La jirafa púrpura

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Considero importante empezar con una nota de autor también interpretable como la introducción o prólogo del siguiente relato, donde puntualizare a donde quiero llegar con todo esto. He creado unos personajes y a través de sus historias voy a hablar de temas que los adultos se empeñan en censurarnos porque les dan vergüenza o porque nos consideran demasiado inmaduros para entenderlos. Puede que sea verdad, puede que en la vida de todo ser humano falte madurez, que solo los que han perdido la cordura pueden hablar de la carretera, del cuerpo, de la belleza, de la libertad. Puede que la sociedad nos quiera atar, quieren que no pensemos, que nos anclemos al puerto, miremos al mar y nos conformemos. Nos hablan de la muerte como si fuese algo malo, la falta de dinero, como el peor de los naufragios. Tened cuidado, cuidad las compañías, los momentos, son algunas de las frases que incluyen en sus charlas, nos enseñan a tener miedo a vivir. Hablan de ello con tanta nostalgia que duele, olvidan que las peores decisiones acaban siendo lo que nos hace ser nosotros. Nosotros de verdad. No espero que tú, que estás leyendo esto lo entiendas, no espero que vuelvas atrás en el tiempo, que recuerdes lo que eran los sueños. No es culpa de los profesores, ni de los padres, es culpa de algún infeliz que apostó su felicidad y la perdió. Quiso condicionarnos a todos, esposarnos a su error, tal vez no tenía lo que hay que tener para experimentar la sensación de libertad. La única palabra que podemos permitirnos, el lujo de repetir, hasta sangrar.

¿No os cansáis de lo mismo? ¿Dónde está la poesía de la vida? ¿Acaso solo soy una adolescente enamorada de una sensación imposible? Entonces dímelo, sin mentiras, dime que no anhelas el viento en tu pelo, la lucha constante contra la sociedad, contra todo lo que nos rodea. Moriré en el intento, como hicieron tantos otros, considerados como locos, como rebeldes, como ídolos juveniles. Tal vez acabe sola en la noche, con la mirada perdida y el poco orgullo que me quede, herido. Pero no pienso jugar a las casitas sabiendo que todo niño que traiga al mundo será para esposarle al radiador, juzgarle por querer hacer lo que realmente quiere, no voy a hacerle pensar que está mal ser un poco salvaje, no quiero criar a un niño con la idea, que cuide lo que tiene por si lo pierde, al fin y al cabo todo se escapa, da igual lo que hagas.

No pienso acomodarme en casa hasta que no conozca esa libertad, no me haya puesto en contacto con mis más oscuras fantasías, no haya tenido que confiar en los otros para saber lo que es la seguridad. No tengo intención de hacerles creer que voy a cambiar el mundo, pero no pienso basar mi vida en los estudios, si no soy capaz de entender a esta sociedad cobarde. Estamos encarcelados, puede que los propios presos sean más libres que nosotros. Al menos ellos lo han intentado, han hablado con ellos mismos, se han puesto en contacto con sus miedos, los han superado. Hemos nacido para morir, todos lo vamos a hacer: Podéis cerrar los ojos, negaros a ver la realidad. Dejaros maltratar, odiar, pero sé que algún día los abriréis y veréis la amplitud del camino.

La batalla no acaba aquí, la lucha no es decir quiérete, es querer y enseñar toda la belleza que se puede amar. Dais algunos consejos, leéis un guion pero no escucháis, no nos escucháis, tampoco os oís a vosotros, a esa persona joven que vive atrapado entre papeles y trabajo. No sois realmente conscientes de lo que está pasando, llegáis a casa y creéis preocuparos cuando lo único que hacéis es alejarnos los unos de los otros. Juzgáis todo lo que no entendéis y al parecer no entendéis nada, miráis a vuestros hijos perfectos y no os dais cuenta que están gritando, pidiendo ayuda, desesperados. Quieren conocer algo que realmente les haga sentir algo, solo os preocupáis porque aprueben, aplastáis sueños con vuestras dosis de realidad, las mismas que os enseñaron vuestros padres, pero los tiempos cambian. Ahora hay que hacer algo más que alimentar a la familia, ahora podemos tener algo más que una familia.

Puede que esto esté mal, puede que esté loca, puede que no sepa de qué va a la vida, pero no me voy a sentar a estudiarla. Voy a salir ahí fuera, voy a conducir todo lo que haga falta, voy a sacar a mi yo más auténtico y voy intentar ayudar a aquellos que conseguís que se odien cuando se censuran sonrisas, cuerpos, el amor entre el mismo sexo.

cuentos para mi almohada.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora