PESADILLA

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Habían pasado ya tres meses desde que Raven venció a su padre. Tres meses desde que salvamos la Tierra.

Las cosas en la torre se volvieron más tranquilas y aburridas, o por lo menos no tan grandes como Trigon.

Cada dos semanas visitaba Gotham o hacía misiones con mi padre. Empezó a no molestarme el equipo de adolescentes. Starfire ya no me parecía tan superficial y comprendí que no era tan mala líder, Chico Bestia me seguía pareciendo igual de estúpido, pero ahora me lo guardaba para mí. Con BlueBeetle no Coincidí mucho ya que siempre estaba con su pareja, de la que según él aún era muy pronto para presentar. Y Grayson seguía siendo tan molesto y burlón cómo siempre desde que lo conocí.

Lo que me confundió fué mi conexión con esa chica fría y solitaria que siempre se ocultaba tras las sombras de su capucha. Todas las mañanas coincidíamos en la sala común. Cuando los demás seguían durmiendo. Nos mirábamos unos segundos, ella cogía su taza de té y yo mi café, cada uno nos sentábamos en un extremo separado del sofá. Cada uno sumergido en su libro. Las primeras semanas fueron así. Simplemente encontrarnos, mirarnos, las bebidas y separados en el sofá.

Pero pasaban más los días hasta que los silencios se convirtieron  primero en cortas frases, después en breves conversaciones. La distancia en el sofá se fué acortando hasta que solo nos separaban unos veinte centímetros. Empezamos a prestarnos libros. Cada uno a su manera de expresar. Incluso llegamos a sentarnso en la isla de la cocina y beber en silencio. Sin libros ni distracciones. Simplemente fugaces miradas y alguna que otra palabra.
El silencio bastaba.

A veces me la encontraba en la azotea. Sin hacer nada más que mirar la línea que separaba el cielo del mar, y yo me quedaba unos pasos atrás mirando hacia el mismo punto en silencio. O me la encontraba meditando en el lugar dónde hablamos por primera vez. Yo me quedaba mirándola tras el ventanal de mi habitación. No en plan acosador o algo así. Simplemente me transmitía una paz que me quitaba el peso del día con el simple hechos e mirarla.

Se que ella me sentía mirarla. Pero nunca comentó nada al respecto para mi alivio. Habría sido una conversación muy incómoda.

Pero esa fina barrera que aún nos separaba se rompió esa noche del 16 de enero.

El día comenzó con la misma rutina de siempre. Entrenar unas horas antes de que el resto del equipo se despertase, después entrenar con ellos, encerrarme en mi habitación y esperar a la hora de acostarme. Lo hacía tan mecánico que eran todos los malditos días lo mismo.
Cómo si estuviera atrapado en un bucle infinito.

Cuando por fin oí las puertas de los demás cerrarse y todo se quedó en silencio, cerré mi  libro y me levanté del escritorio soltando un bufido.

Aliviado de por fin estar sin ninguna interrupción, dirigí la mirada hacia el ventanal. Hacia el sitio vacío dónde Raven siempre meditaba. Solté aire de nuevo, me separé, del ventanal y me acerqué a la cama.

Solté una larga bocanada de aire que estaba reteniendo cuando por fin se cerraron todas las puertas de los demás y dejé de ver luces tras la fina ranura de la puerta cerrada. Me levanté del suelo cansada cerrando el libro que estaba leyendo y me escondí tras las sábanas frías de la cama. Cansada de ese pequeño cristal rojo.

Yo siempre había tenido el sueño ligero. Por el mínimo ruido que escuchara me despertaba y me ponía en modo de ataque. En la Liga de las Sombras siempre había que dormir con un ojo abierto. No sabías quién podría clavarte una katans mientras dormías. Y esa costumbre supongo que nunca se me quitó.

Por lo que fue imposible que no oyese eso en mi cabeza.

-"Damian... "- me incorporé rápidamente. Pensé que había escuchado mal. Que solo era mi imaginacion. No había nadie más en la habitación.

SALIENDO DEL CAPARAZÓN Donde viven las historias. Descúbrelo ahora