Jordán
No lo entiendo. Bueno, supongo que si.
De todas formas... la culpa es mía.
Aún así... no debió irse. Quería hablar con él y disculparme. Pero no puedo culparlo, me había comportado como un retrógrado con Jack. No puedo culparlo por haberse ido así, solo por mí presencia.
Pero... me dolió. Quizás más de lo que debería. Quizás por el simple hecho de significar lo obvio: Qué no quiere que volver a tener contacto conmigo. Justo lo que le pedí, y por lo que me arrepiento más allá de las palabras. Qué contradictorio en el ser humano cuándo pierde los estribos y vocifera todo aquello tan horrendo solo con el fin de lastimar, y luego, cometemos el error de pensar qué los demás lo olvidaran. Pero no es así. Le hice daño, y ahora él se a cerrado ante mí. Perdí... a una persona que estaba conociendo, y por mucho que sé qué no debo decirlo, me había comenzado a gustar.
No comprendo que ocurre conmigo, ni a donde fue aquél hombre que mantenía todo bajo control y en orden. La culpa, el miedo, la nostalgia, las mil y una inseguridades me atormentan, y no sé que hacer con eso. No sé, con quién hablarlo.
Después de lo que sucedió anoche, no estoy seguro de que hacer hoy. Es sábado y tengo el día libre. Pensé en ir al parqué y pasear a Bongo, o quizás llamar a Mónica... no lo sé.
Descanso sobre mi cama y como últimamente acostumbro, me levanto y camino tocando una que otra pared. Conozco la distancia en dónde están todas las cosas en este departamento. Alcanzo el cuarto de invitados y me tumbo en la cama descansando mi mejilla sobre la almohada. Respiro profundo y allí esta, como ayer en la noche, esa fuerte colonia cítrica que no a querido despegarse de estas sabanas por nada. Su olor inunda todo el cuarto y entre suaves respiraciones lo disfruto. No porqué me gusta esa horrible loción, más bien, por el simple hecho de pertenecerle a él, es su esencia. Y ahora la entiendo, es amargo pero a su vez... delicioso como el limón. E incluso dulce.
Entonces comienzo a recordar más que su colonia, la verdadera fragancia de su cuerpo. El olor de su piel, su aliento a menta y algo de humo, su misma cálida y húmeda piel sobre la mía. Su cabello suave rozando mi rostro. Y su mano atrapando mi cintura con fuerza, como si le perteneciera. Como si fuese suyo y de nadie más. Como si yo fuese su hombre y él el mio. Nunca había sentido eso alguna vez. Y de solo pensarlo, no tardo ni un minuto en ser preso de la excitación. Lo que lleva a que deslice mi mano dentro de mi pantalón y comienza a tocarme.
Minutos pasaron y ahora realmente lo estaba haciendo. Sin darme cuenta, término viniendome en poco tiempo.
Pensando en Jack... y es la segunda vez que hago esto.
Suspiro luego de desahogar las ansias y niego. Esto no esta bien.
Me encamino al baño y tomo una ducha. Minutos después estoy cambiado y oigo cuándo Tina llama a la puerta y Bongo ladra y sale a recibirla. Abro y le sonrió a lo que ella responde.
— Señor Jordán, usted sabe que lo adoro. Pero esa sonrisa me da más tristeza que ánimos.
Suelto aire riendo un poco— Vale, no tiene sentido fingir contigo. Pasa, estamos Bongo y yo.
Tina entra y cierra la puerta. Me siento en el mueble mientras ella se dirige a la cocina y en minutos comienza a preparar a desayuno y limpiar. Me alisto para salir pero antes mi pregunta lo que había tardado en preguntar.
— Entonces, ¿qué lo tiene de ese aniño señor?.
— No es nada, en serio. No te preocupes.
— Sé qué el psicólogo es usted, pero sabe qué puede contarme lo que sea. ¿Tiene algo que ver con Jack?
A la chica no se le escapa nada.
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Preciosa Luz
RomanceEsta historia nos remonta a la brillante y celebre ciudad de Madrid. Donde se encuentra un joven bastante problemático llamado Jack Breckson, que vive en un humilde departamento donde casi no duerme. Después de todo, su rutina se sustenta en trabaja...