Sanar

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Había pasado una semana desde que Jay me contó lo que sabía. Desde que compartió su triste historia y al hacerlo se desmoronó frente a mí. Cuando se fué ya no lo volví a ver, al menos no en este tiempo. Skye seguía en coma en el hospital. Jullie y yo la íbamos a visitar todos los días después de clases. No nos hablábamos mucho, excepto sobre alguna tarea o cosas normales del colegio. Vivía asustado... tenía miedo de la chica y de lo que era capaz de hacer. Ahora sabía su nombre, pero solo eso. Mi investigación ya no tenía mucho sentido, así que decidí dejarla por un tiempo y tratar de arreglar mi vida un poco.

Un día después de clases decidí dejar ir a Jullie sola con Skye, ir a verla solo me hacía sentir más culpable. Además, Jullie necesitaba estar sola con Skye al menos un rato. Decidí pasar por el parque de aquella vez. Había demasiados niños, y la verdad, no los soporto. Me metí por detrás de los juegos y de las bancas, con rumbo al bosque que estaba detrás. Me gustaba ir allí cuando había mucha gente en las bancas del parque. Era un buen lugar para leer. Había un camino de tierra rodeado de hojas caídas de los árboles y algunas flores extrañas. Caminando unos dos kilómetros desde el parque, había un roble alto de al menos 100 años por su tronco.

Empecé a caminar con mis audífonos. El día estaba nublado, lo cual era raro en verano, pero hacía que el clima fuera más agradable. Empecé caminando con mis audífonos puestos, pero me quedé sin batería a medio camino. En el camino veía ardillas y pájaros, pero la verdad no les prestaba atención. Estaba demasiado inmerso en mis pensamientos de culpa, terror, y furia que me dejaban los recuerdos de todo lo ocurrido. 

Cuando llegué al árbol, divisé a alguien sentado justo debajo de la sombra que el árbol creaba. ¡Justo donde yo me siento! Era el colmo. Ni siquiera en el bosque más alejado de la sociedad podía estar solo. Decidí sacar a la persona, entonces me fuí acercando hasta que la imagen de la figura se fue haciendo más nítida. Era una chica con audífonos beats color rojo, cabello rojizo, piel pálida, vestida con jeans azul claro y una blusa de manga larga color negro. La chica estaba leyendo un libro que no tenía portada, la cobertura era totalmente negra. 

-¿Hola?, ¡Ey¡ !Tú! ¡¿Me escuchas?!

La chica me volteó a ver con una mirada de confusión y se quitó los audífonos.-¿Te importa?, estoy...emm...ocupada en este momento -dijo antes de esbozar una enorme sonrisa falsa.

-Pues, no... no me importa si estas ocupada, solo quiero pedirte que te busques otro lugar para leer. -dije tratando de sonar lo más frío posible.

-¿Qué problema tienes conmigo eh? No he hecho nada, y si quieres sentarte bajo este árbol, puedes hacerlo conmigo si...lo pides de buena gana.

-¿Qué gano yo con eso?

-Si no quieres no lo hagas, pero yo no pienso moverme de aquí hasta terminar este libro, o al menos hasta donde llegue cuando empiece a hacer mucho frío.

Sabía que no tenía más opción que aceptar. Al menos, si la chica usaba sus audífonos no iba a ser una molestia.

-¿Puedo sentarme? -dije de mala gana.

-Depende...¿eres una molestia, o si eres soportable? - no sabía que responder, pues era lo mismo que me preguntaba de ella.

- Todo el mundo es una molestia hoy en día ¿no crees?

-Hmmmm... pues en eso tienes razón. Al menos piensas lo mismo que yo.

La chica se hizo a un lado y me hizo una seña para que me sentara a su lado.

-Gracias -dije poniéndome a su lado. Creo que ya no me estaba escuchando porque cuando lo dije ya tenía puestos sus audífonos.

