querido diario

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C A S A    D E   V E R A N O

El verano se disolvió en el frío y las hojas caídas, la tristeza lo hizo con ella o quizá antes, ahí en el auto de mamá donde la nostalgia hizo un hoyo negro a dónde mis lágrimas se iban, uno que me absorbía las ganas de pensarte y a su vez me empujaba a hacerlo.

Me vi como una galaxia, los brazos abiertos para que cuando regresaras encontraras un hogar, en el espacio donde los recuerdos amorosos se dilatan ahí se mostraba la película de lo nuestro y yo la miraba, con mis planetas alrededor del alma Sol, y te recordaba a ti, enfrente de la chimenea, ya sin llorar, casi sin sentir pero eso seguía ahí.

Después de tu llamada, de las pestañas quemadas, del incendio de la emoción de escucharte de nuevo extinto por la realidad helada de tu casamiento, estaba el futuro incierto del nuevo verano.

Con que cara miraría a los nuevos huespedes si no te miraba a ti, ¿Acaso me derretiria de nuevo en mi propia tristeza? No sabía, no sé.

Por lo pronto, sigues aquí, en las melodías que toco susurrando desde las cuerdas del piano, bajito, casi inaudible, luego, también cuando transcribo mi música, en los casetes románticos que intento copiar, estás ahí siendo palabras en mi diario, una huella en el baño, una toalla en la regadera, en la puerta entreabierta de la que era tu habitación de verano donde de vez en cuando se asoma mi curiosidad incrédula de que ya no estás, estas en mi alma pero aquí no más.

Las canciones del Bach joven siguen tocándose en la casa de verano, esperando a que mis dedos las recuerden y que tú te sientes a escuchar, quiere que te complazca y no hay cosa que quiera más.

Pero para eso ella está, para darte paz en su vestido blanco y es ahora que me doy cuenta cuantas ganas tengo de ser ella.

visions of gideon ; e&oDonde viven las historias. Descúbrelo ahora