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Comencemos...
El día 10 de marzo por la noche comenzamos a charlar.
Fuiste el que comenzó la conversación con un ''Hola, eres perfecta''
A lo cual respondí: ''No como tú'' y comenzamos a halagarnos mutuamente.
Al principio creía que sólo lo hacias para impresr y decidí seguir tu juego.
Al cabo de unos días me di cuenta de quien eras realmente.
Comenzamos a charlar de verdad, empezamos a tenernos confianza y a conocernos.
Fue entonces como me di cuenta de lo identicos y diferentes que resultabamos ser.
Me di cuenta que me había topado con una persona mágica y maravillosa. Sabía que tenía que tenerte a mi lado.

Eras como yo, pero en versión tú.
Y a la vez sólo eras tú.

Yo era una niña insegura de mi; antes me habían lastimado en el amor y tenía demasiado miedo de entregarlo todo.
Mi idea del concepto amor era demasiado diferente a la tuya.
Yo creía que el amor nacía de la atracción física y así era como comenzabas a querer a las personas.
Tú me enseñaste algo diferente, me hiciste ver que todo va más allá de ese ambito.
Me enseñaste que la atracción mental es la más fuerte de todas. De una mente no te liberas ni cerrando los ojos.
De esa atracción nace la sentimental. Comienzas a querer a la persona por como piensa, por su forma de ser, te enamoras de sus sueños y ambiciones, de sus miedos y sus secretos.
Ahí fue cuando comencé a enamorarme perdidamente de ti.
Comencé a entender que quien realmente vale la pena va a hacer que te enamores dos veces.
La primera va a ser de ti y la segunda de él.
Me enamore de ti en caída libre, porque nadie me empujo, me lancé sin importar si eras abismo y tus profundidades serían obscuras. Estaba segura de lo que sentía por ti. Me había enamorado por primera vez en mi vida de una forma realmente especial, lo se porque eras dueño de mis fantasías y de mis palabras.
Soñaba con dar mi primer beso contigo y que fueramos de esas parejas a la que todo el mundo voltea a ver envidiables mientras caminamos de la mano invencibles.

Te agradezco que me hiciste creer de nuevo en el amor y desde un punto de vista diferente, me enseñaste a quererme y ser segura de mi por lo que soy, me diste el valor de mostrarselo al mundo; y no fue lo único que me enseñaste.
Hay un sin fin de otras cosas bunas que me dejaste y te agradezco tanto.
Me regresaste las ilusiones, la sonrisa y me reparaste el alma.
Caí en cuenta de que quien vale la pena no es quien te mueve el piso, es quien te centra. No es quien te roba el corazón, es quien te hace sentir que lo tienes de vuelta.
Me atraías ya en todos los aspectos.
Me atraían tus ojos, tu boca, tus brazos, tu sencillez, tu seriedad y la locura que desatabas de vez en vez, tu forma de hablar, tú voz y tu sonrisa.
Me atraías más que cualquier otra persona en mi vida.

Las cartas que nunca te di.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora