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Mi mirada fue directa hacia el rincón, donde se encontraba Kevin a su vez el me devolvió la mirada a la vez que no apartaba está de esa pequeña Biblia que por razón aparente no se atrevía a coger. La miradas se cruzaron como aquella noche en el cementerio, pero esta vez sabía quien estaba al frente, sabía que esa mirada no era de paz y tranquilidad, si no todo lo contrario. Lo que al principio parecía un juego de niños se había convertido en algo serio.

A mis diecinueve años de edad nunca había visto a mi hermano tan agitado y asustado, no como en ese momento, nada podía hacer que entrara en razón, ni los peores demonios del mundo podían hacer que cambiara su expresión en el rostro. Expresión de horror.

-- Kevin ¿Estas bien?

Lentamente Kevin dirigió su mirada hacia donde me encontraba, durante varios segundos me miró fijamente y con un movimiento leve de cuello asintió y sin mediar palabras se subió a su habitación.

Pasaba ya la media noche, exactamente la misma franja horaria en la que ocurrió todo en ambas noches, tanto la del cementerio como la del lago. Pero estaba segura que esa noche no vendría, no se sentía igual que la última noche, el viento no se apagaba lentamente como avisando de que algo poderoso se acercaba, algo capaz de asustar al mismísimo Dios.

A la mañana siguiente, con la caída de los primeros rayos de luz producidos por el Sol una voz rauda nos levantó como en el ejército, era mi padre que no veía momento para irse de esa casa que a su parecer se encontraba maldita, algo que mi hermano y mi madre compartían con el.

No tardamos mucho en empaquetar las cosas, pues ya en la noche anterior habíamos estado recogiendo para acelerar la salida y poder llegar antes al destino, un destino que tendríamos que haber llegado hace un día.

-- ¿Lo tenéis todo? -- Resonó una voz de ultratumba desde el interior de la casa

Todos al unísono respondimos con un "Si" seco y apático, en lo único que pensábamos era en dormir, pues nos esperaba un largo camino de más de cuatro horas hasta llegar al destino.

El viaje se hizo rápido, prácticamente todo el trayecto lo pasamos durmiendo o contemplando el paisaje, solo podía pensar en no volver a encontrarme con Lucius, o de ser así poder conocer mas de el, saber quien es, de donde viene... Tengo millones de preguntas para hacerle pero el en cambio conoce todo sobre mi.

Llegamos por fin a Dembrow. Un pequeño pueblo a las afueras del estado de Kansas donde se podía ver a la gente que parecía no conocer las nuevas tecnologías.

-- ¿Aquí es donde vamos a pasar el fin de semana?

Resopló indignado Kevin, un muchacho que no veía con buenos ojos estas escapadas en familia pues prefería quedarse en casa enganchado a Netflix o jugando a las videoconsolas, algo lo cual no comparto con el.

Mi madre lo miró desafiante, esperando que volviera con otra de sus largas y soporíferas charlas sobre la convivencia en familia y realizar actividades de dudosa diversión en familia. Pero todo lo contrario, mi madre cogió aire y con una voz calmada dijo:

-- Ayuda a bajar las cosas cariño, descansaremos un poco y luego iremos a ver el pueblo.

A la tarde, Kevin y yo nos fuimos por nuestra cuenta, necesitábamos estar solos, necesitábamos contarnos miles de cosas. Sobretodo yo.

Recorriendo las angostas y estrechas calles del pequeño pueblo del cual parecía vivir eternamente en Halloween pese a estar en pleno Agosto encontramos una pequeña tienda que destacaba del resto, pues no ponía nada que incitara a comprar al contrario parecía una casa de Tarot o uno de esos antros donde por unos miseros dolares te "leen" tu futuro o tu fortuna, algo de la que últimamente no parezco tener mucha.

Su amor por lo místico sumado a mi confesión de lo ocurrido en el cementerio alentaron a Kevin el cual jalo con fuerza de mi hermano a entrar

-- Venga Ariadna, solo vamos a mirar. No sabemos si aquí podemos encontrar algo sobre tu hombre misterioso.

-- Lucius, Kevin se llama Lucius -- Solté con una voz de cansancio a la vez con desacuerdo.

Estuvimos un rato recorriendo la pequeña tienda sin centrarnos en absolutamente nada, ni tan solo en las Biblias dedicadas al Señor Oscuro como se le conocía en ese lugar.

-- Vaya, no parece que aquí encontremos algo ¿Suizas con estas pocas monedas nos pueda decir algo sobre tu amigo?

Mire a Kevin de forma desafiante pero no realice otro gesto simplemente me di al vuelta y me fui.

Una vez fuera tanto mi hermano como yo proseguimos la marcha en el interior de las tenebrosas calles. No recorrimos dos tercios de la calle cuando una voz desconocida nos heló la sangre a ambos.

-- ¿Aún seguís sin querer conocer vuestra fortuna?

Ambos nos giramos con miedo, como si una rayo helado hubiese atravesado nuestro cuerpo de arriba a abajo.

Nos quedamos mirando a la joven médium que ahí se encontraba postrada en medio de la calle, como una aparición divina. Tan solo habíamos entrado a mirar, pero parecía que sabía que no solo buscábamos mirar, sabía algo y no podíamos dejarlo escapar.

-- Bien, veamos -- Dijo la vidente mientras me miraba fijamente sin quitarme la vista de encima

-- Vaya vaya...-- Una expresión de horror recorrió rápidamente el rostro de la mujer a lo que acto seguido retiró su mano de la mía y se limitó a recitar unos versos bastante tenebrosos.

-- Ni tierra en el mundo, ni mar en los océanos, ni vientos en el mundo escapan a su ira. Ya no hay salvación, no hay paraíso, no hay tinieblas. Él está viniendo, nada lo va a detener, nada ni nadie escapa a su mirada, ni la luz es capaz de acercarse, el viento le huye, conoce todos tus pecados... ¡NO HAY ESCAPATORIA!

Kevin me miró con los mismos ojos que me miraron en la casa del lago, con ese miedo, con el terror de saber que algo se acercaba y que yo había despertado.

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⏰ Última actualización: Mar 15, 2018 ⏰

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