Anyway I thought I should leave Daegu
Habían pasado dos semanas desde que vi a Agust por última vez. Las batallas de rap habían comenzado de nuevo y la gente estaba realmente emocionada con lo que podría haber preparado Agust para la ocasión. Jimin y yo decidimos pasarnos por allí el primer día de las presentaciones y disfrutar de la actuación del mayor si hacía acto de presencia.
Aprovechamos la oportunidad para echar un vistazo a las competiciones de baile e intentar conocer al amigo del rubio, aunque tampoco estábamos seguros de que participara en ellas. Aún así, Jimin estuvo atento a cada una de las actuaciones y de vez en cuando, notaba como trataba de memorizar algún paso en el que se había fijado.
Eran casi las diez y mi amigo tenía que entrar a trabajar en cinco minutos, por lo que le apuré para ponernos en marcha. Y, aunque no quería irse a mitad de competición, no tuvo más remedio que seguirme.
Jimin tenía un trabajo en el negocio de la familia Kim, realizando turnos de noche y así no interponerlos con los horarios de clase. Por un lado, ganaba el dinero suficiente para ayudar a su madre con los gastos. Sin embargo, por el otro lado, le restaba importantes horas de sueño que, a la larga, afectarían a sus niveles de atención.
En cuanto llegamos, Jimin se posicionó tras la caja del establecimiento mientras yo le hacía compañía, sentada en una silla detrás del mostrador. Con frecuencia, para no caer dormido y permanecer despierto hasta que su compañero Namjoon, hijo de los propietarios, viniera para cerrar el comercio, encendía la radio en una emisora cualquiera.
La música, como era habitual, no esperó para llenar el ambiente. Jimin se distraía inventándose cualquier coreografía para las canciones que iban poniendo. A veces me unía a él y acabábamos bailando de forma ridícula una de esas melodías de los noventa que escuchaban nuestros padres de jóvenes o, simplemente me quedaba estática en mi asiento, viendo cómo se movía al compás de la pista.
En un momento como esos, alguien entró en el establecimiento y mi amigo tuvo que dejar su baile por la mitad para atenderlo. El nuevo cliente, con un tinte pelinaranja -al igual que el de Jimin pero un tono más oscuro-, parecía nervioso y, por qué no, un tanto preocupado.
- Bienvenido, ¿qué deseas comprar?
- No... No vengo a comprar...
- ¿Entonces?
El chico acarició sus manos para calentarlas del frío del exterior y puso atención a la chapa de identificación del pelinaranja:
- ¿Tú eres Park Jimin?
- Eh, sí. ¿Quién lo pregunta?
- Soy Jung Hoseok, el amigo de Agust.
En cuanto escuché ambos nombres, me levanté con rapidez y me asomé al mostrador. Hoseok dirigió su mirada hacia mí y sus ojos parecían iluminarse al reconocerme.
- ¿Sury?
- Sí, soy yo. Tú eres el compañero de apartamento de Agust, ¿verdad?
- Sí. Me comentó que Jimin trabajaba a estas horas en la tienda de los Kim y vine lo más rápido posible.
- ¿A qué viene tanta prisa? ¿Le ha pasado algo?
- No lo sé...
- ¿No lo sabes?
- No lo sé porque no sé dónde está.
- Hoseok -Jimin suspiró, sonriéndole al chico-, estará en las batallas de rap. ¿Has ido allí?
- Pues claro que ya he ido, pero nadie sabe nada de Agust. Ni siquiera su mánager ha podido ponerse en contacto con él en toda la semana.
- ¿Toda la semana? -rodeé el mostrador, situándome frente a Hoseok-. ¿Cuánto tiempo llevas sin saber de Agust?
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ᥲgᥙst d; mιᥒ ყooᥒgι
Fanfic»Agust contempló mi rostro y tras no recibir más respuesta de mi parte que la del nerviosismo y el miedo, observó la pared detrás de él. No me había dado cuenta de lo escrito allí hasta que, con la linterna de mi móvil, lo iluminé. En letras grandes...