12.

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Mahina

Cuando me di cuenta que era esa extraña chica la que había chocado en mí, mi furia rápidamente fue remplazada por esa sensación en el pecho y todo el cuerpo.

Toda tensión se fue y sólo podía mirarla.

Durante el camino lo hice, dándome cuenta de lo inexperta que era dentro del metro. Le daban empujones, incluso uno que otro cabrón le rozó una que otra vez. Ni siquiera daba quejas, solamente cerraba sus ojos con mucha fuerza o fruncía las cejas, incluso una vez volvió a acercar su vientre a mi rostro.

Suspiro cuando la estación donde bajo está por llegar y siento cada milímetro de mí llenarse de culpabilidad. No podía y no quería dejarla así. A simple vista se veía que si alguien le hacía algo ella solamente se encogería y ya. Se dejaría hacer. Y aquí solía ser peligroso. Los reportes eran numerosos.

—Me voy a levantar, toma mi asiento—Ni siquiera quise preguntarle, fue una orden.

—Oh, no. No, gracias. Ya me voy a bajar también—Sonríe con calidez.

Asiento y me levanto.

—Entonces bajemos juntas—Camino con ella detrás de mí.

El vagón no estaba tan lleno. Sin embargo daba miradas hacia atrás para verificar que la chica no se haya quedado estancada o lo que sea.

Cuando bajamos ella es la primera en irse.

Camino a un paso no tan rápido, pues no es como que llevase prisa. Hoy todos estarían ocupados con los de nuevo ingreso, para mi buena suerte.

Cuando llego a la avenida encuentro a una castaña perdida y no evito sonreír. Camino hasta ella que me da la espalda y coloco mi mentón en su hombro.

—¿Y ahora?—Interrogo—¿Qué tragedia te sucedió?—.

Gira rápido su cabeza y entonces nuestras narices casi chocan. Aquello me afecta de sobremanera, mas lo que ocultar bien y ella no lo nota. Sin embargo ella se aleja con brusquedad y sus mejillas están casi carmesí. O bueno, todo su rostro en general.

—¿Y bien?—Espero que me diga algo, pero parece estarse recuperando del anterior accidente.

—N-no encuentro el lugar—Habla con tono tímido.

—Oh—.

—Pero voy a encontrarlo—Asegura aun que luce dudosa.

—Supongo que lo harás—Encojo los hombros—¿Cuál es el nombre?—Le pregunto por pura curiosidad.

ella me enseña el papel.

—¿Al final diste a pedagogía?—Una de mis cejas se arquea. Porque sí, recordaba aquella plática.

—Eso creo—Murmura.

—Entonces supongo que nos veremos más de lo que te gustaría—Arrugo la nariz y comienzo a caminar, pero ella no me sigue. Me giro y la veo—¿No piensas venir?—Cuestiono y si su rostro estaba rojo ahora lo estaba aún muchísimo más. Sigo mi camino; solo que ahora con ella detrás de mí.

Destino[Lesbian]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora