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Tantas preguntas sin respuestas, tantas dudas en mi cabeza, tantas peleas internas.”

Sunna H.


Me sentía mal.

Me sentía enferma y sólo quería llorar. Esa chica siempre me tuvo así. Siempre que la veía mi estómago se revolvía y la vergüenza me invadía.

Por supuesto que hace seis años, más que sentir culpa; yo sentía vergüenza.

Así comenzó todo:
La noté hace siete años atrás, -cuando tenía diez-, y comencé a sentir cosas por ella cuando cumplí once.

En ese momento mis amigas hablaban de niños mayores, pero yo sólo tenía la mirada puesta en ella. Yo no podía notar al chico bonito, el chico guapo no me atraía en lo absoluto. Yo sólo me sentía atraída por ella.

Porque ella era diferente. A mi vista era especial y muy- muy interesante.

Ella no hablaba con muchas personas. Quienes escuchaban su voz, -para mí-, eran afortunados. Una vez logré escuchar sus conversaciones.

Aprendí que odiaba con su ser el uniforme escolar. Sobre todo el deportivo, porque era muy corto y ella odiaba las faldas.

Aprendí que le gustaba algo llamado mangas y otra cosa llamado anime.

Aprendí que quería cortar su cabello, pero su mamá no estaba de acuerdo.

Su amigo me pilló y mejor me alejé. Pero le veía todos los días en la hora de la formación. Me gustaba verla, me gustaba escucharla.


Sentía envidia de su amigo, luego me di cuenta que eran celos.

Yo quería ser él. Quería ser yo quien la escuchara hablar sobre las cosas que le gustaban, o esas cosas que odiaba. Yo quería escuchar su risa, yo quería verla, yo quería que me mirara.

Cuando cumplí once cree una cuenta en facebook y a la primera persona que quería encontrar era a ella. Yo no sabía su nombre, pero sí el de su amigo. Nunca me atreví a hablarle, jamás. Siempre preferí ver sus fotos, así como verla o escucharla a distancia.

Después escuché a mis amigas hablando sobre los niños que les gustaban. Sobre sus sentimientos y reacciones ante ellos. Y yo me di cuenta; yo me sentía así por ella.

Quise preguntar pero temí. Nadie hablaba sobre niñas, ¿por qué a mí sí me gustaba ella, entonces?, ¿yo estaba confundida?
Estaba aterrada, porque yo siempre tuve miedo de los señalamientos y ser diferente implicaba ser señalado y yo no quería.

Así que también hablé de niños, hablé de niños mientras mi mirada estaba en aquella niña.

Recuerdo, también, cuando le dije a mamá. Ella comenzó el tema,  preguntado si ya había puesto el ojo en algún compañero.

Ah, . No bien su nombre, pero ella es mayor. Está en un grado mayor, debe tener doce o trece—recuerdo que le respondí con la mirada en la ventana del auto con tono de ilusión, su risa seguía en mis recuerdos.

No me refiero a eso, Sunn. Me refiero a un muchacho, ¿no te gustó algún compañerito?—preguntó.

Me gustó- la forma de ser de esa niña—.

—¡Sunn, pero no hablamos de chicas, mi amor!, amigas no, de amigas después. Te pregunté por chicos, esos que te pueden gustar, cariño. ¿no hay nadie?—y por más pequeña que fuese yo entendía algunas cosas y sino al menos sacaba conclusiones por mí misma.

ella no es mi amiga—.
Y una de mis conclusiones fue que una chica debe gustar de un chico. Era lo normal

Yo no quería ser diferente. Entonces quise que esa niña que me hacía sentir extraña se fuera.

Y se fue.

Se fue sin notarme y me sentía agradecida. Porque entonces ya comenzaría a ser normal.

Destino[Lesbian]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora