Capitulo 2.
Abrió una lata de RedBull y se la tomó completa. Para luego estrujar la bebida y tirarla al suelo. Sus músculos estaban tensos, en especial los bíceps, pero que bien se veía igual. Guapo. Guapísimo. Traía los pantalones a la cadera, algo que le hacía sentir relajado, justo como necesitaba sentirse en ese momento. Caminó de un lado para otro, tomándose la última lata de RedBull, hasta que por fin la puerta de ese descuidado departamento, que había rentado por unas horas, empezó a sonar.
luzu, staxx, Nick y Alex entraron al departamento. Cada uno con una cazadora de cuero puesta.
- ¿Dónde están? – le preguntó luzu a vegetta. vegetta señaló la primera puerta del pasillo de habitaciones. Sin siquiera hablar. Los cuatro hombres que habían entrado caminaron hasta la habitación, en donde cuatro chicas y un chico se encontraban inconscientes. – vaya, vaya…- rió luzu, al observar a las cuatros mujeres sobre el suelo. Guapas. Sensuales. Jodidamente provocativas. Una de ellas sobre todo, le llamó la atención. - ¿a cual me llevaré? – preguntó riendo de nuevo, y el sollozo de una de ellas se escuchó fuertemente. – Sh…- dijo colocando su dedo índice sobre sus labios.
- Tú escoge. – le indicó vegetta.
- La quiero a ella. – señaló con el dedo a una de la rubias que sobresalían entre las cinco. Todas empezaron a sollozar, completamente asustadas. vegetta la ayudó a pararse y se la entregó a luzu.
- Yo quiero a ella… - dijo staxx, señalando a la morena de en medio. vegetta hizo lo mismo, quitándose de encima a dos de las cuatro mujeres.
- Yo quiero a la última. – señaló rubius. willy la ayudó a ponerse de pie, y se la entregó igualmente a Alex. Quedándose con solamente dos mujeres.
- Yo a ella. – sentenció alex, señalando con la punta del dedo índice a willy.
- No. – negó vegetta. – el es mío.
- ¿Y desde cuando tú eliges?
- He hecho la mayor parte de esta jodida misión. Lo justo sería que yo me la llevara. – le dijo vegetta. De alguna manera su sentencia tenía fundamento, pues willy manejaba más cuentas bancarias que las demás.
- Vale, vale…- contestó alex, fastidiado. – me llevo a la otra.
Y al cabo de dos minutos, cuatro hombres tenían a cuatro mujeres junto a ellos. Cuatro secuestradas. Con la intención de hacer que cada una de ellas, roben a sus propias familias accediendo a las cuentas bancarias de estas. Cada hombre se iría con una de ellas a distintos lugares del mundo. Para no poder se encontrados jamás. Y volver con las manos llenas de dinero, con las secuestradas…muertas.
vegetta cerró la puerta, su destino era Paris. Partiría de Las Vegas esa misma noche, antes de que se hiciera pública la desaparición de willy y empezaran las investigaciones. Se volteó, ahora se escuchaba tan solo el apacible silencio entre los dos. Sentía los bonitos ojos de willy sobre él, observándolo…observándolo todo el tiempo. "¿Qué más quieres mirar nene?" Sonrió "Tal vez más abajo…"
- ¿Qué miras? – le preguntó. No obtendría respuesta, pues willy traía la boca tapada. Se acercó a pasos lentos hacia el. Pudo darse cuenta de lo asustada que estaba cuando sintió que empezaba a temblar, cada vez que se le acercaba más y más. - ¿Por qué el miedo? – le preguntó, y soltó el pañuelo que ataba sus labios. willy respiro
- ¡Déjame salir de aquí imbé…
- Hey, hey… - posó sus manos sobre los labios de willy , el no puede defenderse solo se quedó callado. – no se insulta al jefe guapo…
- No me llames guapo. – le pidió el. Cabreado. vegetta sonrió. "Bonito carácter…"
- ¿Y como te llamo? - aprovechó que aún se encontraba atada de manos y pies. - ¿feo?
- Van a encontrarme. – le dijo el. Y eso pareció molestar a vegetta más de la cuenta, cambiándole por completo el ánimo.
- ¿Te piensas que es fácil muñeco?
- No me llames muñe…
- Te estoy hablando. – le dijo firme. willy se quedó callado. – no lo es conmigo ¿vale? Acostúmbrate. Ningún estúpi.do policía va a encontrarte mientras estés conmigo. Estás con el mejor. – de pronto una leve oleada de deseo invadió a willy al escuchar esas palabras. Observó a vegetta, embelesada por esos enormes ojos marrones que recién empezaba a ver. Caramelo, al igual que su cabello, una combinación perfecta con su piel. Unos bíceps ligeramente cubiertos por capa de sudor. Unos labios rosados, deliciosos con solo verlos. – el mejor secuestrador de todos ¿me has oído? – la miró a los ojos. – y te irá mejor si no intentas nada nene, no querrás conocerme de verdad… - le advirtió. - alístate… – le dijo por última vez. - nos vamos a Francia.