La máquina de los suicidios

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Por un motivo u otro el suicidio o la idea del suicidio nos seduce en algún punto, sea porque no podamos entender por qué la gente lo comete o porque hayamos sentido la desesperación de recurrir a él. Eso fue lo que me llevó a pasar gran parte de mi vida estudiando el cerebro humano, intentando descubrir qué pasa por la mente de los individuos que los lleva a optar por tan drástica y lamentable opción. Al no descubrir un factor concreto que pueda advertir quién se suicidará y quién no, comencé a trabajar en la segunda idea que tenía en la cabeza: ¿en qué sentido cambiaría la decisión de la persona si viera en que se convertiría su vida si no muere por su propia mano?

Después de mucho estudio, ensayo y error logré crear una máquina que conectando varios electrodos a la cabeza y después de completar unos datos basados en gustos, estudios, dedicación a los pasatiempos y deberes, podía recrear en un monitor cómo sería la vida del individuo. El siguiente paso era que aprobaran poder usarlo experimentalmente y luego patentarlo para uso médico rutinario. Tenía grandes expectativas con mi máquina pero a pesar de que era asombrosa su función, mis colegas no encontraban un verdadero uso terapéutico de ella aparte de simplemente usarlo como una recreación y conseguir algún positivismo en la persona.

Rechazaron mi idea y no pude ponerla a funcionar mi máquina más allá de los animales de laboratorio. Sabía que mi máquina podía ayudar a la humanidad y debía demostrarlo, así que la probé en mí mismo. Después de unos minutos poniendo los electrodos y otros pocos llenando los datos, la máquina empezó a proyectar imágenes, difusas pero entendibles. Me heló la sangre descubrir que lo que mostraba la pantalla era una habitación oscura, desordenada con papeles y libros por todas partes y mi cuerpo colgando del techo.

Horrorizado desconecté los electrodos de mi cabeza de golpe produciendo que se apagara la máquina, no podía entenderlo ni creerlo. A pesar de que me fascinaba la duda que crea el suicidio, jamás he pensado en cometerlo y a pesar de la frustración del rechazo de mi máquina nada me llevaría a eso. ¿Cómo es posible que ese pueda ser mi destino?

Pasé noches enteras sin poder dormir haciendo retrospectiva de mi vida y analizando mi situación actual en busca de qué podría perturbarme mentalmente lo suficiente como para que el suicidio me convenciera. Tuve una infancia normal, feliz, llena del apoyo de mis padres hasta el día de sus muertes. Mi adolescencia fue sana sin locuras ni rebeldías, no tuve muchos amigos pero los suficientes y nunca llegué a tener parejas por estar concentrado cada vez más en mis estudios, Y ahora mi vida adulta es enfocada por completo al trabajo en busca de conseguir algo que cambie el rumbo de la ciencia y creí haberlo encontrado con mi máquina. Pensé que a lo mejor mi vida fue aburrida y vacía, estaba solo en la vida, mis padres murieron, hace años que no sé de la vida de los que una vez fueron mis amigos y no interactúo con mis colegas.

Preocupado pero no convencido de llegar a suicidarme empecé a cambiar mi rutina a ver si lograba conseguir más emoción en mi vida, fui más regularmente a bares, conocí más gente de diferentes profesiones, salí con varias mujeres y la verdad es que me sentía exactamente igual, lo cual probaba mi punto de que no tengo una vida de la cual me arrepienta. Una noche lluviosa reunido en un bar con los nuevos amigos que hice, escuchaba medio distraído a uno que es físico y hablaba de la energía que producen los relámpagos y las maneras en que se propagan. De repente tuve una idea genial. ¿Por qué no aprovechar la tormenta eléctrica para de alguna manera colocar una antena gigante que reciba la energía del rayo, se conecte a la máquina y se propague por todo el vecindario y se muestre en los proyectores más cercanos de la gente cómo serán sus vidas a futuro si mantienen con vida y de una vez por todas demostrar que mi máquina es útil? Salí corriendo y me puse manos a la obra, conseguí convertir mi antena de televisión en una antena receptora de relámpagos y creé un verdadero desastre de papeles y libros por todas partes buscando los bocetos de la máquina y creando nuevos de cómo podría fusionar la antena con la máquina.

Me encontraba encaramado en el techo arreglando unos cables que conectarían la antena a la máquina cuando me sorprendió un relámpago que chocó contra la antena, produjo que se fuera la luz en mi casa y me tumbó de mi sitio, cerré los ojos esperando el impacto del suelo pero no llegó. Al abrirlos me encontré suspendido del suelo con los cables que estaba arreglando alrededor de mi cuello. Poética ironía, estaba recreando la escena que vi en el proyector creada por mi máquina. Supongo que aún teniendo una vida alegre, productiva y feliz, morir siempre será el destino de todos.

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La máquina de suicidiosWhere stories live. Discover now