NREM (1ra parte.)

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(N/A: Este capítulo ha sido cortado en dos partes.)

Hiro se encontró con la penosa revelación de que Miguel era más ordenado que él tan pronto como puso un pie en la habitación y vio todo en su lugar correspondiente. No había ropa fuera de sitio, la cama estaba tendida, las cosas estaban en su lugar.

¿¿¿Entonces cómo o por qué llegaba siempre tarde con él???

Un misterio.

—¡Y este es mi cuarto, que es el tuyo! —Exclamó Miguel con singular alegría mientras el japonés dejaba su mochila sobre la mesa. Entre risitas, Socorro entró detrás de ellos y Hiro, sin poder resistirse al encanto de la niña, la pescó al aire y la cargó como pudo, sacándole una risa.

—¡Hey, Socorro! ¿Me dices dónde esconde tu hermano los dulces?

—¡Adentro del clóset!

Cómo el resto de su existencia, suponía Miguel.

—¡Coco! No le digas eso al arroz quemado este, se va a comer todos mis dulces y después ya no te voy a poder dar.

—¡Me quemé UNA vez, Miguel! ¡UNA!

—¡Adentro del clóset no están! —Corrigió la niña.

Tadashi entró poco después.

—Escuché un alboroto aquí. ¿Me perdí la reunión de algo?

—¡Hiro es arroz quemado! —Resumió Coco lo que en su opinión era la parte más importante de la conversación.

—¡Miguel! —Reclamó Hiro, ante lo cual el mexicano se encogió de hombros con una sonrisa.

—...Bueno, eso pasa cuando sales sin bloqueador solar. —Tadashi se rió y Hiro se indignó. —¿Algo más?

—Fuera de que los hermanos Rivera me atacan en equipo con apodos porque mi propio hermano no me puede mandar refuerzos, no, nada. Acabamos de llegar. —Comentó Hiro, haciéndole breves cosquillas a la niña para luego volver a colocarla en el suelo.

Tadashi le mandó una mirada de disculpa, para luego observar con un ligero asombro el modo en que Hiro interactuaba con la niña. Incluso vio cómo a su hermanito se le escapaba una mirada de ternura viendo a Socorro.

Y luego otra, viendo a Miguel.

"Ni mi guisti", "simis imiguis", "Tidishi istis milintirpritindi tidi" ay ajáaaaa... Tadashi rodó los ojos. "No me gusta el mexicano" y otros cuentos de friendzoneo innecesario, por Hiro Hamada.

Baymax entró en la habitación, buscando a la niña.

—Pequeña Socorro, es algo tarde para que estés despierta. —Empezó el robot. —Es hora de que vayas a dormir. Necesitas descansar después de toda esa diversión.

La niña hizo un puchero pequeño. Quería seguir divirtiéndose con todos.

—No quiero, no estoy cansada.

—Vamos, Socorro, podrás jugar más mañana. —Pidió ahora Tadashi, con un cierto instinto paternal en la voz. —¿Está bien?

Socorro lanzó una mirada a Miguel, esperando que la defendiera, pero Miguel no estaba seguro de qué hacer ya que ahora mismo era Migueliro (?) Riverhamada (???), y simpatizaba más con Baymax que con su propia hermana. Por lo cual le dedicó una sonrisa de disculpa, encogiéndose de hombros.

—P-pues... ¿Tiene razón...?

—Silenciosamente, pidió ayuda a Hiro. Lo miró a él, luego a Socorro, luego a él. Hiro captó la indirecta.

Tesis de un amor de verano.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora