A ESTE LADO DE LA VIDA

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Capítulo 1

-Nombre.

-Letitia Bynes.

-Edad.

-Veintiséis años.

-Defínase en tres palabras.

Me tomo unos segundos para pensar las tres mejores palabras que me definan.

-Responsable, trabajadora y con afán de superación.

Y al instante, sé que la he cagado.

Trabajadora. ¿En serio he dicho aquello? Decir “trabajadora” en una entrevista de trabajo era echarse flores de forma innecesaria. ¿Cuántas personas incluirían aquel auto piropo en aquella pregunta? ¿Y que había de lo último que había dicho? ¿Acaso “con afán de superación” era una palabra?

Analizo el semblante del entrevistador, un hombre de pelo engominado, traje, gafas de pasta y unos cincuenta años.

Anota varias cosas (seguramente lo tonta que soy) en una hoja y vuelve a levantar la vista.

-Creo que con esto y con su currículum es más que suficiente. Actualmente tenemos todas nuestras plazas ocupadas señorita Bynes pero no niego que su currículum es bastante atractivo- nada que no hubiera oído antes- En cuanto tengamos una plaza libre nos pondremos en contacto con usted.

Yo sonrío, aunque por dentro, me hierve la sangre. Siete entrevistas de trabajo en el último mes y en cinco de ellas me habían prometido lo mismo.

El entrevistador se levanta y yo le imito. Me aliso la falda de color lila y me tiende la mano. Yo le tiendo la mía y tras un delicado apretón de manos, me invita a salir del despacho.

Cierro la puerta de cristal una vez que me hayo fuera y camino con seguridad por la consulta.

Antes de salir, le dedico una sonrisa a la mujer que se encuentra en la recepción. Ha sido muy amable conmigo, rozando a veces la pesadez al contarme los líos de su familia mientras contaba los minutos que me faltaban para entrar en el despacho.

Cierro la puerta de madera y bajo los pocos escalones hasta el portal. Salgo del edificio blanco y echo mano del bolso.

¿Cuánto tiempo he estado en aquella consulta?

Miro el reloj del móvil y me respondo: cerca de una hora.

Busco en la agenda su número y pulso la tecla de llamada.

Mientras se suceden los pitidos de llamada me suelto la coleta y me desabrocho uno de los botones de la camisa de seda. Este calor no es normal, aunque estemos en verano. En Bristol no suele hacer demasiado calor en los meses de verano. Sin embargo, hoy el sol aprieta.

Por fin, responde al otro lado.

-¡Ya era hora!- espeta malhumorado y yo realizo una mueca.

-Lo siento cariño, pero acabo de salir.

-¿Qué tal ha ido?

-Bien, pero la contestación fue la de siempre. En fin, supongo que debería estar acostumbrada.

-Oye, acuérdate de pasar por donde Ricci para que te dé el videojuego.

Y pongo los ojos en blanco. Videojuegos… ¿Cuándo iba a dejar a un lado aquel pasatiempo propio de los adolescentes?

-Descuida, no se me olvida. Por cierto, recuerda tú también que esta noche quedamos a las nueve y cuarto  en el Bookshop.

-¿Con quién?

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