Pasaron horas mientras yo estaba en el árbol viendo al cielo y la chica estaba a mi lado leyendo con sus audífonos puestos. De repente, la chica se quitó sus audífonos y volteó hacia mí. 

-Bueno, creo que hasta aquí llegó mi música. Mi teléfono murió.

-El mío igual, y también me quedé sin que escuchar.

-ja...creo que estamos igual entonces... -dijo la chica con una risa más genuina en el rostro.

-Oye...yyy...¿Siempre eres así de sarcástica con todos? -lo dije sin mala intención, pero creo que mi estupidez me superó en ese momento.

-No, solo lo soy con los tarados idiotas como tú -dijo la chica con un tono de burla.

-Oye, no lo decía con mala intención eh. Es solo que no se hablar muy bien con los demás.

Los ojos de la chica se posaron en mí y su expresión pasó de ser burlona a mostrar compasión      -Bueno, en eso nos parecemos.

-¿Tú? Naaaahhhh, ¡pero si tu sarcasmo es tan adorable! ¡y eres taaan dulce!

-¿Quién es el sarcástico ahora? -me dijo conteniendo la risa.

- Supongo que ahora soy yo -ambos nos echamos a reír. 

Por un breve momento, todo volvió a estar bien. Me sentí en paz. De repente, se escuchó un trueno sobre nosotros. Las gotas empezaron a caer, volviéndose cada vez más constantes.

-Creo que es hora de irnos -dijo la chica

-¡No me opongo a eso!

Ambos echamos a correr de regreso al parque de la ciudad mientras la lluvia encima nuestra solo aumentaba, mojándonos por completo. Nuestras risas eran cada vez más fuertes mientras corríamos por el bosque salpicando en los charcos y mojándonos uno al otro. Luego la chica le pegó a una rama con su brazo haciendo que el agua de las hojas cayera sobre mí.

-Oye, ¡eso es trampa! -trate de hacer lo mismo pero al pegarle a la rama, el agua cayó sobre mi también.

La chica paró de correr y sin importarle la lluvia se echó a reír a carcajadas de mí. Luego de  lanzarle una mirada burlona ya no pude más y también reí con ella.

- Tu estupidez es muy divertida, sabes. Deberías ser comediante.

- Para eso necesito agradarle a la gente, sabes. Y eso no se me da muy bien.

la chica soltó una risita -Pues a mi me agradas, y eso no es muy fácil de lograr. Bueno al menos no eres un total idiota como todos los demás.- volvió a reír y ambos retomamos el camino.

No pasó mucho tiempo hasta llegar al parque. La lluvia continuaba, pero a este punto ya estábamos totalmente empapados. 

-¿Te acompaño a casa? -dije con el tono más amable posible. Era sorprendente como había logrado llevarme tan bien con alguien que acababa de conocer.

- Gracias, pero puedo arreglármelas yo sola unas calles más, caballero de brillante armadura, -me respondió sarcásticamente haciendo énfasis en la parte del caballero, diciéndolo en un tono burlón.

Me reí, porque nunca pensé en decirle eso a una chica. Siempre pensé que no era ese tipo de persona.

-¿Brillante armadura?¿En serio? - le contesté mientras reía.

- Es mejor que tarado desconocido que quiere acompañarme a casa, ¿verdad?-dijo mientras reía.

-Sí eso creo- dije entre risas.

-Aquí nos separamos extraño tarado que quiere acompañarme a casa.-dijo la chica sonriendo.

-Gusto en conocerte también extraña. Ah y por cierto, soy Zach-dije mientras estrechábamos nuestras manos de forma graciosa.

La chica hizo un gesto de despedida y comenzó a correr en dirección opuesta a dónde yo me dirija. Antes de perderla de vista grité...

-¡No me dijiste tu nombre!

- ¡Soy Zari! -dijo con una sonrisa que a penas distinguía por lo lejos que estaba.

"Zari", me dije a mi mismo. Que lindo nombre.

Deep Blue EyesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora