El resto de la semana evite la idea que debo mudarme de dormitorio mientras más deseaba que los días pasaran con lentitud las manecillas jugaban en mi contra girando con rapidez elevando el mal genio. Aunque por otra parte debo agradecer ya que esos mismos días no tuve ningún enfrentamiento con los seis y me hice creer que es por el mismo motivo de no quererme cerca si a partir de mañana conviviremos las 24 horas.
El director se encargó de comunicar a cada respectivo padre de familia los sucesos y el cambio que se llevara a cabo, y por la llamada que recibí de papá esperaba que yo aprovechara la oportunidad para envenenarlos cosa que pese que no haré alertaron a seguridad y ahora han estado revisando mis pertenencias cuando se halla solitario el dormitorio.
Dijeron que tenían un comunicado con ciertas reglas y restricciones para nosotros el cual mencionarían el día del cambio por lo que eso significa que hoy nos torturarían. Fue difícil no poder quejarme con alguien pues se me solicito no divulgar nada por mera seguridad y evitar rumores entre los estudiantes.
Escondida entre los estantes de la biblioteca me encuentro en un vano intento de distraer mi mente leyendo, suspiro con resignación puesto que los pensamientos obsesivos no me dejan tranquila. No logro concentrarme en nada y se siente como si la mente fuera mi mayor rival, no puedo siquiera dormir y las bolsas moradas debajo de mis ojos rojos me han delatado con mis compañeras. Gloria ha sido la que ha intentado acompañarme sin importar que yo no diga una sola palabra, gracias a eso una vez que ella llega no me deja tranquila lo que me ha orillado a tener que dejarla hablando sola y caminar lejos de esas paredes que persiguen mis talones.
La campana suena anunciando el break, salgo en busca de comprar algo ligero de comer y antes de poder agarrarla una delicada y ágil mano lo hace. Conozco esas uñas almendradas, y esos anillos con diamantes que te dejan cegado.
—No estoy de humor.
Ella rio mientras abría la envoltura y le daba un mordisco.
—Nunca lo estas, reina.
—Dámela, no he tragado nada en...
—Lo sé— me corta—. Estas nerviosa.
La seguridad de sus palaras descompone mi rostro.
—¿Cómo?
—Todos sabemos que cuando andas ansiosa y nerviosa no comes ni duermes... y estas más insoportable.
Algo quiere, lo sé por su estúpido tonito de voz.
—Sabes mucho sobre mí, Ana, ¿acaso te gusto?— ironice
—Quisieras, ¿no es así?— se dedicó a seguirme el juego y yo solo podía pensar en mil maneras de ahogarla—. Comprendo tu actitud, yo también estaría muy ansiosa de irme a vivir con chicos.
Ese tono seductor y chantajista revolvió mi estómago y es cuando más deseara poder azotar su cabeza contra la máquina expendedora. Gracias a mi inevitable expresión ella soltó otra risita dándole otro mordisco.
—¿O sea que es verdad?
—No— aseguré, aunque mi voz temblara me mantuve firme y mis dientes rechinaban por lo apretados que se hallaban—. No sé de dónde sacas tantas estupideces.
Ella lo sabe, sabe que me tiene acorralada y lo disfruta, esa sonrisa de loca no me pasa desapercibida. Y es por lo que ahora comprendo porque habían decidido mantener el perfil bajo porque a quien iban a perjudicar y molestar sería a mí.
—Valentina, que ilusa eres al creer que sus cosas se mantienen entre ustedes. No solo tú eres cercana a ellos.
—No es por gusto no te confundas, Ana— la sujete por la muñeca acercándola con brusquedad borrando todo rastro de ironía. Su mirar eran dagas agrías que dejaban un mal sabor y la tensión en mi cuerpo me haría explotar—. Crees poder manejarme, pero que no se te olvide que estos años cuando tu das el primer paso yo ya hice y deshice a mi antojo.
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Encariñados con una nerd
Teen FictionADVERTENCIA: contiene lenguaje ofensivo y explícito al igual que escenas de violencia. ************ Valentina Brown, mejor conocida como una «nerd» no obstante no se le considera como cualquier joven indefensa sino como una chica fría y temperamenta...