Las Manos del Mago

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A medida que avanzaron en la solemnidad de un nuevo bosque que aparentaba ser santo, una casa modesta se dibujó en la distancia. En la orilla del horizonte, ahí en donde el sol se metía, Izuku vio una choza. Acomodada entre un montón de árboles, podría describirla como sobria, pero tenía muchas carencias. No estaba hecha con los materiales que tenía en casa. De hecho, bien podría decir que estaba construída con un material diferente, más débil...flamable.

Izuku levantó la mirada para ver a la chica que no tuvo que anunciar nada para hacerle saber que habían llegado. Sonriente, le acarició la cabeza. Izuku no quería decirlo, pero en sus pocas horas como animal, disfrutaba enormemente que tuvieran ese gesto con él.

—Ten cuidado con los charcos.— Comentó la maga, haciéndose de un par de piedras que estaban en el suelo para avanzar. —No quiero que te resbales.-—

—Ah, pensé que dirías que están hechizados o algo así.—

—No, esos están por allá.— Señaló otra sección del espacio. Izuku pasó saliva, sin angustias pero con sorpresas. Sí, quizás tenía que ser más prudente con lo que dijera, especialmente porque no sabía a lo que se estaba metiendo.

Saltaron los riachuelos que delimitaban la frontera de lo que les pertenecía a ellas e inmediatamente pudo sentir la diferencia. No tenía piel en las patas pero el césped era más ligero, con una cobertura de rocío que refrescó sus ánimos. Escuchó en la distancia el sonido de otros animales. ¡Confiaba en que Ochako no iba a dejarlo dormir con ellos!

El cielo era igual de amable que cuando se despertó del golpe mágico que lo convirtió en lo que era ahora. Como si buscaran iluminarlo, le dio la impresión que todas lo estaban viendo. La choza estaba iluminada por fuera con la luz celestial de astros quienes lo ven todo. Tuvo el fugaz pensamiento de las palabras de Ochako. Si en verdad había sido elegido, esta debería de ser uno de los momentos claves en el resto de lo que está escrito en su destino...pero no podía verlo así, al menos no todavía. No cuando todo estaba tan fresco.

Movió su espalda para acomodar las cosas que cargaba y así, de golpe, habían llegado a la choza. Era más grande de lo que imaginó en un principio (que tenía que ver, claro, con su condición animalística) y conservaba un aura mística. Las personas que pasaran por ahí, aprenderían a no hacerlo a menos que fueran invitados. Los árboles que estaban a su alrededor, anchos y fuertes, amenazaban con su sola presencia. Era como si supieran quién vivía ahí.

—Izuku— Gentil. Su voz le recordó a la de su madre. Pero sin tiempo para pensar en ella del todo. De pronto, Izuku sintió miedo. Como quien entra a la presencia de algo más grande. —Pasa.—

Lo hizo. Entró detrás de ella, resguardándose de lo que habría adentro. No era sorpresa. Un espacio lleno de frascos, hierbas y notas pegadas en las paredes, un olor increíble a estofado y una mujer que estaba sentada frente al fuego. Izuku sabía que no era la mejor decisión prender fuego en esa casa, pero él no era nadie para indicarle que eso podría ser desfavorecedor para su hogar. Guardar silencio era lo mejor.

La mujer se enderezó. De espaldas, movió una de sus manos. La chica se enderezó, ambos sabíab que iba a empezar a hablar.—Uraraka, qué bueno que llegas. Justo a tiempo para la cena.— Silencio. Izuku no había dicho ni una palabra, pero era como si la mujer ya lo hubiera visto. —¿A quién traes contigo?—

—Ah...— Se rascó la nuca. Ochako e Izuku intercambiaron miradas. No sabían qué decirle.

—No me dijiste que tendríamos invitados tan especiales.— La mujer que estaba frente al fuego se levantó. Andaba con la ropa bien entallada. Izuku pensó que las brujas podrían verse diferente o más de la línea que Ochako presumía, pero ella era alguien distinta. Era como si el tiempo no le hubiera pasado por encima. Ojos azules, profundos y llenos de asombro como los propios bajaron para verlo. Algo habían captado y como si la máscara roja que estaba tatuada a su piel hubiera reaccionado, bajó su cabeza. —Su majestad.—

La Sangre del Rey [En Edición]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora