capitulo 3

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Kai miró con horror su marca de aparejamiento. No. Esto
no podía ser real y estaba muy seguro que no podía estar
sucediendo. No a él.
Tomó la mano de Kyungsoo y la sostuvo contra la de él para
poder comparar sus palmas.
No había ningún error. Las marcas eran idénticas.

El le pertenecía.

Maldición.

—¡Bastardo! —dijo Soo, airadamente—. ¿Cómo puedes ser el que destinaron para mí?

—¿Perdón? —preguntó Kai, desconcertado por su furia.

Si alguien tenía derecho de estar enojado era él. Después de
todo, él había estado preocupándose por sus propios asuntos cuando el lo atrapó en su círculo sensorial. Si el se hubiera
mantenido alejado, ninguno de los dos estaría en esta situación.

—En caso de que no lo notes, dulzura, no estoy precisamente
encantado por esto, tampoco.
El lo miró por dos segundos antes de dar media vuelta y marcharse entre la multitud.
Parte de él estaba tentada a dejarlo ir, pero no lograría nada.
Ningún Katagaria o Arcadiano tenía algo que decir sobre la
persona que las Parcas habían elegido como compañera. Ni
siquiera sabían cuándo o dónde encontrarían a la única persona
que les era designada.
La única forma de encontrar a un compañero era dormir con él o ella y esperar que apareciera la marca.
Cuando ésta aparecía, sólo tenían tres semanas para realizar su ritual de unión o pasarían el resto de sus vidas estériles.

Para una mujer o un omega, no era tan malo, puesto que podría continuar teniendo sexo con cualquier hombre que le llamara la atención; sólo que no podría tener hijos con otro hombre, sólo con su
compañero designado. Pero para un hombre...

Era peor que la muerte. El hombre quedaba completamente
impotente hasta el día en que muriera su compañera.

Kai se estremeció ante la idea. ¿Él, impotente? Esas dos palabras no se dirían juntas jamás.
Moriría primero.

Se dirigió a través del vestíbulo en una intensa persecución de su «compañera».

Kyungsoo estaba furioso cuando se dirigió ciegamente en medio de la multitud. Todo lo que quería era poner una distancia significativa entre Kai y el. Esto era horrible.
¡Terrible!
¿O no?

La mayoría de las arcadianas soñaban encontrar a su
compañero en su primer amante. De esta forma no sentirían temor por sus instintos merodeares, los que las rebajaría a pasar de hombre a hombre, tratando de encontrar al único con el que pudieran tener hijos.

Era un sueño hecho realidad encontrar a un compañero tan
rápido y tan fácilmente. La mayoría de su especie pasaba siglos
buscando. Y muchos morían sin haber encontrado nunca a su pareja.

En teoría, el era afortunado y, no obstante, estaba furioso porque fue unida a un hombre Katagari.

¡Hablando de saltar de la sartén al fuego! En la mañana, su peor temor era ser esclavizada a una manada Katagaria.

Ahora esta atrapada incluso mucho más que antes. Si abandonaba a kai, nunca podría tener hijos. Él era el único que podía dárselos.

—Malditas hormonas —gruñó el, mientras se le llenaban los
ojos de lágrimas. Era difícil pensar con claridad.
Alguien le agarró desde atrás.

—Te tengo —dijo una voz profunda y masculina en su oído.
No era kai.

La pantera en su interior rugió, rechazando todo hombre que
no fuera su compañero. El giró y, sin pensarlo, golpeó, alcanzando la entrepierna del extraño.
Doblándose, él siseó por el dolor. Pero antes que ella pudiera escapar, otro hombre la tomó del brazo.

Entrecruza-dos (KAISOO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora