La Sangre del Rey [En Edición]

Inicios

El príncipe había leído muchas cosas sobre magia a sabiendas de que su padre no lo aprobaba. Sabía que no tenía limitantes estipuladas, pero también sabía que solo ciertos espíritus estaban hechos para ella. Conocer a dos brujas el mismo día y saber que una comunidad de ellas se había formado bajo las narices de su padre era risible, por decir poco. El Rey Endeavor las había desterrado hace muchos años, cuando él todavía era un niño. Un suspiro para la vida de una bruja, pero un montón de tiempo para un mortal con la mirada nublada por la ira. 

El hecho de que ahora estuvieran protegiendo a la oveja- el chico- que sacó la espada de One for All, hablaba de su compromiso con la nueva corona. Midoriya no solamente representaba un nuevo rey, sino también una nueva era a las que ellas apostaban. Shoto siempre había pensado que iba a tener una temporada difícil al momento en que le tocara gobernar, pero no pensó que iba a ser así. Ningún tipo de estudio lo hubiera preparado para vivir en una casa austera de tiempo y con la constante preocupación de que eventualmente alguien sabría en dónde estaba el Rey.   

A pesar de que la extrañeza de vivir en la casa del enemigo lo hubiera cegado por los primeros días, el resto de la semana del príncipe en la casa de la bruja Midnight fue más cómodo de lo que se imaginó. Inko le llevaba comida todas las mañanas, tardes y noches. Se sentaba con él para saludarlo y aunque los nervios le ganaban de vez en cuando y se quedaban en un silencio incómodo, eventualmente Shoto tenía que admitir que nunca le habían atendido así por ninguna sirvienta del castillo, por nadie. Así que era natural pensar que los gestos le parecían ajenos, casi inventados por las costumbres de esa casa extraña. Sin embargo, para cuando bebía la leche caliente que Inko le llevaba en las noches, no podía decir que se quejaba. 

Precisamente por esa cercanía, la idea de mudarse había surgido entre la familia. Principalmente, de parte de la aprendiz de bruja, Ochako. Sugirió que bien valía hacer la casa más al norte o adentrados en el bosque para que fuera de difícil acceso. Aunque todos estaban convencidos que era lo mejor, Midoriya fue el único que se opuso.

"No vale la pena hacerlo ahora cuando él está tan herido." Dijo. El príncipe se sintió tan avergonzado, que se sonrojó profundamente. Ser una piedra en el camino no era exactamente su intención pero por la severidad de la herida, trasladarse de un lugar a otro resultaba complicado y por más que el Rey insistiera que lo mejor era que lo sanaran con magia, Shoto se negó. La magia tenía ciertas limitantes en los cuerpos de los mortales. La próxima vez que lo hirieran, si es que pasaba, no surtiría el mismo efecto. Era mejor dosificar que curar por completo. Al menos con eso, Izuku dejó de insistir. Todo dependía enteramente del príncipe y de los métodos que él prefería usar en su cuerpo.

Pronto, las mujeres lo dejaron participar en las tareas de la casa cuando pudo levantarse y eventualmente, dejaron que se quedara en casa solo con el Rey elegido por la espada: El borrego que le salvó la vida. Tenían miedo al principio. Principalmente Inko, quien no podía despegarse de la idea de que el príncipe estuviera esperando en momento ideal para llevárselo, pero, después de haberlo frecuentado para darle de comer, decidió dejarlo a prueba. Para cuando los encontraron dormidos juntos en la sala, acurrucados para darse calor, las mujeres comprendieron que haber dejado que se quedara ahí no había sido una mala idea después de todo y que si el príncipe tenía la confianza del Rey, entonces ellas también deberían de dárselo.

Más pronto de lo que se imaginaron, Shoto se volvió una persona que les inspiraba confianza. Poco probable para alguien quien inicialmente tenía otras intenciones. 

—Descansa. No te sacaré de mi casa.— Le dijo Midnight una noche, entre sueños, cuando todos dormían. Sentada a un lado de la cama del príncipe, con una pierna cruzada, portaba una sonrisa que alumbrada por la luz de las velas se veía espectral y temerosa. Shoto no tembló. Era como si estuviera acostumbrado al terror.