27. La voz dentro de mi cabeza

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  ⋆*✦ Sofi ✦*⋆

Esta no era una pesadilla ordinaria. No había nieve ni sangre. No estaba aquella terrorífica voz dentro de mi cabeza, llamándome.

Me encontraba caminando por largos pasillos oscuros como laberintos. De vez en cuando encontraba unas escaleras y bajaba por ellas, siempre bajando. El lugar parecía ser una casona antigua, el polvo y las telarañas invadían el pasillo de suelo a techo y podía escuchar los pasitos de otros insectos. Todas las ventanas que me había topado estaban cerradas y eran imposible de abrir, aunque yo no deseaba escapar. No, yo quería ir más abajo, más profundo en la oscuridad. Allí había algo que yo deseaba, que atraía a mi corazón como un imán. Seguí caminando por lo que me pareció un siglo, hasta que creí que no habría final a ese laberinto. Caminé hasta que, de pronto, sentí que el ambiente cambiaba. Había llegado a lo que parecía ser un subsuelo profundo, hecho de piedra, como si hubiese sido cavado justo debajo de la casa. Allí no había luz pero mi vista vampírica me permitió ver formas y siluetas. Estaba en lo que parecía ser una prisión antigua, con celdas pequeñas cavadas en la tierra y cubiertas con piedras masivas y toscos barrotes de hierro.

Todas estaban vacías, excepto una. Algo me impulsó a ir hasta ella y allí estaba mi hermano.

El cuerpo de Thiago estaba en el suelo, sangrando.

La sangre manaba de él como una fuente de agua carmesí y comenzó a esparcirse más rápido por toda la celda. Avanzó hacia los barrotes y hacia mis pies descalzos. Intenté retroceder pero estaba clavada en el suelo de piedra y no podía moverme, y no podía apartar la mirada del cuerpo de mi hermano...

«Sofía, mi niña.» Y no podía dejar de escuchar aquella horrenda voz chirriante.

Intenté hablar pero mis labios no se movían y mi garganta dolía como si hubiese usado el grito.

«Ya es la hora, mi niña» siguió hablando y su voz sonaba como el choque de cientos de barrotes, como los gritos de auxilio de miles de años de cautiverio. «Ya es hora de que vengas con nosotros. Vení con tu familia, Sofía. Las sombras guiarán tu camino. Vení y cumplí con tu destino, hija de la Noche»

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Me despertó un grito. Mi grito.

Cuando toda mi voz terminó de salir, seis pares de ojos me miraban entre preocupados y atemorizados, sabiendo lo que eso significaba: alguien iba a morir aquella noche.

Mi hermano moriría aquella noche.

Esa voz de mi sueño, tan distorsionada, tan inhumana, me estaba llamando al fin. Era una trampa, lo sabía. Estaban usando a Thiago como carnada y aun así debía ir donde me lo decía. Tenía que ir por mi hermano. Pero, ¿cómo?

Antes de que pudiera pensarlo, los brazos de Nahuel me envolvieron y no fue hasta que pasó la manga de su remera por mi rostro que supe que estaba llorando. Ninguno dijo nada, pero Nahuel y Nara cruzaron una mirada extraña. Quizás la Señora de la Luna también había estado hablando en sueños con sus hijos.

Yem simplemente nos miró en silencio, hasta que asintió y dijo:

—Cámbiese, parece que las cosas se pusieron en marcha—. Nadie entendió del todo a lo que se refería mientras se dirigía afuera—. Iré a advertir a Daniel, también tengo un mal presentimiento.

Pero en el momento que estaba por bajar las escaleras, una explosión atravesó la puerta.

—¡Yem!

Lucas corrió hacia él, pero el vampiro había logrado esquivar el fuego.

La chica voz de sombras | Arcanos 2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora