O3O | Final. (Seungcheol)

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Jaló las cortinas para ya no poder ver hacia el exterior y así no arrepentirse.
Tomó un suave suspiro y observó sus ojos cansados en el reflejo de la ventana, tan desgastado.

Muchas veces no se necesitaba una razón en común para poder decir "Hey, me siento mal" pero Cheol siempre la tuvo.. sólo no quería decirla. También así como se guardaba las ganas de seguir viviendo, mirando a su pequeño vecino.

Tenía la esperanza de que algún día podrían entablar una conversación común y corriente como todas las otras personas en el planeta.
No solo preguntando “¿qué te parece el clima?” o tal vez “¿te gustan los perros?”, algo que no se le hiciera raro a ninguno de los dos o que fuese difícil de responder. Pero era complicado sabiendo que le tenía miedo al rechazo. ¿Quién podía predecir si es que algún día Jihoon se enojaba y se negaba a hablar?

No quería abrir una caja de sorpresas con las que viese cosas malas.

Pero estaba casi un 99.9% seguro de que todo de Jihoon le encantaba.
No lo conocía bien, llevaba viviendo años ahí y seguía sin acercarse por esos nervios atacantes de todos los días.

Recordaba esa vez en la que saltó a los arbustos porque el más bajo lo pilló viéndolo. Las orejas las sentía arder a más no poder, y le rezó a todos los santos para que no lo haya visto.
Pero era tonto, ya que en vista y considerando que esa fue la razón por la que se aventó al suelo, no cabía duda que incluso se había reído de él. Aún así eso era solo una memoria más, que no podía hacer otra cosa además de interrumpir cada día en la mente de Seungcheol.

Seguir dañándose la cabeza con estupideces era su especialidad, después de todo. ¿Quién más iba a ir a llenarle de alegría su mundo, cuando ya no pudiera más?

No existía una persona en especifico que pudiera hacerlo. Sin embargo la presencia de su vecino le llenaba de vida en esos rincones que ya juraba vacíos en su interior. Le obligaba a querer buscar aquella luz que se asomaba a diario por la ventana de una bonita y cálida casa color azul.

Suspiró aguardando el momento, y el día más bonito de su vida cruzó por su cabeza en unas escenas totalmente fugaces.




*•°.

—Hey.. ¿está todo listo?

Consultó mirando al chico del camión donde llevaban sus cosas. Al verlo asentir se subió en el asiento del copiloto y jaló el cinturón de seguridad para ponérselo, apoyando el codo sobre la ventana para ir mirando su camino.

Se mudaba por tercera vez en el año, justamente cuando su casa se había inundado por las recientes lluvias que se estaban presentando. No era un problema para él, si no más que un arduo trabajo al tener que ordenar todo él solo.. ya que claro, no había nadie que lo acompañara durante las noches en la soledad de aquellos años en los que llevaba alejado de su familia.

—¿A qué se debe ésta vez?

Cheol lo miró de reojo, y sonrió.

—Habían agujeros por todos lados, la casa se llenó de agua y juro que casi tuve que salir con un bote a comprar el pan.

El chico de pelo rubio que estaba manejando rió y golpeó suavemente el volante.

—Wow, eso es horrible amigo.

Las horas transcurrieron mediante charlaba con SoonYoung, quien le había ayudado con las otras mudanzas. Era el hijo de su jefe, y sin embargo se llevaban demasiado bien, tenían una relación casi similar a la de hermanos.

Cuando llegaron se tardó mil horas en trasladar todo adentro (o eso creyó).
Y al acabar, un alivio inmenso le recorrió por dentro. Pero también ese sentimiento de querer dejar todo a un lado y rendirse de una vez al ver todas las estúpidas cajas que debía de abrir y ordenar para poder vivir en paz, si es que no quería que las ratas reinaran su nueva casa.

Abrió las ventanas para quitar un poco el olor a encierro y se dirigió a una en específico, que daba directo hacia la casa de su vecino.

—¡Ven aquí, bobo! —un chiquillo de castaños cabellos corría tras un perro, tratando de atraparlo. Sus risitas chillonas hacían sonreír a Seungcheol de forma inconsciente.

Se dedicó a mirarlo correr durante varios minutos, olvidando lo que tenía que hacer, no recordando que dos mil cajas le esperaban para ser abiertas.

Pero es que.. ¿cómo?

¿Cómo podía existir alguien con esa sonrisa tan perfecta?

*•°.




Abrió lentamente la caja y sacó la navaja bien afilada desde adentro.
Retiró la funda de seguridad que le había puesto encima y suspiró.

No existe vuelta atrás una vez que ya la sangre se desliza por tus brazos.

Los hilos rojos recorrían la extensión de piel pálida, dándole color a algo que ya no tiene ni sentido ni vida.

Nunca pensó que las cosas iban a acabar así. Después de algo tan bonito como conocer al ser más bello de todo el universo. Pero.. ¿quien era él para decirlo, si nunca se atrevió a pedirle que fueran algo más?

Sus manos temblaban, pedían a gritos que se detuviera en ese mismo instante. Era insano, era tonto.

¿Cómo parar cuando ya las cajas estaban vacías? ¿Cómo hacerlo cuando ya sus ojos pesaban?

Un recuerdo lento y doloroso de cuando tuvo los primeros problemas en aquella casa pasaron.
Caía todo a su alrededor estando débil económicamente, no tenía cómo pagar las cuentas, cómo comprar para seguir comiendo. Siquiera tenía trabajo ya.

Cesantía. Problemas. Depresión.

El orden cronológico de los sucesos.

Pero alguien dijo una vez que el de los factores no altera el producto.
Todo iba a terminar de la misma forma... sí.

En un segundo se sintió ridículo al estar retomando recuerdos. Después de todo..

¿Qué más que un recuerdo sería Seungcheol ahora?







[ N/A: No me peguen, lxs amo):
aguarden, que me falta la parte
de Jihoon. ]

La sonrisa de Jihoon | Jicheol.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora