087

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Estoy adormilado, de nuevo en un lugar que no conozco. Todo esta muy oscuro. Escucho voces, aunque no distingo lo que dicen. Intento voltear a ver si hay algo o alguien más, pero no puedo moverme. Entiendo entonces el porqué. Bajo la mirada, al parecer estoy atado.

Escucho un grito. De terror parece ser. Mi garganta se seca, y es cuando me doy cuenta que aquel grito viene de mí. Empiezo a moverme como loco, me muevo y me muevo pero es inútil.

De repente sentí algo. Era aquel collar que se le callo al águila cuando se fue. Era puntiagudo. Quizás... Podría desatarme con él. Empecé a mover mis manos hacia donde estaba.

  — Hola humano. Mi nombre es 087. A mí se me ha asignado tu caso. Espero que nos llevemos bien —se escuchó estás palabras del híbrido (voy a suponer) que venía entrando a la habitación.

Esa voz ya la había escuchado. Era el tipo de antes. Por como luce, supongo que es el detective. Hacía una sonrisa, falsa. ¿Llevarme bien? ¿Con él? Por favor. Nunca me he llevado bien con nadie, ¿por qué con él sería diferente? Pero, no estoy en posición de hacerme su enemigo.

  — Y bien, ¿cómo te llamas? —me preguntó mientras se sentaba frente a mí.

  — ...

  — Niño humano, te estoy hablando a ti.

  — ...

  — ¡Mierda, dame tu nombre!

Se levantó de golpe. Tan rápido que me asuste. Me agarró fuertemente de la cara y se acerco a mí. ¿Pero qué rayos le pasa? Era como si quisiera romperme la mandíbula. Una de sus garras se enterró en mi mejilla. La atmósfera se volvió terrorífica.

No me había dado cuenta hasta ahora, pero el cuarto en donde me encontraba tenía varias herramientas de tortura.
Sentí sangre correr por mi rostro. Sin quererlo, empecé a temblar.

  — Te he hecho una pregunta. ¿Acaso piensas responderla?, o, ¿prefieres que te rompa una pierna? —dijo mientras reía intensamente, con una sonrisa tan grande que pareciese que sus comisuras del labio llegarán de ojo a ojo.

Esa risa psicópata me puso nervioso. Este tipo no le importaba mi vida. En cuanto se aburriera, seguro me mataría. Como si yo... fuera... su juguete.

De pronto respirar me empezó a costar mucho trabajo. Lágrimas empezaron a caer. Una tras otra. ¿Por qué yo? ¿Por qué? ¡Sólo quiero que esto acabe! Yo sólo...

  — Mátame —dije en tono seco.

¿Acaso yo…?

  —  ¿Que te mate? —rió exageradamente parecido a un maníaco—. Aah —tomo aire—. No es gracioso. ¿Matarte? Por favor. Demasiado fácil —respondió.

¿Por qué lo he dicho? ¿Acaso yo quiero morir? No. Entonces, ¿por qué lo dije?

Al fin me soltó la mandíbula y se sentó frente a mí. Aunque eso no significaba que se había calmado. Aún sentía esa vibra de maldad.

  — Empecemos con la verdadera diversión, humano.

Mi corazón se aceleró drásticamente. Seguía tratando de conseguir ese collar que apenas mis manos lograban alcanzar. Ahora, con ese comentario, más desesperadamente que antes.

Jamás había querido tanto algo en mi vida. ¡Si es que me quedaba una! Este hombre seguro me mataría. ¡Matarme! A no ser que agarre ese maldito collar.

¡Tómalo, Kan! Depende de ti salvarte la vida…

El hombre se acomodó derecho frente de mi con una mirada algo pensativa. En menos de un segundo cambio su expresión, como si una idea le hubiese llegado. Hizo una sonrisa astuta con sólo mitad de su rostro y entrecerró sus ojos mientras me observaba.

Lo tengo. Tengo el collar puntiagudo que al águila, 002, se le había caído. Ahora solo debo de cortar; cortar hasta desatarme.

  — Primero empecemos con tu nombre —decía tranquilamente, mirándome directamente a los ojos.

«Corta. Corta. ¡Corta!»
Era lo que pensaba mentras el híbrido me penetraba el alma con la intensa mirada.

  — Niño.

«Rápido. Debo de cortar más rápidos. Corta. ¡Corta!»
Empezaba a temblar. Se me acababa el tiempo.

  — De verdad que eres interesante, ¿sabías? —dijo formando una leve pero aterrante sonrisa.

«Rápido kan. Sólo un poco más.»
Ya ni siquiera estaba escuchando lo que decía el hombre. Sólo me importaba desatarme, y era mi único objetivo, a lo único que le ponía atención.

  — Vamos a ver..., ¿qué tenemos aquí? —pronunció, acercando su mano a mi dirección.

Me agarró rápidamente la mano. Con una fuerza bruta, y tomó el collar. La esperanza se había ido. Yo no había podido desatarme, y ahora, él, me había quitado el collar…, además que había descubierto mis intenciones. Probablemente, me castigaría.

Mi corazón es lo único que puedo escuchar. Mis latidos son tan fuertes. Estoy seguro que voy a morir. Aquí y ahora.

  — Maldito mocoso.

Me miró con una sonrisa y una expresión de maniático total. Apretó el collar y lo acomodo con la punta del cristal hacia mí. Con un movimiento rápido él...

  — Muere.

Cerré los ojos. Espere a mi muerte.

Espere y espere, pero no paso nada. Abrí, con temor, uno de mis ojos.

  — Hola pequeño.

Él era...

  — ¿Me extrañaste?

El águila... 002.

  — Parece ser que encontraste mi collar.

00Kan Donde viven las historias. Descúbrelo ahora