Capítulo 2: La boda

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Capítulo 2

Se suponía que debería tratar de dormir y descansar de su largo viaje, sin embargo los dolorosos recuerdos de su pasado lo acosaban hasta en sus sueños.

El rey de Ryusei había atacado a su reino desde el interior, esparciendo falsos rumores sobre la realeza, su familia. Eso hizo maravillas entre la población, que terminaron viendo a su rey como su mayor enemigo. Atacaron el palacio, en un intento de asesinar a la familia real. Su madre le protegió en todo momento, llevándolo a una salida secreta.

Cuando kurapika huyó de aquel lugar, y vio su hogar cayéndose a pedazos mientras las llamas lo consumían, había un gran sentimiento de tristeza y soledad en su ser.

Los primeros días fueron los más terribles, la gente sabía que había sobrevivido, así que tuvo que viajar a otro reino en busca de refugio y ocultándose de la gente que aún intentaba matarlo. No solo eso, sino que carecía de comida o ropa apropiada para las despiadadas y frías noches.

Llegó al reino vecino, donde se extendía un manto de nieve sobre la ciudad. Sobrevivía con la poca limosna que la gente piadosa le entregaba. Estaba apenas en sus tiernos 12 años, pero incluso si hubiese sido mayor, aún no habría podido comprender cómo había terminado de vivir en un palacio a vivir en las pobres calles de la ciudad. Comenzó a cuestionarse para qué vivía sí ya no había nadie a quien quería en ese cruel mundo. Fue entonces que su tristeza y soledad se transformó en algo más; odio.

Odio por el hombre que le había arrebatado todo. Fue entonces que decidió que dedicaría su vida a acabar con ese hombre.

Había escuchado los rumores, de que sus majestades del reino Neve, estaban teniendo dificultades para darle un heredero al reino. Kurapika sabía que sería difícil acercarse al rey de Ryusei Gai si no era alguien de la realeza. Así que se dirigió al castillo de sus majestades e hicieron un acuerdo mutuo. Ellos lo aceptarían como su hijo y heredero al trono; se aliarian y harían caer al reino de Ryusei, con esto su poder aumentaría. Sus majestades hicieron todo en sus manos para ayudar al joven kuruta. Le enseñaron todo lo que necesitaba saber sobre el arte de la guerra, le dieron los conocimientos y cultura necesarios; le enseñaron a pelear cuerpo a cuerpo y con espadas. Y cuando el momento fue el indicado, se lo presentaron a su majestad.

En un primer momento su intención era únicamente que Kurapika fuera tan cercano a su majestad como un amigo, su confidente. Nunca esperaron que su majestad tendría "ese" tipo de interés por Kurapika.

-Escucha Kurapika- dijo su padre adoptivo- esto no era algo que esperábamos, entiendo si no deseas seguir adelante con esto.

-No- dijo decidido- no me retractaré. He estado preparándome toda mi vida para esto. ¿Qué mejor acercamiento que el ser su esposo? Es la oportunidad perfecta para acabar con su reino.

-Bien, está decidido. Viajarás al Reino de Ryusei Gai.

Al abrir sus ojos, la tenue luz del amanecer comenzaba a iluminar su habitación. Ya había decidió hacer todo lo necesario para vengarse de Kuroro, y si eso implicaba acostarse con él lo haría, todo con tal de mostrarle la desesperación y soledad que él había sentido años atrás.

La semana pasó rápidamente, con tantos preparativos para la boda, ni siquiera tuvo tiempo para estar a solas con Kuroro, pero eso no le preocupaba, pronto tendría todo el tiempo del mundo para conocerlo mejor y saber más sobre sus debilidades.

-¿Qué hay del traje?- dijo una de las confidentes del rey, quien le había encargado ayudar a Kurapika en todo lo que necesitara.- ¿Ha decidido que usar?- pregunto Pakunoda.

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