Capítulo 12

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Para quien se lo pregunte, el secuestrador hizo que avanzaran al Cairo porque necesitaba la clave ya. Y no tener la siguiente le provocaba dolor de cabeza.

Darcy estaba esposada en una tubería en lo que parecía ser una especie de garaje. Había oído a una rata hacía ya un buen rato, el hombre ni le dejaba ir al baño así que tenía que hacerse pis encima. Comía cada cuatro días, una ración muy pobre que le tenía que durar hasta que le dieran la siguiente bandeja, y una botella grande de agua, la cual le daban una vez a la semana.

Estaba sucia, y cuando intentaba forcejear con las esposas de sus muñecas, estas le maltrataban la piel, llegando a hacerle sangre.

Un recuerdo brotó en su mente. Era un día que le tocaba pasar la tarde con papi Harry.

Fueron a la mansión de Harry, se sentaron en el enorme sofá y vieron en la enorme televisión, un montón de comedias románticas mientras comían helado.

Harry le dijo a la pequeña que amaba esperar a Louis mientras veía comedias románticas en Netflix, y, cuando Louis llegaba, amaba que le llevase en brazos hasta la cama.

Aunque Harry lo negara, aún amaba a Louis, es difícil separarse así de rápido del Alfa que te concibió a tu hija.

Darcy empezó a llorar. Y otro recuerdo vino.

Un día que le pidió a papá Louis que no fuera a trabajar y pasase el día con ella.

Se dedicaron a aprender a hacer repostería. Darcy tenía un gracioso sombrero de chef, igual que Louis, y ambos, debajo del delantal, tenían un pijama a conjunto de color verde.

Intentaron hacer pastelitos, Louis tenía harina por toda la cara y Darcy tenía el pelo manchado con azúcar.

Pusieron la masa en los moldes y se dedicaron a chupar la cuchara. Oh, vamos, Louis, uno de los alfas más temidos en Inglaterra, con su pequeña bebita, estaba chupando una cuchara con restos de masa.

Darcy carcajeó, y le pidió a Louis que le hablara de cómo eran él y papi Harry al principio.

Louis siempre describió su relación con Harry con un adjetivo: pasional.

Eran muy pasionales. Y eso también hizo que sus peleas fueran más fuertes de lo que verdaderamente eran.

Darcy estaba llorando a mares, quería que papi volviera a ver películas en Netflix con ella, quería que papá volviera a cocinar con ella. Seguro que ahora intentan encontrarla y están discutiendo. Los conoce, conoce las peleas de ellos, y no son bonitas. Son insultos. Muchos insultos. En muchos idiomas. Idiomas que ella conocía.

La puerta se abrió, Darcy miró a su secuestrador.

"Pequeña zorra, ¿dónde está la puta caja? Se supone que estaba en Hong Kong. Ahora no me puedo mover por culpa de tus padres. Esos putos incompetentes."

"N-no lo sé señor, no sé dónde están, nunca me hablaron de ellas" siguió llorando.

"¿Y una tal sala K te suena?" Darcy se le iluminó la cara. Tal vez si le dice lo poco que sabe, no la golpearía.

"Sí, papá dice que ahí dirige su mafia a otras mafias que son más grandes e intenta crecer. También tiene un listado de todas las mafias del mundo. Las reales, claro, no las de mentira, dice que hay niños que dicen ser mafias pero sólo son unos incompetentes que no acabarán los est-" le oyó gruñir "papá no me dejaba entrar ahí..."

"¿Dónde está esa sala? ¡Si la encontrase todo acabaría!"

"Yo..." recordó a su papá diciendo que esa sala era secreta y que jamás debía entrar ahí, ni permitir que nadie se entere de que esa sala existía "Es secreto..." el secuestrador rió.

Darcy  ||L.S||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora