Parte 2

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Amber

Recuerdo que siempre iba a su casa o el, venia a la mía. Nuestros padres grandes amigos, siempre mantenían en reuniones, fiestas, vacaciones. Emiliano y yo crecimos juntos. Fuimos los mejores amigos, a medida que crecíamos nos volvimos inseparables.

Cuando entramos a la preparatoria, muchos chicos empezaron a invitarme a salir. Pero Emiliano siempre se molestaba. Pensé que era celos de hermanos hasta que un día un chico de tercero grado me pidió que fuera su novia, cuando acepte e iba a dar mi primer beso, Emiliano llego furioso y golpeo al chico. No le importo que él fuera más grande, solo lo golpeando hasta que lo separaron. Desde ahí empezó a ganarse el respeto de la secundaria.

Luego de discutir con el por haber golpeado a mi supuesto novio, dejamos de hablarnos por unos días al cual fue un infierno para mí y también para el por lo que me conto su madre. Hasta que llego el día de que nos vimos, me acerque a él llorando y sin esperarlo nos abrazamos y nos dimos nuestro primer beso. Hay fui cuando me di cuenta que ambos no podíamos estar separado del uno al otro.

Estaba enamorada de mi mejor amigo y desde entonces todo era perfecto. Recuerdo nuestra primera vez. Fue cuando cumplí los 16, como era de costumbre en quedarme en su casa, el término colándose por mi ventana. Nos entregamos en cuerpo y alma, no solo era mi primera vez, también la de él. Prometiéndonos amar y envejecer juntos.

Emiliano siempre fue un chico especial conmigo, me respetaba, me cuidaba, me llenaba de detalles. No había un día que no me sintiera feliz a su lado, no había un día que no viera al hombre perfecto. Cuando me venía la regla él se dedicaba a consentirme, no le importaba ir a la tienda y comprar mis toallas, o los analgésicos. Me bañaba, me hacía de comer, me compraba helado o los dulces que quisiera, me preparaba el té y muchas veces solo me quedaba recostada en sus piernas quejándome del dolor y el solo acariciaba mi cabeza hasta que dormía.

Cuando empezamos a salir jamás me dejo sola, jamás miraba a una chica que no fuera yo. Él era el popular de la escuela, era el capitán del equipo y muchas chicas se derretían por él. Pero el jamás las miro.

Al empezar a frecuentar fiestas, empezamos a conocer lo que era el alcohol y después las drogas. El día que probamos la marihuana, fue una de esas fiestas. Emiliano no quería pero yo tenía la curiosidad de saber cómo era y termine convenciendo a Emiliano en hacerlo. ¡Dios! Que tan equivocada estaba.

Algunas veces es mejor evitar la curiosidad y no acceder a ella.

El peor decir de las personas que se está metiendo en este mundo es: Yo la controlo, yo sé hasta dónde llegar, cuando yo quiera me salgo.

Eso ¡Jamas!.

Poco a poco y sin darte cuenta te vas sumergiendo más en este mundo. Lo peor que al principio es aparecías, luego no quieres pasar por aburrido y luego terminas tan sumergido que sientes que no puedes controlar más la situación.

Cuando empezamos con las fiestas, piques, salidas nocturnas. Nuestros padres decían: Es solo una etapa, déjenlos divertir, ellos se saben cuidar.

Que tan ciegos estaban. Si nuestros padres dieran un alto desde el principio, muchos jóvenes no terminaría desperdiciando su vida. Si los padres nos exigieran en dedicarnos más en estudiar en vez de disfrutar, seriamos mejores personas. Muchas veces lo que termina siendo tu hijo, es lo que los mismos padres han buscado.

Como Emiliano y yo teníamos mucha libertad de nuestros padres. No nos importaba experimentar cada vez más, no teníamos límites así que nada importaba, solo que él y yo estuviéramos juntos. Ya no era solo marihuana, ya no era solo éxtasis, ya venían polvos de colores, ya venían la cocaína.

El día que llegue al límite fue el día que casi pierdo por primera vez a Emiliano. Una de tantas de sobre dosis.

Ese debió ser el primer llamado de atención para nosotros y nuestros padres. Pero no fue así. Después de recuperarse, no demoro en volver a caer en las drogas. Pero esta vez impidió que yo lo siguiera.

Dejaba que lo acompañaba, pero no permitía que consumiera alguna droga. Muchas veces me enoje con el por hipócrita, porque el si lo hacía y no dejaba que yo lo hiciera. Siempre pensé que era por egoísta, pero no fue así. Una parte de él sabía que en él, ya estaba perdía y no iba a permitir que yo me perdiera con él.

Otra oportunidad (Pausada) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora