~E P Í L O G O~

391 37 54
                                    

"Sting, yo... no acepto."

.

.

.

.

.

.

.

.

.

.

.

.

.

.

.

Aquello era lo que Sting temió escuchar en ese momento, ya que un beso agridulce no podía significar nada bueno. Cuando comenzó a imaginar que todas sus ilusiones eran pisoteadas y que esa pequeña historia que había nacido entre ellos dos sería disuelta por el viento, sintió cómo Rogue lo abrazaba, para después decirle...

"Sting, yo... acepto."

El ojiazul no podía describir todas las emociones que estaba sintiendo, ya que era la primera vez que las experimentaba. Lo único que pudo hacer en ese instante fue aferrarse con fuerza al cuerpo de Rogue, tratando de transmitirle la felicidad que sentía.

Una felicidad verdadera.

Mientras que Rogue también se sentía feliz, pero no estaba completamente seguro de si había tomado la decisión correcta. Cuando se separaron unos centímetros, Rogue pudo ver que aquellos ojos azules lucían muy distintos a como se veían en el primer encuentro que tuvieron.

Antes lucían apagados y sin vida; ahora, se veían totalmente iluminados y llenos de esperanza.

Pero a pesar de eso, el de ojos carmesí no podía evitar el cuestionarse ciertas cosas; "ahora todo puede ser color de rosa, pero después... Sting puede volver a arruinarlo todo."

-No lo arruinaré, Rogue. Sólo te pido que confíes en mí, no te volveré a lastimar, de ninguna forma - afirmó el rubio, sujetándolo por los hombros.

-Cómo es que tú...? - Rogue parpadeó incrédulo.

-Eres muy fácil de leer. Además, siempre sentí una conexión especial entre nosotros, y más cuando cruzábamos miradas - le confesó el ojiazul, para luego volver a abrazarlo.

-Sting... quiero dejar todas mis dudas atrás, al menos por esta noche - le susurró Rogue al oído.

El rubio se estremeció al escuchar esas palabras ser pronunciadas con tanto deseo y lujuria a la vez.

Bastaron tan sólo minutos para que ambos llegasen al ya conocido hotel de "pisos infinitos", y que para suerte de ellos se encontrase completamente vacío.

A tropiezos y sin separar sus bocas, se adentraron en la enorme habitación. Rogue se fue despojando rápidamente de su ropa, mientras que Sting se encargaba de cerrar la puerta principal con seguro.

Compañero De Honor | StingueDonde viven las historias. Descúbrelo ahora