Capítulo 1 - ¡Lo tengo!

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Verano. Cinco de la tarde. Tarde oscura. Ni los pájaros tienen ganas de cantar. Todo apunta a que será una tardea triste y desoladora, donde solo la soledad le va a acompañar. Ella baja las escaleras de su casa con pocas ganas de hacer algo productivo en toda la tarde. Su madre la mira preocupada.

  – Sally, ¿Te pasa algo? – pregunta su madre mirándola a los ojos.

 Sally está medio ausente, pensando en otras cosas, y tarda en reaccionar a la pregunta.

 – ¿Eh? Ah, no, nada, hoy estoy desganada.

– Es verano, deberías sentirte bien.

 – Lo sé, mamá… - Sally baja la mirada y sus ojos empiezan a volverse cristalinos

— ¿Entonces? – Pregunta su madre preocupada.

— Pues que desde que Loreen se fue a Nueva York para quedarse todo el verano todo es distinto, no tengo ganas de nada, ni siquiera de sentirme feliz por estar de vacaciones. Necesito sus tonterías, sus historias paranoicas. Necesito este verano a su lado.

— Pero hija, Loreen se fue de vacaciones, nada más. No le veo la tristeza a eso.

— No es tristeza, si no que teníamos toda una lista de cosas para hacer en el verano. Teníamos el verano organizado, mira. – Sally le enseña a su madre un cuaderno lleno de notas, lleno de actividades para que su hija y Loreen no se aburriesen durante todo el verano. – Cuando me enteré que se tenía que marchar a Nueva York todo se fue a la mierda…

— No hables así, controla tu vocabulario. – Su madre la corrige.

— ¿Y cómo pretendes que hable? Es mi mejor amiga. Aquí no tengo a nadie más.

— Claro que tienes, ¿y tus demás amigas?

— Ya lo sé mamá, se que tengo a las chicas pero no es lo mismo. Sin Loreen no.

— Pero puedes salir con el resto de amigas igualmente. Aunque no esté Loreen vas a divertirte hija. – su madre intenta animarla.

— ¡No! – Contestó Sally rotundamente. – Aunque salga con las demás no será lo mismo mamá, ya no tendré quien me venga a recoger para ir a la piscina municipal, ni a quien se quede en mi casa a ver pelis de miedo para luego no poder dormir e imaginarse espíritus extraños y feos.

— Pero… hija no puedes hacer nada, se ha ido y lo estará pasando genial allí. Tú también deberías disfrutar de tu verano. – su madre ya no sabía ni qué decirle.

— Vale mamá, déjalo. Déjame. - Sally sube corriendo las escaleras con los ojos llorosos, a punto de llorar. Entra en su cuarto y cierra la puerta dando un pequeño portazo.

La madre de Sally suspira, dándose la vuelta y abriendo la puerta para salir a dar un paseo como cada tarde. 

Mientras, Sally se tumbó en la cama, se puso los cascos y comenzó a escuchar “The lonely” de Christina Perri. Malditas canciones tristes que siempre nos acordamos de ellas en los momentos en los que lo que necesitamos es reír. Ni siquiera la canción había llegado al estribillo y los ojos de Sally empezaron a llenarse de lágrimas. Hasta que no pudo más y tuvo que romperse a llorar. ¿Por qué tenía que sentirse tan sola justo ese verano? Necesitaba a Loreen, realmente la necesitaba más de lo que pensaba.

 De repente el móvil de Sally comienza a sonar. Es Liam, su mejor amigo. Ella no se lo piensa dos veces, se seca las lágrimas y coge el teléfono. 

— ¿Sí? – Sally contesta con voz tímida.

— ¿Qué tal está la mejor niña del mundo? 

¿El mejor verano de mi vida?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora