Capítulo 2: El primer día

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2. El primer día

Luna gritó sin poder evitarlo, un grito agudo y potente que parecía que no iba a acabarse nunca. Para su sorpresa, su grito se fundió con el chillido también asustado de la criatura de la puerta, que retrocedió un par de pasos. Luna se quedó en silencio, esperando la siguiente reacción de la criatura.

    — ¿Luna?— ante su sorpresa, la criatura la llamó por su nombre, utilizando una voz que le parecía conocida.

Ella no respondió, sin saber qué hacer o decir. Todo aquello era una locura sin sentido para la que no estaba preparada. La figura oscura volvió a avanzar hasta entrar en el salón y encendió la lámpara, dejándola cegada por unos segundos.

Cuando recuperó la visión, se encontró frente a una mujer alta, con una larga cabellera castaña, vestida con unos pantalones vaqueros y un jersey negro. La mujer la miraba preocupada pero no parecía tener intenciones de hacerle ningún daño y, lo más importante, parecía viva y de carne y hueso.

    — ¿Te he asustado, cariño?— le dijo la mujer, acercándose un par de pasos—. Pensaba que estarías durmiendo.

    — ¿Tía Emma?— preguntó Luna, aún confusa.

    — Claro— contestó ella, sonriendo—. ¿Quién iba a ser si no?

    — ¿Eras tú la que paseaba por el bosque con una antorcha?— la mujer negó con la cabeza, mirándola confusa—. Casi me muero de miedo, aquí sola en esta casa desconocida...

La mujer se acercó a ella y le puso una mano en el hombro, tratando de reconfortarla.

    — No sabes cuánto lo siento, de verdad— le dijo, apenada—. Tenía que hacer algo muy importante esta noche y no me di cuenta de que coincidía con tu llegada hasta que ya habías salido de Madrid. No pensé que la casa pudiera asustarte.

    — No pasa nada— con las luces encendidas y su tía hablándole con voz suave todo lo sucedido minutos antes le parecía irreal, una chiquillada, a pesar de seguir sintiendo que todo el vello de su cuerpo continuaba erizado—. ¿Y qué era eso tan importante que tenías que hacer?

    — ¿Te importaría que dejásemos las explicaciones para mañana por la mañana?— le preguntó su tía—. No me encuentro muy bien, creo que estoy mareada.

Luna la miró preguntándose si su tía la habría dejado tirada para irse a tomar unas copas. Pero al fijarse en su rostro se preocupó. La mujer parecía muy cansada, unas profundas ojeras resaltaban bajo sus ojos y estaba muy pálida.

    — Por supuesto que no— le dijo Luna—. ¿Quieres que llame a un médico?

    — No, sólo necesito descansar. Coge tus cosas y te enseñaré tu habitación.

Luna la siguió con las maletas por la escalera, preocupada por la posibilidad de que su tía se cayera. Le dio la impresión de que durante unos segundos se tambaleaba pero la mujer se agarró a la barandilla antes de que Luna pudiese decir nada y continuó adelante. Emma llegó al piso de arriba y caminó por un estrecho pasillo con un ventanuco al fondo, por el que se colaba una débil claridad. Llegó hasta una puerta y abrió, indicándole a Luna que entrara.

    — Mañana hablaremos todo el tiempo que quieras pero ahora debemos descansar— dijo su tía antes de que Luna pudiera protestar—. Espero que estés a gusto.

    — ¿Estarás bien?— insistió Luna—. ¿No quieres que te prepare algo de cenar o algo caliente para beber?

    — Tranquila, cariño— la mujer esbozó una débil sonrisa y le acarició una mejilla con el dorso de la mano—. Sólo necesito dormir. Siento muchísimo el recibimiento. No era esto lo que tenía pensado para nuestra primera noche juntas. Intentaré compensarte a partir de mañana— Emma sonrió y le dio un beso en la mejilla—. Estoy muy contenta de que estés aquí.

Viajes a Eilean: IniciaciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora