Día 1. Mi alter Ego.

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Él era un chico tímido, reservado, con la mirada siempre en el "qué dirán"; un chico demasiado preocupado, demasiado atento, con un corazón enorme y una cabeza excesivamente activa, no era perfeccionista, pero le gustaba que todo saliera bien.

Ella, todo lo contrario; vivía el momento, se dejaba llevar por impulsos, por el corazón, no por la cabeza, aunque pensaba antes de actuar, diferenciaba entre el bien y el mal. Era sincera, sociable y extrovertida, no temía a nada, o si lo hacía, no lo aparentaba.

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Manhattan, 17 de Marzo de 2018.

Era un día de lluvia, un día de manta y netflix, un día de poesía, de mirar más allá, de que nada es triste si sabes sonreír, de mirarte en el espejo y pensar que puedes con todo, con todos.

Era un día que empezó como otro cualquiera; poniendo los pies en el suelo, lavándome la cara y tomándome un café, pensando en qué invertiría mi preciado tiempo hoy. Salí a correr por el "pastel de espinacas" de esta hermosa ciudad y la ví, paseando con su pequeño yorkshire; Alice, la chica nueva de mi clase, de la cuál me enamoré la primera vez que la mire a los ojos, a esos ojos rasgados, porque sí, los ojos rasgados también son bonitos, joder si son bonitos...

Por suerte o por desgracia nos sentamos juntos en clase. El nuevo tutor nos ha ordenado por orden de lista, cree que con nuestros quince años sólo pensamos en vivir en una contínua fiesta, así que no quiere arriesgarse a que nos sentemos con nuestros amigos y nos distraigamos en clase; yo soy un chico responsable y además, tímido, así que realmente, tampoco me afecta mucho el cambio, además mi mejor amigo, Mike, va a la otra clase.

Mi mamá me enseñó que la mejor manera de desafiar a la vida, de plantearle que todo va a salir bien, es la de mirar a los ojos, la de mirar más allá y sonreír, venga lo que venga, siempre sonreír; y eso hice. Alice me vió y también me sonrío, una sonrisa preciosa que acompañó a un "buenos días deportista, ¿dónde vas con tanta prisa? " , una frase que realmente me hizo gracia, a la que yo sorprendentemente le respondí, "a verte a ti, princesa". Habían pasado dos meses ya desde ese primer día en que sentó a mi lado, habían pasado dos meses ya desde ese primer día en que me miró a los ojos; y sorprenedentemente habíamos cogido mucha confianza en este poco tiempo y ella, según lo decía, me había cogido cariño, era un buen amigo.

Alice era una persona sociable y extrovertida, pero de clase sólo se lleva con tres chicas, y conmigo. Sus amigas eran de California, donde vivía antes con sus padres, con los que se ha mudado aquí por trabajo. Supongo que el hecho de que sea el único chico con el que invierte su tiempo hace que sea un privilegiado.

Me acerqué a ella, me dio un beso en la mejilla, compartimos banco y coqueteé con su perro mientras hablábamos. El tiempo a su lado siempre se me hacía corto y cada vez que estaba a su lado deseaba estar más con ella, deseaba que el día no se acabara nunca. Alice siempre te hablaba mirándote a los ojos y eso es algo que valoro y aprecio, ya que es algo que a mi también me gusta hacer, no se, mirar a los ojos es uno de los pequeños placeres de la vida que la mayoría se pierde por ser ignorante.

Alice vivía a unas manzanas de mi casa, en un edificio cerca de Central Park, por eso me la encontraba casi siempre que salía a correr por allí, de hecho, tras conocerla he empezado a salir más a correr, como excusa para verla; así que digamos que gracias a ella estoy haciendo más ejercicio.

Diario de un adolescenteWhere stories live. Discover now