Joyas de luz

Pozo de Desesperación

En mi angustia invoqué a Jehová,
Y clamé a mi Dios.
El oyó mi voz desde su templo,
Y mi clamor llegó delante de él, a sus oídos.    
Sal.18:6

En nuestra larga vida hay muchos momentos en el que nos sentimos morir, todo a nuestro alrededor parece derrumbarse. Tu animo se desvanece, y cada cosa que ves pierde su brillo.
Incluso inconscientemente cada tanto levantas tu mirada al cielo, como esperando que de allí arriba alguien se apiade de ti. Son momentos difíciles,  momentos en los que las palabras de los seres queridos no calman, los abrazos del ser querido no son capaces de aplacar el dolor que apuñala tu corazón.
Sientes hundirte, las luces se apagan, pronto todo quedará en penumbras, tú y tu miseria, tú y tu intento de enfrentar está vida solo. Pero en este momento es cuando te das cuenta que no puedes solo, que tus esfuerzos no han sido capaces, hay cosas que escapan de tu control. Te das cuenta que eres mortal, vulnerable, débil,  eres humano.
Y es en ese momento cuando te acuerdas de Dios, a pesar de que tal vez no estas seguro de su existencia. Pero estas tan desesperado, están tan necesitado de que alguien te extienda una mano y te saque de ese pozo, que incluso esperas que Él se apiade de ti. En ese momento te disculpas, en ese momento sientes un nudo en la garganta porque no eres el hijo obediente o perfecto que sabes que Dios pide. Pero esperas que aunque sea una pequeña fibra de su corazón se conmueva al mirarte.
Y puedo decirte querida alma, puedo asegurarte que Él está esperando por ti. Él es un Padre amoroso que a pesar de tus errores, de tus desobediencias,  e incluso de las innumerables veces que lo rechazaste. A pesar de todo eso en ese momento vas a notar su mirada tierna, vas a sentir sus brazos rodeando te para darte seguridad y rescatarte de ese pozo de desesperación.