my boy

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       Mi chico lleva un tiempo siendo sospechoso, si ya era misterioso en un principio, ahora es  como si fuera una sombra. Apenas lo veo, y cuando lo hago, desaparece en la oscuridad.

        Mi chico ama a sus amigos, tanto como se suponía que me amaba a mí. Pero, se suponía.

         Mi chico no me ama como lo prometió. Y definitivamente, no es un hombre y tampoco es honesto. Si lo fuera, me diría las cosas en la cara, en lugar de jugar a dos puntas y tratar engañarme. Finjo que no lo sé, aunque el imbécil no puede ser tan evidente. A veces no me creo que piense que yo soy tan estúpido.

       Lo descubrí hace tres meses. Lloré, demasiado, aunque yo lo sabía, solo que no quería aceptarlo. Lloré y fingí felicidad delante suyo para que no me dejara, pero las noches en las que se iba por ahí a engañarme, no podía hacer más que llorar.

       Y me costó, pero finalmente lo decidí. Lo amo, pero si no puede ser mío, no quiero la parte sucia y llena de mentiras que él me da, no es suficiente. Así que una de esas tantas noches, comencé a empacar las cosas que tenía en su casa, que si bien yo no vivía allí, pasaba un gran tiempo y había gran cantidad de mis pertenencias. Dolió un poco cuando ni  siquiera notó la falta de mis cosas, solo un poco. Pero me obligué a ignorar ese sentimiento porque a esas alturas ya me daba igual. Luego de una semana, ya no había nadie que demostrara que yo vivía ahí.

        Al otro día, cuando regresaba de sus salidas nocturnas, yo lo abrazaba fuerte. Y lo besaba, y acariciaba su piel salpicada de lunares lo más que podía. Porque estaba guardando aquello como un recuerdo, dejando en mi memoria la suavidad de sus labios, la calidez de su piel y la intensidad con la que sus brazos envolvían mi cuerpo. Sin embargo, no podía aferrarme a eso.

        Después de asegurarme que no me quedaba nada para guardar en mis memorias, lo seguí en una de sus noches de diversión. Se adentró en un club nocturno, del que la música se escuchaba a una calle de distancia y que parecía muy lujoso.

 
         No me costó entrar, pero si encontrarlo dentro. Demasiada gente, demasiados cuerpos sudados y pegados. Para nada mi ambiente. Pero el suyo, evidentemente si.

        Estaba en un rincón oscuro, únicamente iluminado por las luces de colores. Dos chicas eran rodeadas por sus brazos, mientras que a una la besaba, la otra bailaba contra su cuerpo. Y no solo dolió, mi sangre ardió de furia. Pero sinceramente, ya no me importaba. Me acerqué a él, decidido.

            Mi chico, no me ama como lo prometió.

   
           – Hola Dylan – tuve que gritar para que me oyera, pero aún así lo hizo. Giró su cabeza con una sonrisa, probablemente pensando que era alguno de sus amigos. Al ver que era yo, su cara se transformó instantáneamente. Empujó a las dos chicas lejos, y trató de acercarse a mi, pero retrocedí rápidamente.

          – T-Tommy, no es lo que parece – solté una risa, aunque no había nada gracioso en lo que estaba diciendo.

          – Creo que es exactamente lo que parece. Ya no vas a tomarme de estúpido Dylan, esto se terminó.

           Su expresión mostraba más dolor del que pensé que lo haría. Tomó mi brazo con fuerza, y me arrastró afuera del lugar, donde la música no se oía tanto y no estábamos rodeados de gente.

         – Tommy, lo lamento tanto, estoy muy arrepentido. Pero puedo cambiar, solo no me dejes.

           – No, Dylan. Tú no puedes cambiar. Haces esto hace tres meses, y sé que aunque intentes serme fiel, te aburrirás. Y está bien si eres feliz así, saliendo todas las noches y disfrutando, pero no me arrastres a mi con eso. Siempre supiste que yo no soy la clase de persona que se sienta en el sofá toda la noche a esperar a que vuelvas porque te aburres de todas esas mujeres. Sin embargo, me hiciste serlo. Y dolió. Pero qué esperabas? Que viniera llorando a tus pies a suplicarte que te quedes conmigo? Estoy harto, te quiero Dylan pero tú no a mí, o al menos no como lo necesito.

        Aunque me hubiera gustado que no, ya estaba llorando. Las despedidas siempre se me hicieron demasiado tristes.

       – Tommy, yo te quiero,como nada ni nadie en el mundo. No me dejes, no puedo vivir sin ti. Ni quiera sé por que estuve haciendo esto. Perdóname por favor. – se arrodilló frente a mi, y ahí si me sentí triste. Lo extrañaría, muchísimo. Pero esto era lo mejor.

           – Si yo no decido esto, tú tampoco lo harás. Es lo mejor para ambos, no estoy enojado contigo Dylan. No voy a mentirte tampoco, me dolió y aún lo hace, pero yo ya no puedo seguir así. Te quiero Dyl, siempre lo haré. – tuve que tomarlo por la camiseta y hacer que se levantara.

        Él lloraba demasiado, y por un segundo consideré olvidar todo y seguir con lo nuestro. Pero no era lo correcto, no podía seguir de rompiéndome por dentro. Tomé su mano entre las mías, y la acaricié levemente antes de abrirla y dejar sobre su palma la llave de su departamento. Al ver el objeto en su mano, alzó la mirada a mi cara y lloró más aún.

         – Tommy, puedo besarte? Sé que no lo merezco, pero p-por favor – yo solo sonreí y tome sus mejillas en mis manos, acercando mi rostro al suyo. Él unió nuestros labios con desespero y me abrazó con fuerza, pegandome lo más que pudo a su cuerpo. Y allí, con mis manos en su cabello, y sus brazos abrazando mi cintura, me sentí más triste que nunca. Y supe lo mucho que lo extrañaría. Pero ya no podía retractarme, sabía que era lo mejor.

       Podrían haber sido minutos como horas los que estuvimos allí, simplemente besándonos, porque aunque yo había decidido terminarlo todo, no sabía si estaba listo para dejarlo ir. Pero tenía que. Me separé lentamente de sus labios pero no de su cuerpo.

         – Thomas, lo lamento tanto – sabía que no iba a poder hacerme cambiar de opinión.

           – Yo creo fielmente, que cuando las personas están destinadas a estar juntas, van a estarlo, a pesar de todo. Tal vez no era destinado a ser. O tal vez, no era nuestro momento, quizás lo sea dentro de un mes o dentro de un año. Algún día, tal vez nos volvamos a encontrar. Hasta entonces Dyl.

       Esas fueron mis últimas palabras, antes de dejar un beso en su mejilla y alejarme por la calle, ignorando sus gritos y llanto. Seque mis propias lágrimas y caminé a mi hogar.

        Porque si él quería que yo fuera suyo, el tendría que haber sido mío primero.




         

One Shots ↪ Dylmas/NewtmasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora