11 : Accidente de Fernando

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Hoy dia 19 de marzo era el partido más importante para mi padre, ya que hoy se cumplían 2 años de que volvió al Atleti.

Me desperté temprano, ya que quería ir bien arreglada.
Después de darme una relajante ducha de casi media hora me puse mis tejanos negros y una camiseta del club con el número 9 y las letras que formaban la palabra "Papá".

Bajé a desayunar minutos mas tarde, encontrandome con mi madre junto a Marco y Elsa. Me senté con ellos para desayunar.

-¿Donde está papá?- pregunté con intriga.
-Simeone le llamó para que fueran antes, así que ya debe de estar entrenando- mi madre esbozó una sonrisa.
-¿A que hora nos iremos ma?- esta vez preguntó la pequeña Elsa.
-En cuanto terminemos de desayunar, así que va- se echó a reír.

Después se terminarme el café y las tostadas, cogí mi teléfono y salí de casa junto a mi família.

Al llegar al Wanda Metropolitano nos encontramos con Bea, mujer de Koke. Miriam, mujer de Yannick, Erika y Mía que venían con Theo, Maud y Isabelle.
Al entrar, mi hermano se fue con Theo a por las bebidas. Yo en cambio me fui al palco con los demás para sentarme en primera fila junto a Maud, Elsa y Mía, las cuatro estábamos más que emocionadas.

Cuando escuchamos el himno sonar miré hacía el césped y salude a mi padre, el cuál me respondió con una de sus preciosas sonrisas.

Cuando el árbitro hizo sonar el silbato dando por iniciado el partido el Chelsea tomo el control de la pelota.
El partido estaba bastante reñido hasta que en el minuto 63 el Atleti hizo una falta de corner, todos empezaron a colocarse en sus posiciones. Yo sabía y confiaba en que Oblak la pararía.

Cuando Oliver Giroud lanzó la pelota hacía portería vi a mi padre saltar para que esta no entrará, pero segundos después de que la pelota golpeara su cabeza cayo al suelo dandose un fuertisimo golpe en la frente.
Me levanté lo más rápido que pude mientras lloraba, en cuanto vi que los jugadores pedían a gritos los médicos salí corriendo sin importarme los gritos de mi madre y de mis tías.

En cuanto llegué al campo empuje a los guardias y corrí hasta el cúmulo de gente.

-¡PAPA! ¡PAPA!- empecé a gritar mientras me ahogaba en mis lágrimas, el estadio lo escuchaba todo ya que el silencio reinaba el lugar

-¡¡Aitana!! Quieta por favor- sentí los brazos de mi tío Yannick alrededor de mi cintura para impedir que caminara

-¡NO! Sueltame Carrasco!!- lloré mientras veía a mi padre inconsciente -¡Quiero ir con el!- empecé a patalear

-Aitana tranquila por favor- está vez era Saúl quien hablaba, todos estaban llorando- llevar a Anto y Aitana a enfermería, necesitan algo para los nervios- habló mirando a Yann

Al escuchar eso busqué a Antoine con la mirada hasta verlo sentado en un rincón del campo, abrazando sus piernas, llorando desconsoladamente. Al fin y al cabo el y mi padre eran casi hermanos.

-¡NO! Joder no- miré a Saúl con rabia -De aquí no me voy sin mi padre Ñiguez- logré soltarme del agarré de mi tío pero no pude dar ni dos pasos ya que Anto se había puesto delante de mi.

-Pequeña... no hagas esto más difícil cariño- susurro mientras veía las lágrimas caer por sus mejillas- Tu padre está en buenas manos, vas a ir con tu tío a enfermería para relajarte y después iremos a ver a tu padre, si?- habló con voz firme mientras me abrazaba

-Esta bien...- me giré mientras mi cuerpo temblaba más que un flan, miré a mi tío -Vamos... necesito un calmante- susurro mientras el me cogía en brazos y salíamos de allí como alma que lleva al diablo.

Después de estar más de media hora en enfermería salí de alli junto a mis tíos, tomamos rumbo al hospital ya que mi padre se encontraba allí.
En cuanto llegamos corrí hacía mi madre y la abracé lo mas fuerte que podía.

-Dime que esta bien mamá- lloré en su hombro

-Si cielo... pero aún no despierta- al ver que mi llanto no cesaba me susurró -El peligro a pasado peque- acaricio mi cabeza

-Quiero verle- la miré suplicando mientras ella asentía.

Después se que me tía Lena y mi abuela salieran de la habitación me dejaron entrar sola, sabían que lo necesitaba y se lo agradecía.

Me acerqué a mi padre a paso firme, el cuál estaba conectado a una máquina que media sus pulsaciones, me senté en una silla que estaba junto a la camilla y agarré su mano.

Después de unos minutos en silencio en los que solo se esuchaban mis llantos decidí hablar

-Papá...tienes que despertar, por favor- solloze levemente -necesito escuhar tu risa, tus "buenos días princesa", ver tus ojos observandome cada vez que habló emocionada. Tienes que abrir esos ojos, tienes que ponerte bien, ver a tus hijos crecer, a tu nieto jugar a la pelota...- estalle en llanto -no me puedes dejar papá, no aún, aún nos quedan miles de cosas por hacer, aún te falta una vida por delante. Tu eres fuerte, tu eres el más fuerte pa- susurre -eres el niño y tienes que volver con nosotros- me acerqué a dejar un beso en su frente -Te admiro mi super héroe

Me apoyé en su pecho llorando hasta que escuche esa voz que tanto me alegraba la vida.

-Nunca te voy a abandonar mi pequeña, te amo mi pequeña Torres-

El esbozó una pequeña sonrisa y yo le abracé con todas las fuerzas que tenía

Con el nueve en la espaldaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora