¿A qué saben las palabras?

#5: Los otros

LOS OTROS.

Están los que buscan poder y están los otros,
los que no quieren nada del mundo, los que construyen.

Están los inteligentes y están los otros;
los genios, un poco tontos, un poco locos; que no saben de límites y reglas, que se animan, que se avientan, fracturan, y en su romper crean algo maravilloso.

Están los que buscan dinero y están los otros;
los que no aceptaron el trato, que no se venden, que tienen algo más valioso: un sueño, una idea deslumbrante, incandescente, fulgurosa.

Están ellos y los otros;
los que existen sin definición, sin concepto, sin remedio.

Están los ganadores y los otros.

Están aquellos que buscan curar a los otros; sin saber quién es más loco, tonto y genio; los que intentan arreglar a los otros o los otros que no se dejan arreglar.

Esta todo y en la distancia está lo otro;
de lo que nadie habla, nadie quiere saber.

Están todos y entre ellos los otros;
callados, escondidos en su silencio, corriendo, huyendo en su presencia, pretendiendo ser uno más del rebaño, fingiendo decir sí. Les vemos atorados en camisas, con las carnes del cuello constreñidas en una corbata afilada, que les corta y les ciñe un alma enorme y poderosa.

Los otros;
demasiado grandes para las medidas, tiempos. Demasiado grandes para caber en cualquier lado. Los otros que andan con zapatos apretados, con palabras e ideas que les comprimen la lengua. Enjaulan su corazón bajo la debilidad de nueve botones. Fingiendo una normalidad que les carcome, lastima y escuece. Sólo son los otros de sueños grandes y fuego en el pecho. Otros de imposible domesticación.

Por eso he cambiado el lugar mi fe;
abandonando a los dioses
he decidido creer en los otros.
Son ellos,
los otros entre nosotros,
los que van a cambiar al mundo.
Resistan.

Son todo lo que queda.
Resistan.
Ustedes son
los otros.

—José de la Serna