Capítulo 1.

153 14 2
                                        

A las afueras de Magnolia, actualmente.

―¿Un sueño?

(...) se incorporó en la cama con el pelo desordenado que le tapaba el rostro, bostezó frotándose los ojos y miró que la luz entraba a raudales por la ventana.

De nuevo había estado soñando cuando vivía con sus padres y sus hermanos, todo había sido hermoso hasta el momento en que los asesinaron. Malditos seguidores del Poseído.

«¿Porqué no cerré las cortinas?», se preguntó volviendo a la cama mientras se cubría por completo con las sábanas.

Aquella mañana despertó como siempre sobre la hora del almuerzo, de no ser por la pequeña Bastet habría seguido durmiendo sin importarle estar en la cama todo el día hasta que le doliese el cuerpo.

—Eres una gata muy molesta —murmuró la pelirrosa.

Bastet era una exceed de pelaje negro muy lustroso y con una pequeña gema roja en forma de rombo estaba en el centro de su frente dándole un aspecto egipcio junto al collar dorado y sus pequeños brazaletes en las patas.

—Vamos, tenemos que buscar trabajo —Bastet tiró de las sábanas haciendo que (...) se pusiera en posición fetal buscando a tientas las sábanas—. Si te sigues comportando así no encontrarás un buen hombre con el cual casarte.

(...) de mala gana se sentó sobre la cama tapándose la cara con las manos mientras apoyaba los codos en las rodillas.

¿Ella casada con un buen hombre? Bastet debía estar quedándose loca si pensaba que ella dejaría su libertad para atarse a un sólo hombre.

Aunque bueno, admitía que encontrar chicos guapos en los sectores alejados de la mano de Dios era muy difícil. Por no decir imposible. Pero muy en el fondo sabía que las palabras de Bastet eran la pura verdad.

¿Quién no buscaba a una persona para querer y que la quisiera a su vez? A poder ser un hombre guapo.

—Bien, después del desayuno nos vamos a la ciudad.

—Querrás decir el almuerzo, (...).

Bastet terminó de doblar las sábanas y las dejó en la cabeza de (...) que parecía seguir meditando su existencia al universo.

Después de que terminaron sus labores y comieron se prepararon para irse de viaje.

—¿Deberíamos llevar todo? —preguntó (...) mientras guardaba varios conjuntos en la maleta.

—Siempre podemos volver, nada nos garantiza que vayamos a encontrar algo a la primera de cambio.

En eso (...) le daba la razón.

Así que decidió guardar unas pocas cosas más. Era la primera vez que buscaba trabajo. ¿Qué se necesitaba para ello?

Fue hasta el pequeño salón y buscó una caja que estaba sobre la estantería de libros viejos y desgastados que hablaban sobre magia.

—¿Qué es eso, (...)? —preguntó Bastet mientras se acercaba para ver el contenido de la caja—. Son muy lindas, ¿por qué tenías esto guardado?

(...) miró las cosas más diminutas, delicadas y poderosas que tenía entre las manos.

—Son unas llaves para magos celestiales... bueno, para una maga celestial única en cada generación —respondió (...) mientras iba metiendo las llaves con cuidado en un pequeño llavero que luego se ató al cinturón del short—. Pertenecieron a mi primer ancestro y después a su hija y así hasta llegar a mi manos. No existe ningún otro mago capaz de utilizar éstas llaves. Es... es algo que sólo los de mi familia, las mujeres —especificó (...) con la cara triste— son capaces de utilizar. Aunque aún no sé exactamente qué función tienen en una supuesta profecía contra un tal Poseído.

Fantasy (EDITANDO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora