capítulo 2🐺

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Pov. Thomas

Los días pasaban y las pesadillas recurrentes llenaban mis noches de inquietud. La figura de la mujer misteriosa se mantenía en mi mente, como si fuera una llamada a la que debía responder. Pero mi realidad estaba atada a Cristal, una mujer que se esforzaba por darme su amor y con la que había formado un vínculo complicado.

Cada vez que me encontraba con Cristal, fingía emoción por los trámites médicos y los preparativos para nuestros futuros hijos. Nuestra relación había perdido la pasión y la conexión que una vez compartimos. No podía evitarlo, mi mente vagaba hacia esa figura desconocida que me obsesionaba. A pesar de que mis instintos me impulsaban a buscarla, el sentido de responsabilidad me retenía.

En este día, nos encontrábamos en una consulta médica con un ginecólogo de confianza, buscando su ayuda para nuestro futuro. A pesar de la apariencia de normalidad, la tensión entre Cristal y yo era palpable. No habíamos tenido relaciones sexuales desde hacía tiempo, algo que no le gustaba a Cristal pero que esperaba que entendiera.

El médico nos hablaba sobre hacer estudios para evaluar la posibilidad de que Cristal pudiera concebir en el futuro. Cristal apretaba mi mano con fuerza, y aunque intentaba forzar una sonrisa de emoción, sabía que era más una fachada que otra cosa.

—¿Mañana?—Pregunté al médico, tratando de asimilar la información.

De repente, gritos de dolor estremecieron el pasillo, y un olor familiar e intoxicante se apoderó del ambiente. Mi lobo se revolvió en mi interior, inquieto y lleno de energía que no podía explicar. No entendía por qué estaba reaccionando así.

—Doctor Sánchez, tenemos un parto.—Anunció una enfermera jadeante.

El médico no lo pensó dos veces y salió corriendo para atender la situación. Los gritos seguían resonando, palabras de dolor y angustia que llenaban el aire.

—Ahhh, joder, me duele, no quiero dar a luz hoy, hoy no.—Exclamaba la voz desesperada.

Un instinto desconocido me llevó a salir al pasillo, pero antes de que pudiera reaccionar completamente, Cristal tiró de mi brazo, intentando llevarme fuera del hospital.

La escena que se desarrollaba frente a mis ojos era confusa. Una mujer, loba por su olor, estaba en medio del pasillo, luchando contra el dolor del parto. Mi mente intentaba entender, pero mi lobo rugía dentro de mí, demandando mi atención.

Ella estaba acompañada por un hombre que irradiaba amor y preocupación por ella. Esa imagen me afectó en un nivel que no podía explicar. Y sus ojos, morados como una joya preciosa, me atraparon en un instante, aunque no recordaba de dónde los conocía.

Mi lobo se agitó aún más al sentir su olor, y de pronto, me vi enfrentando a una lucha interna. Cristal habló, pero mis pensamientos estaban divididos entre la lealtad que le debía y la conexión inexplicable que sentía hacia esa mujer.

-¿Qué te pasa, Thomas? Esa mujer tendría que ser yo, teniendo tus hijos - Cristal me reprochó.

—Vámonos, no quiero un escándalo aquí.—Le dije, intentando reprimir la confusión que me invadía.

Pero el aroma, los ojos, la necesidad inexplicable me impulsaron a moverme hacia esa mujer, incluso cuando Cristal intentaba mantenerme alejado.

—Thomas...

Sin prestar atención a las palabras de Cristal, me dirigí hacia el auto, necesitando alejarme de la escena que me sacudía por dentro.

—Eres un gilipollas. Soy tu mujer.—Cristal me gritó, pero mis pensamientos estaban en otro lugar, divididos entre lo que sabía y lo que sentía.

Quédate conmigo #2¿No Me Temes?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora