conoce a chica, se enamoran, se pelan, se reconcilian, tienen relaciones, se dejan y al final se casan. Eso no es un libro recomendable, es una película porno en palabras.

Me levanto y camino hacia él, cada vez más enfurecida. De reojo veo a Tamy hacerle señas a Leo para que se calle, pero ya es tarde. Acaba de insultarme descaradamente y esto no va a quedar así.

—Eres un prepotente, un sabiondo que se cree mejor que los demás, un listillo que no tiene ni puta idea de moda. Además, a ti qué más te da si es porno o no lo es, no lo leas y santas pascuas... —Me corta y eso me cabrea más aún.

—Me indigna que se le considere literatura cuando no son más que vivencias o fantasías de mujeres frustradas.

—¿Qué acabas de decir? —Me remango y lo encaro hecha un basilisco. Por el rabillo del ojo veo a todos nuestros compañeros pendientes de nuestra discusión y eso no me hace recapacitar ni nada que se le parezca, él solito se lo ha buscado. —¿Estás diciendo que las lectoras o escritoras de romántica son mujeres frustradas? ¿Pero tú de dónde has salido? Tú, que eres más raro que un perro verde, te vistes como el abuelo de Heidi y vas de guay por la vida, me sales con estas chorradas. Realmente Leo, si había alguna posibilidad de que tú y yo fuésemos amigos, hoy la has tirado a la basura.

—No creo que hubiese alguna opción de nada Lucía, ambos sabemos que nos odiamos, ¿para qué cambiar eso?

—Eres un prepotente, malfollado, aburrido, vejestorio... —Un tirón en mi brazo me hace reaccionar, es Tamy que, con muy poca delicadeza, me aleja de leo y de todos los profesores que me miran asustados. —¿Qué estáis mirando?

—Cállate Luci, que la vas a liar...

—¿Liarla? El que la ha liado ha sido ese... ese... Arggg —Me suelto del agarre de tamu y la sigo hacia el exterior, si, es buena idea que me dé el aire. —Ha sido culpa de él.

—No, ha sido culpa tuya por entrar al trapo, acabas de ofrecerle un punto débil. Le has proporcionado una forma de atacarte, de herirte. ¿En qué estabas pensando para reaccionar así?

—Yo... —Resoplo. —Tienes razón.

—Lo sé, esto va a traer cola Luci, ya lo verás...

En la actualidad...

—Dios mío, acabo de recordar nuestra primera discusión por esto... —Me cubro la cara avergonzada, se me fue mucho la canica. Lo siento Leo, creo que nunca llegué a disculparme por eso... Yo... —Me levanto, coloco mis manos en sus mejillas y lo beso con dulzura en los labios, un suave roce nada más. —De verdad que lo siento, fui una loca superficial y no sabes como lo lamento.

—No pasa nada Luci, estamos bien, ahora estamos bien.

—Si, ahora si, pero... Perdimos tantos años por mi culpa... —Su dedo índice se coloca sobre mis labios y me silencia.

—No, no perdimos nada nena, cada relación tiene su tiempo y este es el nuestro. Todos tenemos que pasar momentos difíciles y duros para poder apreciar los buenos. Es así, siempre lo ha sido y siempre lo será.

—Gracias. —Me pongo de puntillas y beso sus ojos, su nariz, su frente, sus mejillas y finalmente sus labios; todo en un arrebato de dulzura que él me permite. —Mil gracias por ser cómo eres y por quererme cómo lo haces, no me lo merezco...

—No, eso si que no. —Leo se aleja de mí y suspira. —Nunca, jamás, vuelvas a decir que no te mereces algo que venga de mí. Yo soy tuyo, todo lo mío es tuyo, tú te mereces todo lo que yo pueda darte y más, ¿está claro? —Se acerca de nuevo y me besa con ardor, con pasión desenfrenada, mientras agarra mi cara entre sus manos, sin darme opción de responder, aunque, ¿quién querría hablar cuándo puede besar?

Mucha química y poca físicaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora