La duda de Pichu era conocer la edad que teníamos en la imagen representada y quería volver a la casa de mi tía a toda costa.Julii trabajaba todos los días y yo iba de visita una vez por semana.
A la semana siguiente ya Pichu había ideado algo. Juli se extraño de vernos otra vez a los dos. Nos apuramos a tomar la leche y nos sentamos juntos frente al espejo. Hicimos el mismo ritual de acercar nuestras narices para luego alejarnos a cierta distancia.
Esta vez estábamos vestidos con otra ropa. Pichu dijo: ¨tengo quince...años¨ y el espejo devolvió -Tengo treinta años- . Nos miramos asombrados y contentos. Habíamos logrado conocer la edad representada en el espejo.
Mientras caminábamos por la vereda nos preguntábamos que nos gustaría hacer cuando tuviéramos esa edad.Pichu era fanático de los aviones, y tirarse en paracaídas era su sueño. Yo pensaba que a esa edad tal vez mi papá me ayudaria a comprarme un auto y no bien llegó del trabajo le pregunté: -¿Papá cuando yo tenga treinta años , vos me vas a ayudar a comprarme un auto? Mi papá me dijo que si. -Si sacás el registro a esa edad, te ayudo. Pero ahora falta mucho para eso.-!Mirá la pregunta que me hacés!
Las clases terminaron, Nos fuimos de vacaciones y pasamos el verano despreocupados, disfrutando de la arena y del mar. Nos reencontramos nuevamente en el colegio y enseguida planificamos una visita a la casa de Juli.
-¡Otra vez los dos! ¿Vienen a verme a mí o al espejo? Preguntó.
Los dos corrimos hacia el espejo manchado e iniciamos nuestro ritual.
Al alejarnos el espejo devolvió una imagen que nos heló la sangre.Pichu estaba en una cama de hospital. Con una venda manchada de sangre en la cabeza y los ojos cerrados. Le salían cables y tubos en todas direcciones. Un aparato le sostenía una pierna en lo alto. Parecía un accidentado. Yo lloraba a su lado.
Salimos corriendo cada uno para su casa pensando en qué podría haber pasado mientras hacíamos mil conjeturas. Recién pudimos volver en dos semanas. No nos importaba el biscochuelo que Juli había preparado ni la leche chocolatada. Solo queríamos mirar el espejo.
Esta vez no pudimos vernos juntos.
-¿Qué habría sucedido?