Prólogo.

1.2K 48 2
                                    


Íbamos en el coche de camino a casa. Acababa de terminar el entrenamiento y mi madre me había ido a buscar al gimnasio después de una tarde entera soportando a mi entrenadora.

-¿Qué tal te fue hoy, Odette?-Dijo mi madre mirándome de reojo haciendo que yo apartara mi mirada de la ventanilla para mirarla a ella.

-Bien. Hemos empezado un ejercicio nuevo.-Contesté volviendo a apoyar mi cabeza en la ventanilla.

-¿Y qué aparato utilizaras esta vez? ¿Cinta?-Esta vez no me giré a mirarla.

-No, mazas.-Le dije secamente.

Mi madre había sido una gimnasta realmente buena de joven, pero lo dejó por el ballet cuando tenía 17 años, por eso me llamo Odette, por su papel protagonista en el ballet "El lago de los cisnes". Mi madre quería que yo me uniera a su compañía de baile. Pero yo no me quería dedicar al ballet. Ni a la gimnasia rítmica. No aún.

Lo que yo quería era estudiar criminología y encontrar a la persona que tres años antes se había llevado a mi hermano mayor, y que con ello, había destrozado a mi familia al completo.

Un fuerte golpe y un giro brusco hizo que saliera de mi ensimismamiento.

Miré frente a mí y encontré el parachoques del coche y el cristal completamente roto.

-¡Odette!, Odette, cariño, ¿estás bien?-Me preguntó ella, asentí repetidamente con un nudo en la garganta.

-S...sí, ¿y tú?-Ella me acarició la mejilla y saliendo del coche me respondió.

-Sí, estoy bien. ¿Viste qué nos golpeó?-Negué saliendo del coche también, aún en shock.

Sentí movimiento cerca de unos matorrales.

Mierda. Estábamos en mitad del bosque.

Una ráfaga de aire frío movió todas las copas de los árboles, y me acerqué casi por inercia al matorral.

Me pareció ver un par de ojos dorados en los que me vi reflejada, pero esa idea voló de mi cabeza cuando el supuesto iris dorado se volvió cada vez más negro.

No fui consciente de que me había acercado tanto al arbusto hasta que casi pierdo el equilibrio por culpa de una rama.

Me alejé de ahí inmediatamente y volví con mi madre que acababa de llamar a la grúa.

-La grúa está de camino y le he mandado un mensaje a tu padre para que te venga a buscar. La grúa tardará poco, pero necesitas descansar, mañana tienes instituto.-Me dijo cuando llegué a su lado.

Yo solo asentí y me abracé a mí misma, hacía muchísimo frío.

Minutos después llegó mi padre con el coche, me despedí de mi madre con un beso y me metí en él.

Al llegar a casa subí directamente a mi habitación para ponerme el pijama, pero mis ojos encontraron el viejo piano que mi padre nos había enseñado a tocar a mi hermano y a mí.

Llevaba sin tocarlo tres años.

Desde que él desapareció.

Una vez con el pijama puesto me lavé los dientes y me metí en la cama.

Ese día había sido durísimo, la sargenta (mi entrenadora) me había exigido muchísimo y mis músculos necesitaban relajarse.

Caí rendida en cuanto mi cabeza tocó la almohada y soñé con uno ojos dorados de infarto.

****
¡HOLÍ!
Lo sé, lo sé, estoy on fire. Ayer subí capítulo nuevo en Etéreo y hoy el prólogo de esta bebé.
Espero que os guste mucho, votad comentad, y ya sabéis que estoy abierta a sugerencias.💙🦄

Luna Creciente.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora