Capítulo 5

165 22 4
                                    

Narra Mía

Suspiro y al tercer sonido, estiro el brazo para apagar la alarma, sigo agotada, todavía es muy temprano pero hoy debería ir a la universidad para informarme de todo, empiezo la carrera en una semana, a mediados de noviembre, y para cuando llegue esa fecha tendré que centrarme de nuevo en mis estudios y dejar a un lado las preocupaciones.

Me incorporo de la cama y me estiro, ha sido la primera noche en mi nuevo apartamento y tengo que acostumbrarme a todo, ayer no deshice las maletas y tendré que hacerlo ahora, es una de las cosas que peor llevé de dejar Madrid; meter toda mi vida en una maleta, decidí dejar algunas cosas allí, supongo que inconscientemente quería que una parte de mí permaneciera en España.

Después de arreglarme un poco en el baño me acuerdo de mi móvil, me acerco a mirarlo y veo un mensaje de Dani que dice  que me invita a desayunar y que no acepta un no por respuesta, sonrío, le respondo que venga a recogerme cuando quiera y continúo revisando las notificaciones sin prestar mucha atención cuando veo una llamada perdida de Lucas que hace que mi estómago tome vida propia. Llamó ayer muy tarde y como estaba en la habitación no pude escucharlo.

Miro la hora en el móvil y coincide con el entrenamiento de Lucas, decido llámale cuando haya terminado sus compromisos con el club.

Llaman al timbre y el sonido inesperado me hace saltar, voy hacia la puerta y al abrir veo que es Rugani.

Bongiorno bella.— Dice el jugador bianconeri mientras me dedica una sonrisa.

—Buenos días, Dani, ¿Vamos a desayunar?—Asiente—Espero que hayas elegido un buen sitio, muero de hambre—Digo bromeando.

—Por supuesto, no podría hacer otra cosa. ¿Necesitas coger algo, o Nos vamos ya?

—Voy a coger mi bolso y ahora mismo vuelvo, entra si quieres- Entro en el apartamento y busco mi bolso bajo la atenta mirada de un Rugani que espera sentado en el sofá.

—Siento el desorden, ayer no tuve tiempo de colocar las cosas—Me excuso ante el desastre que es mi casa en estos momentos.

—No te preocupes, preciosa. No has visto mi casa, menos mal que mi madre no va muy a menudo, sino se asustaría—Nos reímos por sus palabras y me acerco a él para irnos.

—Ya estoy lista, siento la espera, ¿Nos vamos?
—Asiente y me sigue hacia la puerta.

Ya fuera, me acuerdo de la llamada de Lucas, ya habrá acabado de entrenar. Me meto en el coche de Dani y saco mi móvil para devolverle al francés la llamada. Lo intento una vez tras otra pero no realiza la llamada. Frustrada bufo y apoyó la cabeza en la ventana del coche.

—¿Algún problema, Mía?— Pregunta preocupado el italiano sin apartar la vista de la carretera.

—Pues sí— suspiro— llevo un rato intentando llamar a un amigo y mi estúpido teléfono no quiere funcionar, no entiendo porque no llama.

—Es normal, ¿Has probado a contratar una compañía telefónica italiana?— Me explica cómo si fuera algo obvio.

— No tenía ni idea, a ver qué hago ahora, justo cuando todo parece estar arreglándose...

—¿Quieres que te deje mi móvil? No me importa, está en la guantera, cógelo —Asiento ante su ofrecimiento y tomo el teléfono del italiano.

—Muchísimas gracias, Dani, de verdad— Agradezco sinceramente y dejo un beso en su mejilla que lo hace sonreír.

Marco el número de Lucas, soy muy mala con los números de teléfono es más ni siquiera me sé el mío, pero sin embargo el suyo y el de Lucas los memoricé fácilmente. Recuerdo cuando me los dieron, era el tercer día que venían al internado después de entrenar, era mi cumpleaños y  mi regalo fue un teléfono, no era el mejor ni el más nuevo pero me hizo ilusión, los chicos llegaron a mi "fiesta" , yo no tenía muchos amigos allí y solía celebrar ese día con Ana, la cocinera, juntas preparábamos una tarta y veíamos alguna película.

Pero ese año fue diferente yo cumplía dieciséis y los chicos vinieron a darme la mejor de las sorpresas, devoramos la tarta y me llevaron al cine a ver una película. Fue un día que nunca olvidaré, por primera vez me sentí especial.

Sonrío mirando la pantalla mientras recuerdo, le doy a llamar y espero la respuesta, espero que lo coja aunque no conozca el número.

—¿Hola? ¿Quién eres?—Pregunta el francés y no puedo evitar mi sonrisa.

—Soy yo, Mía, mi teléfono no funciona bien aquí por eso no es mi número— Le explico.

—¿Y desde donde me estás llamando, Mía? ¿No le habrás robado el móvil a alguien?— Dice bromeando.

—Que graciosillo, Luquis, se lo he pedido a Rugani.

—¿Rugani? ¿El jugador de la Juventus?— Inquiere Lucas con tono de incredulidad.

—Ajá, lo conocí el día que llegué a Turín de manera un tanto extraña. Y vamos a desayunar juntos.

—Ah, bueno—Su tono demuestra que esto le ha contrariado— Veo que no me has echado mucho de menos, por lo contrario ,yo sí, te llamé ayer porque me he dado cuenta de que no fui justo contigo, petite.

—No seas así Lucas, claro que te echo de menos, me ha hecho mucha ilusión que me hayas llamado, de verdad que mi intención no era haceros daño tanto a ti como a Theo.

—Pues poco has tardado en cambiarnos, bueno ya hablaremos cuando tengas tú móvil disponible, a pesar de todo je t'aime petite.— Termina de hablar y me cuelga sin dejarme responder.

Narra Lucas

No puedo entender porque estoy tan enfadado, no es con ella, es por el hecho de que me haya sustituido, me encantaría ir a desayunar con ella, cuando Mía estaba aquí, siempre íbamos a una cafetería cercana a la ciudad deportiva del Atlético de Madrid cuando terminaba de entrenar.
Hoy cuando he salido del vestuario y no estaba en el aparcamiento me he sentido solo. Y que ella esté con ese italiano me molesta, yo debería estar en su lugar, reírme de la extraña cara que pone al beber café hasta hacerla sonreír, hacerle fotos de imprevisto para luego darme cuenta de que siempre sale Preciosa, echo de menos todas nuestras pequeñas tonterías, cada vez tengo más claro que lo que yo creía que eran mis sentimientos hacia ella han cambiado o quizás siempre fueron así. La quiero.

La elecciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora