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Odio los funerales mucho más de lo que cualquiera pueda siquiera imaginar. Y lo que odio incluso más son los funerales de personas a las que no conocía. Toda esa gente a mi alrededor, llorando y sollozando como si no hubiera un mañana.

Hipócritas, ellos solos se lo buscaron.

Dejo salir un largo y sonoro suspiro de entre mis labios, ganándome miradas furiosas de mi madre y algunos de los presentes. ¿No estaban llorando hace poco? Ruedo los ojos y me deslizo un poco en mi asiento para estar más cómoda lo que provoca que mi madre me mire enojada de nuevo.

Mi padre quien está sentado al lado de mi madre, usualmente también me volvería a ver, sin embargo técnicamente no está aquí. La persona que murió era un muy buen amigo suyo, mi padre estaba presente cuando murió, estaban patrullando el bosque en busca de algún Lupin que cazar.

Y mi hermano, Gabriel, quien iniciaba su servicio como Cazador hoy, estaba haciendo su primera patrulla, en este momento patrullaba el bosque en busca del Lupin que atacó al Cazador. Gabriel estaba anormalmente entusiasmado por pertenecer a Los Cazadores, y quería que la captura del Lupin fuera suya para obtener reconocimiento de los demás Cazadores.

En realidad ya no me importaba lo que ellos pensaran o hicieran, porque mañana yo ya no estaría aquí.

Finalmente mi suplicio terminó y fui libre para regresar a casa. Sin embargo las miradas de desaprobación que los demás Cazadores me dirigían no me pasaron desapercibidas.

Al llegar a casa y sin decir palabra alguna subo a mi habitación cerrando la puerta tras de mí. Abro mi armario tomando una maleta y comienzo a guardar cosas que creo llegaré a necesitar, botas de senderismo, pantalones militares y un par de blusas, un poco de comida que he estado subiendo a escondidas a mi habitación y un cuchillo de combate para cazar o defenderme si fuera necesario. 

La aldea de Cazadores está ubicada en lo más profundo del bosque y los Lupin no son los únicos que estarían al acecho una vez que escapara, tenía que estar preparada. 

~ ~ ~ ~ ~ ~ ~ ~ 

La noche llegó más rápido de lo esperado, aun estando sentada en el alfeizar de la ventana mirando hacia afuera no había notado que el sol se había puesto ya hace tiempo. Limpio el sudor de mis manos temblorosas en mi pantalón, estaba muy nerviosa pero eso me detendría de mi cometido.

Me levanto de mi asiento y tomo la mochila que ya había preparado, miro mi cuarto por última vez. No estaba decorado de ninguna manera gracias a lo estricto que mis padres eran, pero aun así era algo que le pertenecía y la hacía formar parte de este lugar -bueno, eso se acabaría hoy-

Abro la ventana y sin mirar de nuevo atrás salto hacia el jardín trasero. Que bien caían ahora las clases de supervivencia con los demás Cazadores, de no ser por ella estaba 100% segura de que me habría roto el tobillo en dos.

Corro hacia el borde del bosque lo más rápido que puedo tratando de pasar desapercibida, no había ni un solo día en el que alguien no lo estuviera patrullando, y si me atrapaban sería juzgada como traidora, no importaría que mi padre fuera alguien importante entre ellos, eso no los detendría. Si me atrapaban sería juzgada a muerte.

El viento frío golpeaba mi rostro y hacía doler mis fosas nasales, pero eso no importaba ahora. El borde estaba tan cerca ahora. Finalmente me adentré en el bosque, y me detuve un momento. ¿Por dónde debería ir? hmm... Decisiones decisiones... A la izquierda, si, iría a la izquierda.

Estamos a mitad de invierno y en el bosque la temperatura tiende a bajar drásticamente, tonta de mí, rechacé la idea de traer un abrigo de invierno conmigo, pero es que esas cosas pesan como 30 kilos y no quería ir muy cargada. Ya no era momento de quejarme, si no de caminar. ¡Menos platica más acción Annika!

~ ~ ~ ~ ~ ~ ~ ~ 

No sabía cuánto, pero estaba segura de que llevaba horas caminando, el aire estaba aún más frío y las piernas comenzaban a pesarme, y no importara a donde volteara lo único que veía eran árboles, ya era imposible divisar la aldea. Caminé hasta un frondoso arbusto y me recosté, poniendo la maleta como almohada, queriendo descansar solo un momento. Cerré los ojos y esperé a que el sueño me invadiera

The hunterDonde viven las historias. Descúbrelo ahora