Capítulo 3: La luna de miel

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La fiesta llegó a su fin, y Kurapika se dirigió a la alcoba que ahora compartiría con Kuroro. Kuroro estaba terminando de hablar con algunos conocidos, pero no tardaría en llegar.

Kurapika observó la gran habitación, a pesar que la suya era una habitación grande, está lo era mucho más. De un lado de la habitación, se encontraba un tocador que estaba designado para “la reina” a lado de un par de puertas, al abrirlas, Kurapika se encontró con que era un vestidor, dentro del cual habían cientos de vestidos, joyas y zapatos. Miro al otro lado de la habitación y estaba seguro que las otras dos puertas conducirán al vestidor del pelinegro. Además de eso, se encontraba el baño; había una ducha dentro de una especie de caja de cristal, en el centro un jacuzzi, y además por su puesto el lavado e inodoro.  El solo imaginarse tomar una ducha ahí mientras Kuroro le observaba desde el enorme jacuzzi, hizo que su vello se erizára, aunque no estaba seguro si era en desagrado o excitación.

Kurapika se avergonzó ante este último pensamiento, cerrando rápidamente la puerta. Camino de aquí para allá, esperando a Kuroro. Lo que lo ponía todavía más nervioso. Era la primera noche que compartirían juntos, y era una oportunidad para comenzar a ganar control sobre él. Tenía que tomar la ventaja sobre éste asunto.

Kuroro se sentía molesto por la interrupción repentina, había deseado volver a la habitación acompañando a kurapika, lamentablemente sus planes fueron interrumpidos cuando uno de los reyes de un territorio vecino, le había llamado para felicitarlo. No podía simplemente ignorarlo así que tuvo que acercarse, pero el hombre en verdad que no sabía cómo cerrar la boca.

Kuroro se dirigió a la habitación tan pronto como pudo, esperando que el rubio no estuviera molesto, o dormido.

Pero no esperaba encontrarse con aquella hermosa y sensual vista.

Kurapika lo esperaba sobre la cama, rodeado de las traslúcidas cortinas que cubrían su lecho.

El vestido que había traído puesto, yacía en el suelo, junto con sus tacones.

Su cabello brillaba casi mágicamente enmarcando su hermoso rostro, Kuroro podía notar el nerviosismo en sus ojos turquesa pero había una máscara de seguridad en su rostro. Su pecho subía y bajaba bajo el el encaje blanco de la lencería que llevaba puesta, seda, encaje, el rey podía distinguirlas aún mejor a medida que se acercaba a su lecho. Las cortinas entreabiertas aumentaban el misterio, y cuando por fin estuvo cerca pudo apreciar por completo a su pareja. Llevaba una pieza muy fina, y delicada, el liguero se apegaba a sus muslos de manera provocativa y las medias de encaje llegaban a sus muslos, sus guantes blancos le llegaban hasta por encima del codo y el bordado de rosas en el encaje le daba un toque seductor. Su pecho estaba expuesto, por debajo de sus pezones estaba un corset, lo que había ayudado a tener una cintura aún más pequeña para simular las curvas femeninas, pero Kurapika no necesitaba eso, de por si las curvas de su cuerpo eran pronunciadas y elegantes.

-Kurapika eres es tan hermoso...- Kuroro acarició su rostro y el rubio apego su mejilla al tacto.

-Te estaba esperando- el rubio casi se obligó a sonreír, el miedo lo inundada pero sabía que podía controlarlo. Elevó una mano y acarició el rostro de Kuroro.

Su rey aún llevaba encima el traje de la boda, se veía apuesto de pies a cabeza, su piel blanca brillaba con la luz de la chimenea, sus labios finos y esos ojos oscuros como la noche hacían que Kurapika se sintiera absorbido por ellos.

-Si mi rey lo desea, le ayudaré a quitarse el traje- dijo y se acercó provocativamente hacia Kuroro.

El quería decirle que no era necesario, pero al ver la disposición de su "Reina" se quedó mudo, hipnotizado. Kurapika desabotonaba su traje, sin prisa y sin ir demasiado lento. La capa del rey había quedado atrás desde el principio, junto al vestido de novia.

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⏰ Última actualización: Oct 19, 2018 ⏰

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