Prólogo √

3.4K 331 42
                                    

Maldigo el día en que mis padres me trajeron al mundo. No sé en qué diablos estaban pensando.

A parte de follar, claro...

Traen a un hijo al mundo y luego no lo quieren porqué se porta mal. Estupideces. ¿Se supone que me deje embaucar por cualquiera? ¿O que no peleé si me molestan? solo un idiota haría eso.

Me aparto de golpe cuando un niña cruza corriendo mientras arrastra a un perro. Pobre animal, lo debe ir degollando.

Ya casi es la hora del almorzar y tengo hambre. No estoy seguro de si trabajaré en la tarde. ¿Qué digo? Claro que lo haré. Es eso o no tendré que comer.

Pienso en los 500 dólares que le debo a Rafael, mí jefe. Debo pagárselos esta semana. Sin embargo, no tengo más de 10 dólares... Luego resolverse eso.

Deambulo durante varios minutos en silencio. Estoy aburrido. No hay mucho que hacer sin dinero. Tal vez debería llamar a mi hermano y pedirle un poco... no. Primero muerto.

Dejo atrás diversas tiendas mientras oigo los sonidos de autos y gente que le dan vida y caracterizan a esta ciudad. Tengo mucho camino por delante y debería darme prisa. Cuando elevo la vista extrañado por la repentina sombra, compruebo que esta por llover. Perfecto. El día no podría ser mejor.

Entonces comienza a llover.

Típico. Un estúpido clásico de las películas donde al imbécil todo le sale mal. Y claro, ese soy yo; Jack Breckson.

Minutos después la lluvia cesa, pero al ver el cielo puedo darme cuenta de que no tardará en volver a llover. Así que continuo a paso rápido. Entro a una tienda y compro un cigarro. Nada como fumar cuando el clima esta fresco. Salgo y sigo mi camino.

Me detengo para cruzar cuando un auto pasa veloz y me salpica los Jeans de agua.

Respiro profundo y sonrió apretando la mandíbula. Será un buen día Jack, será un buen y estúpido...

Dejo de caminar, y observo con curiosidad al hombre al otro lado de la calle. Este viste de una forma muy limpia, con vaqueros ajustados y zapatos de vestir, un camisa pegada al cuerpo de color blanca que te ciega. Usa lentes oscuros de sol con estilo, tiene una barba cuidada y buen corte. Él tío esta bueno, no se le puede negar. Pero esa postura creída, y esa manera de mirar solo al frente como si nada mas que él importara. Luce tan bien que no necesito ni un ápice de esfuerzo para odiarlo.

Veo que esta por desdoblar algo similar a un Nunchaku mientras comienza a cruzar. Entonces me percato del auto que viene a toda velocidad y no puedo creer lo que veo. No hay tiempo. Aunque le grite podría no oírme. Dejo caer el cigarro.

Y hago algo completamente fuera de mí.

Me lanzo hacia él, corro y con una casi tacleada de fútbol americano lo saco de la calle.

Pude sentir el roce del viento cuando el auto pasó pitando corneta. Me salpiqué todo de agua hasta los calcetines. He increíblemente no caímos contra el asfalto.

Lo suelto. Siento que el corazón se me va a salir. No entiendo porqué carajo hice esa estupidez. Pero este tipo me las va a pagar.

Lo veo y él parece agitado y un poco desorientado. Lo tomo por el cuello de su bien planchada camisa y le hablo con desprecio.

-Mira, imbécil ¿Es que acaso no vez por donde cruzas?

Él se mantiene en silencio, aunque respirando con fuerza. Fija sus gafas polarizadas en mí pero no responde.

-¡Te estoy hablando tronco! ¿O dejaste tú putera lengua en el asfalto?

Estoy apunto de arrancarle esas gafas y golpearlo.

Preciosa LuzDonde viven las historias. Descúbrelo ahora