-No voy a ir a tu casa, Adrien – insistió Marinette, barriendo los cristales del suelo mientras la patrulla se alejaba.
El sector había vuelto a quedarse en silencio después de que todos los mirones hubiesen vuelto a sus casas a dormir. ¿Dónde habían estado mientras alguien entraba a su casa? ¿Por qué no lo había evitado nadie? ¿Por qué no habían llamado al menos a la policía? Solo las farolas y las estrellas iluminaban la calle a esas horas, casi la una de la madrugada.
Tal vez Marinette pareciese tranquila por fuera, pero por dentro estaba temblando de pensar que un delincuente había entrado en su casa y había estado tocando sus cosas. Quizás si tuviera de nuevo su miraculous eso no la estuviera preocupando.
-No te molestes en intentar convencerme.
-No te he pedido que vengas – le dijo Adrien, dejando una papelera delante de ella.
Tenía la camisa remangada y se había aflojado la corbata.
Su gesto era impasible, pero solo aparentemente. Marinette se había dado cuenta de que tenía la mandíbula muy tensa y la vena de la sien hinchada.
-Pero ibas a hacerlo – le respondió, tirando un cristal en la papelera.
Le picaba la piel de la tensión, y de la sensación de unas horas antes. Además, tenía insatisfacción entre las piernas.
-Hipotéticamente hablando – empezó Adrien, apoyándose en el marco de la puerta -, ¿Te parecería mal que te pidiese que vinieras a mi casa conmigo porque...?
Porque sabía que no se resistiría a quitarle la ropa y a aliviar la tensión de su cuerpo a la vieja usanza. Si se acostaba con Adrien porque estaba asustada estaba casi segura de que se arrepentiría al día siguiente.
-Si lo que quieres es ayudarme, pon una tabla de madera en el hueco que ha quedado en mi puerta – le dijo ella, deseando tener un perro grande.
-¿Crees que con un trozo de madera será suficiente?
-El agente me dijo que ya tienen a los tipos que hicieron esto.
Al parecer, habían detenido a dos adolescentes por haber entrado en otra casa tres calles más allá-
-Creo que solo han robado un iPod y algo de bisutería, que me devolverán lo antes posible –añadió Marinette.
-Les fue demasiado fácil entrar. No era tan tarde y nadie se ha enterado –comentó Adrien enfadado -. ¿Qué crees que habrían hecho si hubieses estado en casa? ¿Si hubieses estado en la cama o en la ducha?
Cerró los puños con fuerza y los músculos de los brazos se tensaron. La intensidad de su voz y de todo su ser iba más allá del mismísimo Chat Noir. Aquel era Adrien, el hombre en esencia preparado para mantenerse inamovible entre ella y cualquier cosa que se le acercase.
Ya se había comportado así de adolescente. En una ocasión Luka le había hecho proposiciones deshonestas a Marinette y le había dado un pellizco en el muslo que le había dejado marca. Al verlo, Adrien no había parado hasta encontrarlo y darle su merecido.
Una parte de ella quería calmarlo y a otra le atraía aquella fuerza, no podía negarlo, aquel carisma, quería tener a alguien a su lado que la ayudara a ser muy dura e injusta. Por mucho que odiase admitirlo, sí que le daba miedo pasar la noche allí. Llevaba viviendo sola tres años, pero esa noche se sentía sola y vulnerable de verdad por primera vez.
Adrien entro en la casa y continuó
-Mañana por la mañana cambiarán la cerradura y te instalarán un sistema de seguridad- le dijo, levantando una mano-. No te molestes en decir que soy un materialista. Se trata de tu seguridad. Es tarde. Quédate hoy conmigo y ya hablaremos mañana en el desayuno.
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¿SOLO POR DESEO? +18 | Miraculous Ladybug Fanfic
RomanceEs el año 2025, se podría decir que los habitantes de París ya estaban libres del malvado Hawk Moth, la ciudad al fin vivió en paz. Pero no se esperaban lo que estaría a punto de ocurrir. Adrien Agreste había hecho una fortuna y había vuelto a sald...